Sin toque de queda
La Costa del Sol garantiza turismo, tiendas, restauraci¨®n y bares las 24 horas del d¨ªa
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El recorrido empieza en Nerja y cruza la Costa del Sol de cabo casi a rabo. El objetivo es pasar 24 horas del d¨ªa disfrutando de las maravillas que ofrece el litoral m¨¢s conocido de Andaluc¨ªa que no son s¨®lo las tres eses que llenan la boca de muchos turistas nada m¨¢s bajar del avi¨®n: ?Sex, sun and sangr¨ªa!
- 08.49 Es la hora exacta que marca el reloj de la plaza del ayuntamiento de Nerja. En el Balc¨®n de Europa, un mirador muy concurrido del pueblecito de Verano azul por sus vistas al mar, hay una cafeter¨ªa llamada La Biznaga. Por su nombre, parece t¨ªpica espa?ola. Nada. Carta en ingl¨¦s, "pero por detr¨¢s est¨¢ en espa?ol", dice el camarero. Desde los confines de Europa, se ve la playa desierta. A¨²n es demasiado pronto.
- 10.50 Parada en Frigiliana para admirar sus casas blancas como la nieve. Aunque es precioso, nadie advierte de lo claustrof¨®bico de conducir por sus calles angostas y empedradas. En la plaza del pueblo, se mezclan los lugare?os, recios y tiznados, con la blancura a¨²n impoluta de los turistas. Es un lugar ex¨®tico, con casas bajas, blancas y repletas de macetas con geranios; poco tr¨¢fico, poco ladrillo y poca construcci¨®n.
- 12.15 Para buscar la costa, hay que tomar la A-7, que lleva a la playa de Valle Niza, del municipio de V¨¦lez-M¨¢laga. Cruzando el pueblo, aparece la arena negra y un poco sucia de la playa. S¨®lo hay dos playeras muy at¨ªpicas que, adem¨¢s, han plantado una especie de chabola con maderas, cubiertas por toallas. ?Para proteger del sol al beb¨¦ que llevan? ?Para pasar una semana? En el lugar no hay hamacas. Tampoco chiringuitos. A lo lejos, se vislumbran cuatro sombrillas. "40 d¨ªas y 40 noches aqu¨ª", saluda un hombre, muy moreno de piel. Se dirige a una mujer cargada con sillas de playa. La escena toma la forma inequ¨ªvoca de un verano en la Costa del Sol.
- 14.15 Se tardan 25 minutos en recorrer un tramo que se hace en diez. La Costa del Sol se muestra en todo su esplendor. Pero el telef¨¦rico vale el esfuerzo. Quince cabinas, que suben unos 750 metros ("?alta monta?a!"), hasta la cima del Calamorro. El espect¨¢culo es muy edificante, en el sentido estricto del t¨¦rmino. S¨®lo se ven edificios. Ha llegado la hora de comer, y lo mejor es hacerlo en el pueblo, en un lugar que se define "casero". En unas sillas de pl¨¢stico rojas y unas mesas cerveceras, por 7,5 euros, se come: gazpacho, un san Jacobo, patatas y un huevo frito. Caf¨¦ y bebida incluidos. De nuevo en el camino, en un coche cocido al sol.
- 18.30 En Mijas, la atracci¨®n municipal son los burrotaxis. Por 10 euros un burro, decorado estilo andino, pasea al turista por el pueblo. Por 15 euros, el viaje es en carromato. "Cuantos cabemos en la cacharra", pregunta una mujer, que coge de la mano a dos ni?os que miran a los animales con ojos como piruletas. Por la calle, esparcidas como miguitas de pan, est¨¢n sus defecaciones chafadas. Huele a cuadra.
- 20.00 Puestos en animales, la siguiente parada es el Zool¨®gico de Fuengirola. Curiosamente, est¨¢ lleno. Nada tiene que ver con un zoo t¨ªpico. Est¨¢ en medio de la naturaleza, monos, aves extra?as, hipop¨®tamos. La inmersi¨®n en el zoo es como entrar en un mundo a parte, selv¨¢tico y biling¨¹e: se escuchan ingl¨¦s y espa?ol casi a la par.
- 21.12 Ha llegado el momento de la joya de la corona: Marbella. Desde la carretera se advierte lo que se avecina, campos de golf, urbanizaciones, gr¨²as, tochos... Pero Marbella no es s¨®lo Malaya, ni inmobiliarias alemanas, inglesas, rusas... Es ?Puerto Ban¨²s! Yates, coches de lujo, gente guapa. Desde las terrazas, sentados al sol, la gente les mira pasar. "?Marta! ??stos quieren ir a ver el barco ese grande!" le grita un hombre a su mujer. "Pues vete t¨²", le contesta. Marbella es lujosa y grande, y conviven Guccis con chanclas de playa. En tanto, se ha hecho negra noche. Y es joven y ferial, en la capital malague?a.
- 00.24 Calle Larios, en el centro de M¨¢laga, a¨²n no es demasiado tarde para cenar. Se prodiga el producto nacional. "?Un poquito de Cartojal para beber?", pregunta el camarero. El restaurante est¨¢ rebosar, parece que nadie tiene horario ni prisa, s¨®lo calor. La broma asciende a 60 euros.
- 01.38 Despu¨¦s de recorrer tres bares, llenos y sin estilo definido (ahora Bisbal, ahora AC/DC), la ¨²nica nota en com¨²n es el calor y las horas acumuladas de fiesta pintadas en las caras. El ¨²ltimo lugar para quemar las ganas que queden de baile es la "feria de noche".
- 02.50 Despu¨¦s de las casetas y las sevillanas, el hambre llama de nuevo. En la zona del Palo, El Pimpi sigue abierto. "?Unas gambas a la plancha son posibles a¨²n?". "?Claro!", contesta el due?o del garito, que es poco m¨¢s que una barra. Ya no quedan dudas, la Costa del Sol no tiene horario, ni toque de queda, ni nada que se la parezca. Entre santos y Jesucristos colgados en la pared, la gente se contornea con el folclore de Antonio Molina.
- 05.00 Despu¨¦s de m¨¢s bares, llega el momento del recuento: Verano azul, pueblos blancos, playas, telef¨¦rico, gazpacho, burrotaxis, tigres, yates, ferias... El d¨ªa se acaba, pero antes, una visita a urgencias, para ver qu¨¦ efecto provocan los excesos. Las administrativas en recepci¨®n aseguran que la noche ha sido tranquila: "La gente est¨¢ pas¨¢ndoselo bien". En la sala de espera, s¨®lo se encuentran dos hombres durmiendo a pierna suelta en las sillas de pl¨¢stico azul del hospital. Las noticias que esperan nos les quita el sue?o.
Despu¨¦s de m¨¢s de 20 horas de trayecto, llega el punto y final, aunque la Costa del Sol tiene cuerda para rato.
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