Woods ya es 13 veces grande

Como cualquier golfista que se precie, Tiger Woods tiene sus man¨ªas. Dentro del campo y fuera de ¨¦l. Pero no consta que, a sus 31 a?os y curado de espantos, el estadounidense sea supersticioso. Eso, a pesar de que su 13? t¨ªtulo del Grand Slam, hacia el que anoche caminaba en el Campeonato de la PGA norteamericana, se le ha venido resistiendo esta temporada de forma mal¨¦vola. Porque mal¨¦volo puede antojarse quedar el segundo en el Masters de Augusta, en abril, y en el Open de su pa¨ªs, en junio -en el Brit¨¢nico, la otra cita grande, en julio, s¨®lo fue el duod¨¦cimo-. En definitiva, esa cifra no era para ¨¦l m¨¢s que un paso obligado en su andadura hacia el fabuloso r¨¦cord que ya tiembla de su compatriota Jack Nicklaus: 18 majors en sus vitrinas.

El campe¨®n supo resistir sin inmutarse el acoso insistente de Austin y de Els

"Sabe que va a ganar porque sabe a la perfecci¨®n lo que debe hacer en sus circunstancias para ganar", comentaban ayer quienes conocen bien a Woods antes de que diera comienzo la cuarta y ¨²ltima vuelta por los links del club Southern Hills Country, de Tulsa (Oklahoma). Y, por supuesto, lo comentaba ¨¦l mismo: "En efecto, s¨¦ lo que debo hacer para ganar. Tengo la experiencia suficiente para imponerme en una situaci¨®n semejante".

Circunstancias... Una situaci¨®n semejante... S¨ª, Woods blandi¨® su driver en el hoyo 1 no s¨®lo como l¨ªder de la competici¨®n, sino adem¨¢s con una ventaja sustancial trat¨¢ndose de ¨¦l: tres golpes sobre el canadiense Stephen Ames, cuatro sobre el tambi¨¦n estadounidense Woody Austin, cinco sobre el australiano John Senden y seis sobre el surafricano Ernie Els, su adversario m¨¢s consistente en principio. Circunstancias... Una situaci¨®n semejante... S¨ª, todo apuntaba hacia su triunfo porque nunca se le escap¨® antes un torneo mayor cuando enfil¨® el recorrido final yendo al frente del pelot¨®n de aspirantes.

Unos aspirantes entre los que no se hallaba Sergio Garc¨ªa. A sus 27 a?os, el espa?ol tuvo que cerrar el s¨¢bado de una manera imprevista, sorprendente, su participaci¨®n en el ¨²ltimo certamen del curso para estrenarse al fin en el Grand Slam, para inscribir su nombre por primera vez entre los ganadores de sus trofeos, ¨¦sos que imprimen car¨¢cter y hacen pasar a la posteridad, pero que se le resisten.

Casi parece que alguien ha echado a Garc¨ªa una maldici¨®n. En el British, un mes atr¨¢s, tuvo a su alcance su primera gran victoria. Domin¨® desde la primera hasta la tercera vuelta. En la cuarta, como acostumbra, le tembl¨® la mente, le temblaron las manos, y vio bandera a bandera c¨®mo sus posibilidades se empeque?ec¨ªan. En el ¨²ltimo green, sin embargo, el irland¨¦s Padraig Harrington fall¨® y le brind¨® el ¨¦xito si embocaba un putt de unos dos metros. La fatalidad quiso que la pelota rozara el borde interno del agujero y saliera despedida. As¨ª que desempate y... nueva derrota.

En Tulsa tambi¨¦n empez¨® Garc¨ªa bien, en el grupo de cabeza. Pero pronto se vino abajo. Su colmo fue que, al t¨¦rmino de la tercera jornada, fue descalificado por un error calamitoso: firmar su tarjeta con un golpe menos de los que realmente hab¨ªa dado. En el hoyo 17 hizo un bogey, pero rubric¨® un par. Su compa?ero de partido, el norteamericano Boo Weekly, le disculp¨® a medias: "Mi culpa fue haberme equivocado de marcador. La suya, no haber comprobado los datos". Lamentable.