Las dos naturalezas
La fama universal de Roberto Luis Stevenson (Edimburgo, 1850-1894, Samoa), autor de excelentes narraciones y ensayos, se apuntala en La isla de tesoro y en Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Dr. Jekyll y Mr. Hyde es mejor novela cuando ignoramos el final. Para los 240 mil lectores que tuvo durante su primer a?o (1886), que se supone que no sab¨ªan lo que ahora todos sabemos, el descubrimiento de la estremecedora verdad de la vida del doctor Jekyll debi¨® ser un escal¨®n m¨¢s arriba en su experiencia con novelas. ?C¨®mo ser¨ªa la emoci¨®n de esos privilegiados que, consumidos por la intriga, al fin reciben la revelaci¨®n: despu¨¦s de tomar la p¨®cima, Jekyll se convierte en Hyde? Como giro del argumento, es genial. Esos primeros lectores, que no estaban preparados para el golpe, debieron quedar deslumbrados. Nosotros, ya con el dato antes de comenzar la lectura, hemos perdido capacidad de asombro. Aun as¨ª disfrutamos ese don sobrenatural que pose¨ªa Stevenson, la gracia para contar historias. Con el ¨¦xito inmediato, Henry Jekyll y Edward Hyde se transformaron en arquetipos. ?Arquetipos de qu¨¦? ?Del bien y el mal? La caricatura de una idea general es una idea simple: elegante y zarrapastroso, alto y chaparrito, bello y feo, bueno y malo, lo bello es bueno, lo malo es feo, Jekyll y Hyde. As¨ª funciona esta m¨¢quina bipolar pero inexacta.
?De d¨®nde un malo puro como Hyde saca fuerza moral para tomar la poci¨®n y reversar en el bondadoso Jekyll?
Inexacta: es cierto que Edward es malo, pero Henry, originalmente, no es bueno, al menos no es el bueno puro para oponer al malo puro, que es Edward. Jekyll es una mezcla y lo sabe: "yo era las dos naturalezas que peleaban en el campo de mi conciencia". Precisamente lo que quiere el doctor Jekyll es separar esas dos naturalezas. Y con ingenuidad sue?a con cambios redentores para la humanidad: "la vida podr¨ªa liberarse de todo lo que fuera indeseable, lo injusto desaparecer¨ªa... y el justo podr¨ªa caminar inmutable, haciendo el bien". En cuanto a lo f¨ªsico, se establecen dos contrastes: alto Jekyll y bajito Hyde, diferencia que produce un efecto buscado: cuando Jekyll toma la poci¨®n, se convierte en Hyde pero las ropas permanecen y Hyde parece de visita dentro de aquella indumentaria.
El otro contraste est¨¢ en las manos: las de Jekyll son grandes, firmes, blancas, bien parecidas. Las Hyde son torcidas, nudosas, de una palidez oscura y ensombrecida por un vello negro. Todos -el doctor Lanyon, Enfield y Utterson- coinciden en su incapacidad para describir a Hyde, no por amnesia sino porque el gesto rebasa a las facciones, es una mueca intimidante que lo hace ver deforme. Todos sienten repugnancia ante ¨¦l. Lanyon es testigo de la metamorfosis de Jekyll en Hyde y es ¨¦l, aterrado, quien se lo revela al lector. "La punzada real del relato no est¨¢ en el descubrimiento de que un hombre es dos hombres, sino en el descubrimiento de que los dos hombres sean un hombre", dice Chesterton pasando por alto el antitomismo que subyace en Stevenson: el mal nace del bien, como en las plegarias atendidas que, seg¨²n santa Teresa, provocan m¨¢s l¨¢grimas que las no satisfechas.
As¨ª el mal aparece con toda su brutalidad -con Hyde golpeando sin piedad a una ni?a indefensa, asesinando a un se?or muy respetable-, mientras el bien es borroso y en todo caso equ¨ªvoco. Si no, entonces ?por qu¨¦ alguien supuestamente bueno como Jekyll querr¨¢ transformarse en un tipo absolutamente malo como Hyde?
Al contrario de aquellas visiones en que el mal aparece atractivo en la etapa de la tentaci¨®n y espantoso despu¨¦s de la trasgresi¨®n, aqu¨ª la personificaci¨®n de mal sin mezclas, Hyde, ser¨¢ siempre repugnante a los ojos externos y, siempre, delicioso seg¨²n la ¨ªntima sensaci¨®n que Jekyll percibe cuando es Hyde: "me sent¨ªa m¨¢s joven, con el cuerpo m¨¢s pleno, mientras tanto estaba consciente de una imprudencia mental, una corriente desordenada de im¨¢genes sensuales corriendo como en una carrera en mi fantas¨ªa, una soluci¨®n a las ataduras del deber, una desconocida pero no inocente libertad del alma. Me daba cuenta, al aliento de esta nueva vida, que era m¨¢s malvado". Aqu¨ª es inevitable la misma pregunta pero al rev¨¦s: ?de d¨®nde un malo puro como Hyde saca fuerza moral para tomar la poci¨®n y reversar a ser el bondadoso doctor Jekyll?
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