Juan Diego Fl¨®rez desata la locura

Rossini se ha desdoblado. Su esp¨ªritu, la esencia de su pensamiento, la mantiene Alberto Zedda, director art¨ªstico del Festival de Pesaro, pero, sobre todo, un conocedor profundo y sensible de todos los secretos del compositor. Por otra parte, el canto rossiniano est¨¢ representado a la perfecci¨®n por el tenor peruano Juan Diego Fl¨®rez, que est¨¢ dando estos d¨ªas en Pesaro una lecci¨®n magistral de belcantismo con el personaje de Rodrigo en la ¨®pera Otello.

No s¨¦ si ser¨¢ fruto de la fuerza arrolladora que desprende el tenor, pero estoy empezando a pensar que nunca se ha cantado Rossini anteriormente con tal grado de perfecci¨®n y belleza. En fin, si exagero, perd¨®neme en esta ocasi¨®n, pero es lo que siento. Otello no es una ¨®pera f¨¢cil de cantar. Exige, de entrada, tres tenores de primera. La dificultad de encontrarlos explica que se haya programado, en todo el mundo, solamente unas treinta veces desde 1954 hasta ahora. Se cay¨® del reparto inicial Giuseppe Filianoti, y se cay¨®, en sentido literal, en plenos ensayos, Chris Merritt, hinch¨¢ndosele desmesuradamente un pie y teniendo que ser sustituido en la mayor parte de las funciones. El tercer tenor, Juan Diego Fl¨®rez, resisti¨® sin ning¨²n tipo de vacilaci¨®n. Form¨® anteayer la terna con un estupendo Gregory Kunde y con el cada vez m¨¢s inspirado Jos¨¦ Manuel Zapata, que ya est¨¢ preparando para febrero su deb¨² en el Metropolitan de Nueva York, con Rossini, por supuesto. Y a ellos se uni¨® la Desd¨¦mona de Olga Peretyatko, que viene de la cantera de la Academia Rossiniana y desarrolla su personaje con gusto y personalidad. Con todos ellos, la tarde se convirti¨® en una fiesta del canto.

Renato Palumbo dirigi¨® con finura y sentido del orden a una orquesta del Comunal de Bolonia que son¨® empastada y ¨¢gil. El ¨¦xito fue grande, en especial para Juan Diego Fl¨®rez. Su aria del segundo acto, Che ascolto, che dici, levant¨® una de esas reacciones de locura colectiva de las que cada d¨ªa se ven menos.