Las mejores fotos del mundo
El aeropuerto de Barajas acoge una exposici¨®n con m¨¢s de 170 im¨¢genes ganadoras del premio World Press Photo
En el verano pasado, algo fuera de lo habitual despertaba a la tranquila playa nudista de Tejita, en Tenerife. Los turistas buscaban sus ropas y se vest¨ªan a toda prisa. Corr¨ªan con botellas de agua y toallas para recibir a un grupo de africanos que llegaba en una embarcaci¨®n tan r¨²stica que apenas alcanz¨® a llevarlos a puerto. En medio del barullo, la lente de Arturo Rodr¨ªguez saltaba desesperada. Su objetivo se iba llenando de rostros oscuros con profundos ojos rojos acuosos y de cabelleras rubias y pupilas cristalinas asustadas que miraban c¨®mo desfallec¨ªan los reci¨¦n llegados. Rodr¨ªguez era quiz¨¢ el ¨²nico fot¨®grafo en la zona; ese mismo d¨ªa, seis embarcaciones hab¨ªan arribado a las costas de Gran Canaria y toda la atenci¨®n estaba volcada en otras playas. El trabajo gr¨¢fico que consigui¨® esa tarde de julio le vali¨® un World Press Photo, el premio m¨¢s importante de fotoperiodismo. Desde ayer y hasta el 1 de septiembre, estas fotos reciben a los reci¨¦n llegados en el aeropuerto de Barajas, en una muestra que re¨²ne las mejores im¨¢genes del mundo: las 177 ganadoras del Word Press Photo 2007.
Entre los galardonados hay cinco fot¨®grafos espa?oles. Jos¨¦ Cend¨®n es uno de ellos. Su trabajo relata la vida en un hospital mental de la regi¨®n de Grandes Lagos, en Ruanda, un pa¨ªs que se repone a pasos pausados de una guerra que mat¨® a m¨¢s de un mill¨®n de personas en la d¨¦cada de los noventa del siglo pasado. "Quer¨ªa mostrar la locura de la guerra", cuenta, y sus im¨¢genes la relatan, la gente las ve y trata de evadirlas pero luego regresa y se queda mirando. Un hombre con las pupilas dilatadas, atado con una cadena a un poste, y una chica, a la que s¨®lo se le ve la espalda, intentando evadir la cuerda que est¨¢ pr¨®xima a atarla. Cend¨®n recuerda muy bien a esa chica. Cuando lleg¨® al hospital no paraba de escupirle encima, el fot¨®grafo proteg¨ªa la c¨¢mara y se limpiaba la saliva de la mujer sin inmutarse. Pero poco a poco, ella fue cambiando de actitud y Cend¨®n se gan¨® su confianza. Al final, ella s¨®lo aceptaba alimentos si ¨¦l se los daba. "He visto que muchos enfermos mueren de hambre porque se niegan a comer", dice y por ello se dio a la tarea de convencerla, esquivando los escupitajos.
A pesar de que sac¨® una serie de im¨¢genes desconcertantes, fuertes, que no dejan tranquilo al espectador, no consigui¨® que ning¨²n medio las publicara. La revista Time se interes¨® en un principio pero al final qued¨® todo en el aire. El certamen World Press Photo no admite trabajos in¨¦ditos, pero en el caso de Cend¨®n el jurado decidi¨® hacer una excepci¨®n y aceptarlas en concurso.
"Las tom¨¦ con una c¨¢mara que era una mierda", recuerda entre risas el fot¨®grafo. El aparato se lo enviaron de emergencia desde Espa?a despu¨¦s de que le robaran todo su equipo en el viaje.
Para Rodr¨ªguez conseguir las im¨¢genes tambi¨¦n fue una odisea. Desde hac¨ªa meses estaba metido de lleno en el tema de la inmigraci¨®n. "Yo sab¨ªa que este a?o el World Press Photo iba a premiar la inmigraci¨®n, porque ¨¦se era el tema m¨¢s actual, pero lo que no imaginaba era que me lo fuera a ganar yo", comenta. ?l y su colega Desire¨¦ Mart¨ªn pasaron meses durmiendo en un estrecho Peugeot 206 para no perderse la llegada de los cayucos. Se turnaban unos prism¨¢ticos y pasaban la noche tratando de advertir cualquier movimiento extra?o en el agua. El resultado fue el World Press para ¨¦l y el Ortega y Gasset para ella. "Despu¨¦s, ya todo fue m¨¢s f¨¢cil", comenta Rodr¨ªguez, "nos hicimos amigos de los de la Cruz Roja y entonces ellos nos llamaban cada vez que llegaba un barco".
En la muestra est¨¢n tambi¨¦n los trabajos de los espa?oles Daniel Beltr¨¢, Mois¨¦s Saman y Pep Bonet. Beltr¨¢ capt¨® desde el cielo un ¨¢rbol solo y seco en un inmenso descampado de la selva amaz¨®nica. Mois¨¦s Saman muestra c¨®mo empieza a revivir Afganist¨¢n despu¨¦s de la guerra, un sitio donde se aprecian sonrisas de ni?os y gente trabajando, pero tambi¨¦n donde las balas y las armas no se han acabado. Bonet captur¨® un mundialito de f¨²tbol donde juegan hombres que perdieron una pierna en la guerra de Sierra Leona.
La fotograf¨ªa ganadora de todas las categor¨ªas fue la del estadounidense Spencer Platt, en la que se funden dos escenarios distintos en uno solo. Se trata de un grupo de chicos, guapos y bien vestidos, paseando en un descapotable rojo frente a una zona devastada por un bombardeo en Beirut. La desolaci¨®n del fondo resalta a¨²n m¨¢s los rostros de los chicos que parecen salidos de una pel¨ªcula californiana. La fotograf¨ªa caus¨® mucha pol¨¦mica, se pens¨® que era una cr¨ªtica contra las familias adineradas de L¨ªbano, pero en realidad el fot¨®grafo nada sab¨ªa de sus personajes. "
o tomo la fotograf¨ªa y no me entero de qui¨¦nes son los que salen", dijo alguna vez.
Otra de las ganadoras es la serie de im¨¢genes que consigui¨® Espen Rasmussen tres meses despu¨¦s del terremoto que sacudi¨® Cachemira en octubre de 2005. El sitio donde estaba ubicada la mayor mezquita de la ciudad de Balakot qued¨® totalmente en ruinas, aun as¨ª, cientos de personas se arrodillan a rezar entre rocas, escombros y polvo. La foto es una panor¨¢mica de una ciudad en el suelo con decenas de personas arrodilladas.
La muestra es un fresco de los acontecimientos m¨¢s importantes de 2006, desde la guerra hasta el famoso cabezazo de Zidane en el mundial de f¨²tbol. El Word Press Photo se entrega anualmente a las mejores fotograf¨ªas publicadas en cualquier parte del mundo. Premia varias categor¨ªas: actualidad, retratos, deportes, entretenimiento y vida cotidiana. El a?o pasado participaron 4.460 fot¨®grafos de todo el mundo. Los ganadores exhiben cerca de 170 im¨¢genes hasta el 1 de septiembre en el aeropuerto de Barajas.
En la categor¨ªa de naturaleza destaca la instant¨¢nea de un le¨®n marino que muestra sus enormes dientes. El canadiense Paul Nicklen se sumergi¨® en el oc¨¦ano Ant¨¢rtico para documentar los h¨¢bitos alimenticios del animal. Lo retrat¨® comi¨¦ndose a un ping¨¹ino del que s¨®lo desech¨® las aletas. El le¨®n lleg¨® a volverse ¨ªntimo del fot¨®grafo, tanto que despu¨¦s de un tiempo compart¨ªa su comida con el visitante. Le acercaba a menos de 30 cent¨ªmetros pedazos de ping¨¹ino ensangrentado. Pero los leones marinos no son siempre tan simp¨¢ticos. En 2003 uno de ellos atac¨® hasta la muerte a una cient¨ªfica. Nicklen lo recordaba, principalmente cuando notaba que el enorme animal se molestaba al ver que su invitado no se com¨ªa el ping¨¹ino que le hab¨ªa obsequiado.
Los viajantes que entre maletas y prisas ven las im¨¢genes, vuelven la vista para ver tambi¨¦n a un gato serval que los observa con sus enormes ojos felinos. Acercarse a un animal de esos es pr¨¢cticamente imposible: huyen al menor contacto y tienen un o¨ªdo capaz de percibir las pisadas de un rat¨®n. Por ello, Michael Nichols, fot¨®grafo de Nacional Geographic, se ingeni¨® un sistema que le permit¨ªa tomar la foto sin estar presente. Dej¨® la c¨¢mara sobre un tr¨ªpode y le coloc¨® un sensor de movimiento que al activarse disparaba. As¨ª aparecieron por su pantalla caravanas de monos, cocodrilos y decenas de felinos. Entre ellos el que le ayud¨® a ganar el premio, un gato serval que mira prepotente.
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