Fischer se enroca con Islandia
Bobby Fischer e Islandia forman una pareja misteriosa y excepcionalmente atractiva. El ajedrecista m¨¢s carism¨¢tico de todos los tiempos, a caballo entre la genialidad y la paranoia, perseguido con sa?a por el Gobierno de EE UU por violar el embargo contra Yugoslavia en 1992, expulsado como cliente por un banco suizo, ha encontrado paz y asilo pol¨ªtico en uno de los pa¨ªses m¨¢s fascinantes y vanguardistas, donde el ajedrez es una pasi¨®n nacional. Fischer, oculto en Reikiavik, cumpli¨® el 9 de marzo 64 a?os (uno por cada casilla del tablero) de una vida digna de un Oscar.
"Fischer puso a Islandia en el mapamundi en 1972". Lo dice el insigne jubilado Fridrik Olafsson en su elegante casa frente a la bah¨ªa, y se entiende mejor tras recorrer el paisaje lunar que separa el aeropuerto de Keflavik de Reikiavik: blanco, negro, llano y desierto, como un tablero de ajedrez sin piezas; nieve en invierno y lava, sin un solo ¨¢rbol en casi 50 kil¨®metros. En 1972, el estadounidense destron¨® a Bor¨ªs Spasski y acab¨® con el reinado absolutista de los ajedrecistas sovi¨¦ticos tras el duelo m¨¢s resonante de la historia. Se disput¨® en el Laugardalur, un complejo polideportivo y de exposiciones que a¨²n existe, y tambi¨¦n se conserva la mesa de juego, que si pudiera hablar recordar¨ªa la tensi¨®n extrema que sinti¨® alrededor.
Olafsson, gran maestro de ajedrez y abogado, fue presidente de la Federaci¨®n Internacional de Ajedrez (FIDE) y del Parlamento de Islandia, el m¨¢s antiguo del mundo (se cre¨® en el siglo X). Y no exagera: la imagen de su pa¨ªs en el mundo era la de unos cuantos miles de pescadores que malviv¨ªan en una isla perdida en la inmensidad del Atl¨¢ntico Norte. Pero aquel duelo salpiment¨® a¨²n m¨¢s la guerra fr¨ªa: el secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, intervino personalmente para convencer al d¨ªscolo Fischer de que viajase a Islandia aunque no se aceptasen todas sus condiciones, y a pesar de sus temores sobre la intervenci¨®n del KGB; para estimularle, un millonario brit¨¢nico, James Slater, dobl¨® la bolsa, con 125.000 d¨®lares; la derrota de Spasski en el deporte que mostraba "el esplendor de la URSS" caus¨® enorme rabia y disgusto en el Kremlin, mientras los libros y juegos de ajedrez se agotaban en casi todo el mundo. Islandia fue noticia cotidiana durante dos meses, gracias a Fischer.
A sus 64 a?os (uno por cada casilla del tablero), Fischer sigue siendo un 'genio lun¨¢tico'
De ah¨ª que sea muy dif¨ªcil encontrar hoy a un island¨¦s a quien le parezca mal que su Gobierno concediese asilo pol¨ªtico a Fischer en 2005, cuando estaba preso en una c¨¢rcel japonesa. Detenido por una orden internacional de busca y captura, Washington hab¨ªa pedido su extradici¨®n por haber disputado, a cambio de tres millones de d¨®lares, un duelo de revancha con Spasski en Sveti Stefan (Montenegro) y Belgrado (Serbia) durante el embargo internacional contra la extinta Yugoslavia. "Lun¨¢tico y genial", "genio enfermo y solitario" y "maravilloso ajedrecista y pobre hombre" son las definiciones que el autor de este reportaje escuch¨® por doquier, en la calle y en clubes de ajedrez, durante cinco d¨ªas de los ciudadanos de toda edad y condici¨®n en un pa¨ªs rico, tan atractivo como caro, con turismo de alto nivel y servicios sociales buen¨ªsimos, que ya no necesita ninguna publicidad para prosperar.
Casi todos los islandeses juegan al ajedrez desde que, en el siglo XI, fue introducido en el pa¨ªs por s¨²bditos ingleses de Canuto el Grande, rey de Dinamarca, Noruega e Inglaterra. Hoy, explicar a un island¨¦s que la pr¨¢ctica del ajedrez desarrolla la inteligencia es tan innecesario como aleccionar a un jiennense sobre los beneficios del aceite de oliva: se practica masivamente en los colegios, y los grandes maestros (la categor¨ªa m¨¢s alta) con dedicaci¨®n exclusiva reciben un sueldo estatal de unos 3.000 euros mensuales. Adem¨¢s del citado Olafsson, otros ex jugadores profesionales son hoy ciudadanos eminentes. Por ejemplo, Margeir Petursson, presidente del banco que lleva su nombre, MP, que canaliza las cuantiosas inversiones islandesas en Ucrania, las rep¨²blicas b¨¢lticas y otros pa¨ªses del este de Europa; o Johann Hjartarson, abogado de la prestigiosa empresa de biogen¨¦tica Decode.
Islandia, que adora el ajedrez, tiene una deuda que ahora paga: el duelo con Spasski le puso en el mapa
Ciertamente, este pa¨ªs tan avanzado, rec¨®ndito y tolerante -el matrimonio entre homosexuales se legaliz¨® en 1996- es el id¨®neo para que "un genio lun¨¢tico" disfrute de su vejez en paz, a pesar de las barbaridades que ha dicho en varias ocasiones y de su antijuda¨ªsmo patol¨®gico, que le ha llevado a negar el holocausto perpetrado por los nazis. El primer ministro island¨¦s lo advirti¨®: "El se?or Fischer gozar¨¢ de todas las ventajas de ser un ciudadano island¨¦s y un asilado pol¨ªtico, pero debe asumir tambi¨¦n sus responsabilidades". Olafsson, Petursson y Hjartarson, as¨ª como los poqu¨ªsimos amigos islandeses de Fischer, le han prometido que no hablar¨¢n sobre ¨¦l con una grabadora en marcha, pero todos coinciden: "Parece imposible que una persona tan inteligente pueda sostener ideas tan descabelladas. Hemos intentado convencerle de que se equivoca, sin ¨¦xito alguno. Y quiz¨¢ sea demasiado tarde para que le vea un m¨¦dico. Entre otras razones, por su man¨ªa persecutoria; teme que un psiquiatra le haga da?o a prop¨®sito, o le envenene con p¨ªldoras". Esa obsesi¨®n ha provocado tambi¨¦n que Fischer rompa su relaci¨®n con una de las personas que m¨¢s se han esforzado en ayudarle, Saemi Palsson, su guardaespaldas durante el Mundial de 1972, a quien ahora acusa de ser "agente de la CIA".
Como les ocurre a millones de aficionados al ajedrez en todo el mundo, para quienes Fischer sigue siendo su ¨ªdolo aunque ello les obligue a volverse sordos ante sus chirriantes exabruptos, los islandeses valoran m¨¢s su lado bueno. Lo explica Gudmundur Thorarinsson, quien sufri¨® grandes pesadillas durante aquel hist¨®rico duelo contra Spasski de 1972, cuando ¨¦l era presidente de la Federaci¨®n Islandesa de Ajedrez, con la obligaci¨®n de soportar las tremendas exigencias de Fischer; por ejemplo, que no hubiera c¨¢maras de televisi¨®n, a pesar de las importantes p¨¦rdidas econ¨®micas que ello acarreaba; o jugar una de las partidas entre bastidores, sin p¨²blico. Hoy, Thorarinsson es miembro del Comit¨¦ de Ayuda a Fischer: "Aparte de que Islandia est¨¢ en deuda con ¨¦l, ayudarle es una cuesti¨®n de pura justicia. Que yo sepa, no hay nadie m¨¢s que siga siendo perseguido, quince a?os despu¨¦s, por violar el embargo contra Yugoslavia. Para empezar, dudo de que jugar unas partidas de ajedrez suponga tal violaci¨®n. Adem¨¢s, cualquiera que haya le¨ªdo la autobiograf¨ªa de Clinton recordar¨¢ c¨®mo se muestra condescendiente con las empresas estadounidenses que traficaron con armas durante la guerra civil de Yugoslavia", recuerda Thorarinsson en su amplio despacho de consultor de ingenier¨ªa. Tampoco olvida la fuerte impresi¨®n que le produjeron unas palabras que atribuye a la embajadora de EE UU en Islandia, Carol van Voorst: "Cuando le expres¨¦ mi asombro porque siguieran persiguiendo a Fischer quince a?os despu¨¦s, me contest¨® que su delito, con castigos que pueden llegar a los 250.000 d¨®lares de multa y 10 a?os de c¨¢rcel, no prescribe nunca porque se considera una traici¨®n a EE UU". Sin embargo, un portavoz de la embajadora dijo a EL PA?S que "no recuerda" haber dicho eso y que desconoce si la situaci¨®n actual es igual ahora que en 2005.
El ajedrez le enganch¨® con tal fuerza, a los seis a?os, que su mente se convirti¨® en una llanura blanquinegra
La sa?a de Washington contra Fischer hace que algunos de sus amigos crean que el Gobierno de EE UU presion¨® al poderoso banco suizo UBS para que cancelase su cuenta y transfiriese los fondos a Islandia en contra de la voluntad de su cliente; otros atribuyen ese rar¨ªsimo comportamiento de un banco helv¨¦tico a las manifestaciones antijud¨ªas de Fischer, conect¨¢ndolas con el dinero de los nazis en bancos suizos. En todo caso, los 111 folios de documentaci¨®n sobre el asunto que Fischer guarda escrupulosamente aclaran lo que ocurri¨®, pero no el porqu¨¦. El UBS transfiri¨® el 5 de agosto de 2005, sin el permiso de Fischer, 3.058.731,66 francos suizos (1,9 millones de euros) a un banco island¨¦s. La tercera parte de esa cantidad corresponde a dep¨®sitos en oro y plata que el banco liquid¨® en un momento de cotizaci¨®n muy desfavorable para Fischer, quien asegura que un directivo del banco le hab¨ªa confesado telef¨®nicamente: "Estamos sufriendo una presi¨®n tremenda en este caso". Sin aclarar a qu¨¦ se refer¨ªa.
Adem¨¢s de la deuda moral de Islandia y de la justicia, Thorarinsson arguye un tercer motivo para apoyar a Fischer: "Es uno de los grandes h¨¦roes del deporte de todos los tiempos. El Mundial contra Spasski de 1972 en Reikiavik fue bautizado como el duelo del siglo, pero yo creo que ser¨ªa m¨¢s preciso el Duelo de la Historia, con may¨²sculas. Estamos hablando de un hombre solo, de origen pobre, rebelde e independiente, contra todo el imperio sovi¨¦tico, que apoyaba el ajedrez con recursos gigantescos porque lo consideraba un escaparate de la grandeza comunista. Fischer, hombre de inteligencia excepcional, dedic¨® lo mejor de su vida a una sola cosa, olvidando su formaci¨®n como ser humano. ?sa es la fuente de todos sus problemas". Y para reforzar lo de la inteligencia, recuerda una an¨¦cdota de 1972: "Fischer llam¨® a casa de Olafsson, y contest¨® la hija de ¨¦ste, de 10 a?os, con unas frases en island¨¦s que Bobby me repiti¨® perfectamente al d¨ªa siguiente, a pesar de que no conoc¨ªa el idioma, para que yo le tradujera lo que hab¨ªa dicho la ni?a".
Fischer dice con frecuencia que el ajedrez cl¨¢sico ya no le interesa, pero sus actos le delatan
La nueva victoria sobre Spasski en el duelo de revancha de 1992 en la extinta Yugoslavia y el dep¨®sito de los tres millones de d¨®lares del premio en el banco UBS marcaron una etapa de razonable felicidad. Fischer mantuvo un romance con la h¨²ngara Zita Rajcsanyi, tuvo despu¨¦s un hijo con una filipina y termin¨® asent¨¢ndose en Tokio, donde conoci¨® a su pareja actual, Miyoko Watai, quien pasa temporadas con ¨¦l en Reikiavik. Pero sus allegados islandeses aseguran que un hecho acaecido a finales de 1998 le produjo una tremenda amargura, perceptible todav¨ªa hoy cuando habla de ¨¦l: dada su condici¨®n de pr¨®fugo de la justicia estadounidense y presunto evasor de impuestos, todos sus bienes y recuerdos personales fueron subastados en Pasadena (California). Y a¨²n peor fue su detenci¨®n en el aeropuerto de Tokio, el 13 de julio de 2004, a punto de volar a Filipinas, cuando un polic¨ªa comprob¨® que su pasaporte coincid¨ªa con el de un individuo en la lista de ¨®rdenes internacionales de busca y captura. El calvario dur¨® hasta el 27 de abril de 2005, cuando el Gobierno island¨¦s le extendi¨® un pasaporte mientras el Comit¨¦ de Ayuda convenc¨ªa a las autoridades japonesas para que no concedieran la extradici¨®n solicitada por EE UU.
Su vida desde entonces en Reikiavik es casi monacal, en un apartamento cercano al paseo mar¨ªtimo, siempre desordenado, con libros, revistas y papeles por doquier. Al principio iba asiduamente a las piscinas termales, pero ya no, porque teme que el cloro le estropee la piel; apenas pasea, como le recomiendan sus amigos, preocupados porque est¨¢ engordando. Va a menudo a librer¨ªas de segunda mano y a la biblioteca p¨²blica, donde consulta muchos libros de tem¨¢tica variada, relacionados sobre todo con la pol¨ªtica internacional; los libreros le describen como "una persona correcta, pero muy reservada". Sigue teniendo un gran apetito, est¨¢ convencido de que el alcohol en peque?as dosis cotidianas es beneficioso para la salud, frecuenta los restaurantes asi¨¢ticos (tomando antes muchas precauciones en cuanto a su seguridad), y tambi¨¦n disfruta del pescado y el cordero en los de cocina islandesa; no va jam¨¢s a un club de ajedrez y casi no tiene vida social. Se muestra en contra de un proyecto hidroel¨¦ctrico que puede da?ar los parajes naturales de Islandia, que son los m¨¢s grandes de Europa. Y aboga por que su pa¨ªs de acogida rompa las relaciones diplom¨¢ticas con EE UU.
EE UU persigue a¨²n a Fischer por su duelo con Spasski de 1992, que viol¨® el embargo a Belgrado
El 27 de mayo de 2005 le visit¨® Spasski, y los amigos de ambos organizaron una comida, pidiendo al due?o del restaurante que lo cerrase, para servirles s¨®lo a ellos preservando su intimidad. Cuando llamaron a Fischer para decirle que ya pod¨ªa ir, porque todas las medidas de seguridad requeridas hab¨ªan sido tomadas, ¨¦l se neg¨®; Spasski fue a su casa para convencerle de que ning¨²n periodista o fot¨®grafo estaba al corriente de la reuni¨®n; Fischer accedi¨® entonces, pero nada m¨¢s entrar en el restaurante escudri?¨® todos los rincones para asegurarse de que no hab¨ªa nadie escondido.
Fischer dice con frecuencia que el ajedrez cl¨¢sico ya no le interesa, que est¨¢ demasiado influido por las computadoras, e incluso que muchas partidas de la ¨¦lite est¨¢n ama?adas, aunque no haya ninguna prueba ni indicio de ello. Pero sus propios actos le delatan: el 9 de diciembre, el canal de televisi¨®n Rikis¨²tvarpio transmiti¨® una partida r¨¢pida en directo entre dos islandeses de segunda fila. Poco despu¨¦s del fin de la partida, Fischer llam¨® al estudio y propuso un remate bell¨ªsimo, mejorando el que se hab¨ªa producido en directo. Ha hablado de la posibilidad de reaparecer en un duelo que se juegue con el sistema Fischer (sorteando la posici¨®n de las piezas antes de cada partida), siempre que los honorarios y premios le satisfagan. Sin embargo, sigue teniendo mucho miedo de ser "secuestrado" por el Gobierno de EE UU si el encuentro se disputa fuera de Islandia, como lo tuvo durante las escalas en Londres y Copenhague cuando vol¨® desde Tokio a Reikiavik. Preguntado por la situaci¨®n legal de Fischer en un tercer pa¨ªs, el portavoz de la Embajada norteamericana en Islandia dijo ignorar la respuesta.
Durante mi estancia en Reikiavik para elaborar este reportaje escrib¨ª tres cartas a Fischer, que ¨¦l recibi¨® a trav¨¦s de uno de sus pocos amigos, el gran maestro Helgi Olafsson. En ellas le record¨¦ nuestros agradables encuentros de 1991 (Francfort y Los ?ngeles) y 1992 (Sveti Stefan y Belgrado) y propuse que nos vi¨¦ramos.
Le insist¨ª en su simb¨®lico 64? cumplea?os (uno por cada casilla del tablero) del 9 de marzo y en el gran inter¨¦s p¨²blico de una entrevista grabada en la que, entre otros temas, podr¨ªamos hablar de pol¨ªtica internacional, que tanto le atrae. Y le garantic¨¦ que podr¨ªa leer el texto antes de su publicaci¨®n, como exigi¨® siempre en las pocas entrevistas concedidas a lo largo de su vida. Tras la tercera misiva, Olafsson me contesta: "A pesar del odio de Bobby a los periodistas en general, su opini¨®n sobre usted es muy positiva, y recuerda con agrado sus encuentros anteriores. Quiz¨¢ le llame a su hotel, probablemente de noche. Como usted sabe, es un hombre de mucha vida nocturna".
En un hotel cercano a su casa, paso pegado al tel¨¦fono de mi habitaci¨®n el 8 de febrero, ¨²ltimo d¨ªa de mi estancia, y duermo con el aparato muy cerca, pero no suena. De madrugada, en la carretera que atraviesa el paisaje lunar camino del aeropuerto, pienso en que quiz¨¢ sea mejor as¨ª: cada vez que habla, Fischer es incapaz de sujetar a sus demonios, esos que han manchado y enturbiado una vida excepcional, y han da?ado un cerebro muy poderoso, que podr¨ªa haberse aprovechado mucho m¨¢s, tanto en el ajedrez como en otros campos. Tal vez ¨¦sta sea su pen¨²ltima jugada genial: el enroque con Islandia.
El Mundial de 1972 en Islandia fue hist¨®rico: un joven rebelde e independiente, contra el imperio sovi¨¦tico
Su vida en Reikiavik es monacal, apenas pasea, engorda, va a la biblioteca y no pisa un club de ajedrez
Solo y superdotado
CONOCER LA INFANCIA de Fischer es imprescindible para comprender su vida. Naci¨® en Chicago en 1943, en plena II Guerra Mundial. La miseria y el hambre dominaron sus primeros cumplea?os. Bobby ya era un ni?o solitario, como reconoci¨® a?os despu¨¦s, ya adulto: "Mi padre dej¨® a mi madre cuando yo ten¨ªa dos a?os. Nunca le he visto. Mi madre s¨®lo me dijo que su nombre era Gerhardt y que era de origen alem¨¢n. Los ni?os que crecen sin un padre se vuelven lobos". Regina, jud¨ªa, hiperactiva, culta, pol¨ªglota (hablaba seis idiomas), simpatizante del comunismo, estudiante de medicina durante cinco a?os en Mosc¨², fue investigada por el FBI, que la consideraba paranoica y sospechosa de espiar para la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Todo indica que, en realidad, el padre biol¨®gico de Fischer no fue el biof¨ªsico Gerhardt (supuesto esp¨ªa de Alemania Oriental), sino el inmigrante h¨²ngaro Paul Nemenyi, genial cient¨ªfico de f¨ªsica at¨®mica y colaborador en la construcci¨®n de la bomba nuclear, muerto el 1 de marzo de 1952. Tras las mudanzas a California, Arizona y Nueva York, el ajedrez le enganch¨® con tal fuerza, a los seis a?os, que su mente se convirti¨® en una llanura blanquinegra y des¨¦rtica, como el paisaje desde Keflavik a Reikiavik. Su madre se preocup¨® mucho por esa obsesi¨®n, como les ocurri¨® m¨¢s tarde a las de los sovi¨¦ticos Anatoli K¨¢rpov y Gari Kasp¨¢rov; pero, a diferencia de ¨¦stas, ni Regina ni su familia y allegados ni los profesores de Bobby lograron que el ni?o se desarrollase como persona, a pesar de que su cociente intelectual era de 180, alt¨ªsimo incluso para un superdotado (a partir de 130), seg¨²n certific¨® el colegio Erasmus Hall.
Harta de las constantes broncas con su hijo, Regina le dej¨® viviendo solo en Brooklyn y se fue al Bronx. ?l ten¨ªa 16 a?os y ya hab¨ªa ganado dos veces el Campeonato Absoluto de EE UU; un d¨ªa dej¨® los estudios: "Los maestros me parecen m¨¢s est¨²pidos que los propios alumnos", y convirti¨® su vida en un caos; quienes le visitaron en su casa por aquella ¨¦poca aseguran que el desorden era terrible, al igual que las pocas personas que le han visitado en su actual domicilio de Reikiavik.
Desde ese momento se desarrollaron sus fobias contra comunistas y sovi¨¦ticos, paralelamente a su enorme talento para el ajedrez. Muchos le consideran el mejor jugador de todos los tiempos, y ni siquiera Kasp¨¢rov lo niega.
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