El juego de los poderosos

Las reglas del juego de un festival como el de Macerata (Italia) est¨¢n claras. Lo determinante es el espacio, el Sferisterio. All¨ª se jugaba antes al pallone, una especie de juego de pelota. La pared que queda es de grandes dimensiones. El escenario es fundamentalmente horizontal. Tiene magia el lugar, con dimensiones al estilo del cinemascope, que condicionan una particular est¨¦tica.

All¨ª acude un p¨²blico variopinto, de todas las edades y nacionalidades, que llena los espect¨¢culos. Pierluigi Pizzi ha planteado su segunda edici¨®n como director art¨ªstico del festival bajo el lema El juego de los poderosos, y alrededor de ello se han programado ¨®peras como Macbeth, Norma o Maria Stuarda. Tambi¨¦n se ha realizado un homenaje al tenor Beniamino Gigli, natural de la vecina Recanati, pero eso es otra historia.

El fascinante espacio teatral de Macerata no admite soluciones basadas en el caos. Es un territorio para el orden, la simetr¨ªa, el color, un concepto antiguo de la belleza. Pizzi, un humanista de los que quedan pocos, se mueve a sus anchas en estas condiciones. Su planteamiento de Macbeth es magistral. En rojos, grises y negros, otorgando un significado culto a cada movimiento individual o colectivo, enfatizando el papel de los coros o de los grupos de acrobacia que se integran en la acci¨®n.

Impone este clasicismo humanista en v¨ªas de extinci¨®n. Las soluciones teatrales propuestas pasan por la arquitectura, por la geometr¨ªa, por el equilibrio del color, por la ocupaci¨®n racional y est¨¦tica del espacio.

La madurez narrativa de Pizzi mostr¨® todo su esplendor en un Macbeth rebosante de una sabidur¨ªa de la austeridad. En Norma, con direcci¨®n de Gasparon, sobresalieron las cantantes femeninas: Dimitra Theodossiou y Daniela Barcellona. Es lo que m¨¢s se desea de esta ¨®pera emblem¨¢tica. Con unas y otras cosas cumple su papel a la perfecci¨®n este festival italiano cada d¨ªa m¨¢s valorado.