El caos en la ayuda provoca saqueos
La llegada de los f¨¦retros para enterrar a las 500 v¨ªctimas del terremoto se adelanta a los alimentos
La lenta y err¨¢tica distribuci¨®n de alimentos, agua y ropa tras el terremoto del mi¨¦rcoles ocasion¨® ayer actos de saqueo. Los m¨¢s desesperados trataban de hacerse a la fuerza con las ayudas que el Gobierno transportaba en camiones. Se vivieron escenas de enorme crispaci¨®n. En Ica capital, en la Panamericana Sur, la turba de sublevados intercept¨® la caravana con los donativos. Hubo disparos disuasorios y voces que pidieron la presencia del Ej¨¦rcito. "Si mi hijo se est¨¢ muriendo de sed, yo me hago saqueador", gritaba uno de los damnificados. La llegada de las ayudas en barcos y aviones de las Fuerzas Armadas coincidi¨® con la de los ata¨²des por carretera para enterrar a los m¨¢s de 500 muertos de esta cat¨¢strofe y que casi se adelantan a la comida.
La primera vez que Ica se mir¨® en el espejo, cuando se hizo de d¨ªa el jueves al alba, vio que era lo m¨¢s parecido a un territorio bombardeado. El presidente Alan Garc¨ªa recorr¨ªa las zonas afectadas con una consigna: "Ning¨²n peruano morir¨¢ de hambre, ning¨²n peruano morir¨¢ de sed". Ayer exhortaba a los supervivientes a pacificar sus modales ante la necesidad de ayuda. Primero les pidi¨® que acudieran a los puntos de reparto, despu¨¦s accedi¨® a distribuir bolsas de alimentos y l¨ªquidos en la calle y, finalmente, dispuso que se dieran las raciones puerta a puerta. Per¨² no hab¨ªa salido ayer de la conmoci¨®n que le ha provocado este desastre, que, adem¨¢s de los muertos, ha causado un millar de heridos, destruido 17.000 casas y generado decenas de miles de damnificados.
Los vecinos de Ica recibieron por primera vez agua potable en la avenida de San Rom¨¢n Rojas. Desde primeras horas de la ma?ana, los peruanos fueron convocados a cumplir con un nuevo deber c¨ªvico: donar sangre. Esta cat¨¢strofe es una prueba sobre la capacidad de reacci¨®n de Per¨² y de su Gobierno. El presidente apel¨® a la generosidad de su pueblo para "arrimar el hombro" en esta crisis nacional, pero los saqueos y la delincuencia amenazaban con arruinar la idea de un pa¨ªs solidario.
Es la hora de la reconstrucci¨®n de una vasta regi¨®n poblada por 300.000 habitantes, Ica, cuyas provincias implicadas en este terremoto (Chincha, Pisco, Nazca y la propia capital del mismo nombre) han quedado irreconocibles. Curiosamente, al tercer d¨ªa las autoridades dec¨ªan que sobraban m¨¦dicos pero faltaban alba?iles. Con todo, el adobe ahora anatemizado por las casas diezmadas de los barrios pobres seguir¨¢ siendo utilizado como material de construcci¨®n.
Mientras las ayudas b¨¢sicas comenzaban a llegar dificultosamente, segu¨ªan brotando cad¨¢veres bajo los escombros, lo que, junto a las r¨¦plicas del se¨ªsmo, hac¨ªa pensar en el cuento de nunca acabar.
Problema de distribuci¨®n
El problema es la distribuci¨®n. Per¨² es un pa¨ªs abrupto y boscoso, y ayer se esperaba la intervenci¨®n de expertos en abrirse camino en la selva para llegar hasta las v¨ªctimas, que nadie ha visto a¨²n porque sus viviendas son inaccesibles. Elena Romero Godoy, una mujer destrozada que perdi¨® su casa pero, milagrosamente, no a su madre de 90 a?os, aprovecha la visita del periodista para implorar: "Diga a las autoridades de mi pa¨ªs que vengan a ayudarnos personalmente. No me f¨ªo de los m¨ªos".
En Chincha, los ni?os lloran de hambre porque llevan mucho sin probar leche ni apenas beber agua. Junto a los alimentos, la primera demanda segu¨ªa siendo el agua. Para bombear los pozos y llenar las cisternas se necesitaban m¨¢s grupos electr¨®genos. En alguna zona hab¨ªa gente que llevaba dos d¨ªas sin comer ni poder matar la sed.
Adem¨¢s de la falta de alimentos est¨¢ la falta de noticias sobre el paradero de los parientes desaparecidos. Las empresas telef¨®nicas instalaron cabinas gratuitas en San Mart¨ªn (Ica) para que las familias se pusieran en contacto. La falta de fluido el¨¦ctrico y la oscuridad incentiva la delincuencia. El grupo de presos fugados del penal Tambo de Mora (Chincha, Ica) sembr¨® el miedo, en tanto se les buscaba para su captura. En la misma localidad, alguien corri¨® un rumor: "?Tsunami!", grit¨®, y la gente huy¨® hacia los cerros.
La gente deambula de un modo demencial por la calle, como si lo ocurrido fuera con ella. Algunos gritan para quejarse de que el tiempo se ha vuelto loco, pues ayer llov¨ªa torrencialmente y los rel¨¢mpagos recordaban los fogonazos de luz viol¨¢cea que precedieron el apag¨®n del mi¨¦rcoles, cuando la tierra tembl¨® por primera vez.
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