El hurac¨¢n Katharina
La biznieta de Wagner ha desatado una tormenta. Por sus alusiones a los nazis en 'Los maestros cantores' y por la disputa que mantiene por heredar la direcci¨®n del Festival de Bayreuth. Lo cuenta en esta entrevista
Ha desatado un temporal sin que se le mueva un pelo, y ahora observa la resaca. "Siempre queda mucho trabajo por hacer y se pueden mejorar las cosas, pero estoy m¨¢s o menos satisfecha. Estamos en 2007 y tenemos esa historia terrible del III Reich. Alguien ten¨ªa que decir algo. Hitler utiliz¨® Los maestros cantores de N¨²remberg y yo no puedo negarlo. Su uso por los nazis es parte de la historia de la obra, como se hab¨ªa puesto de manifiesto en algunos montajes, pero no en Bayreuth. Y alguien ten¨ªa que hacerlo", dice Katharina Wagner.
"Alguien ten¨ªa que hablar en Bayreuth de los nazis y Wagner", declara la biznieta del compositor
No es poco para una joven de 29 a?os que, con su puesta en escena de la ¨®pera citada, la favorita del f¨¹hrer, que inaugur¨® el pasado 25 de julio el Festival de Bayreuth, ha escandalizado al templo de los adoradores del genio alem¨¢n por antonomasia, su bisabuelo Richard Wagner, al que espera, sin embargo, suceder casi de inmediato como sexta gestora del festival, creado en 1876 por el fundador de la dinast¨ªa.
Para la corte de fieles guardianes de las esencias, con su versi¨®n de la ¨²nica comedia de Wagner, en la que se exaltan los valores art¨ªsticos del pueblo alem¨¢n, Katharina ha cometido dos grav¨ªsimos pecados: escenificar el discurso nacionalista de su antepasado, poniendo un acento claro en sus afinidades con la ideolog¨ªa que luego sustentar¨ªa el nazismo; su puesta en escena hizo bailar al compositor en calzoncillos, entregado a juegos masturbatorios junto a Bach, Mozart, Beethoven, Goethe o Schiller. La joven directora, que admira y cita reiteradamente a Calixto Bieito, el provocador director teatral espa?ol, justifica estas "bromas" porque ilustran c¨®mo las innovaciones posteriores hacen renacer a los genios caducos. Y descarta, en todo caso, cualquier intenci¨®n provocatoria. Autora tambi¨¦n de una puesta en escena de Sor Ang¨¦lica, de Giacomo Puccini, que el a?o pasado caus¨® esc¨¢ndalo porque la Virgen se pone a fumar un cigarro, cansada del rezo mec¨¢nico de las monjas, asegura: "No se trata de provocar. Eso ser¨ªa demasiado f¨¢cil".
En realidad, tampoco hay para tanto, porque los penes de pl¨¢stico o incluso el de carne mortal que aparece fugazmente en el escenario, poco pueden provocar ya, cuando, en la vecina y tambi¨¦n muy conservadora Salzburgo, hace tiempo que el Comendador, uno de los personajes del Don Juan, de Mozart, se desabroch¨® el abrigo como un exhibicionista vulgar, para mostrar a los espectadores sus verg¨¹enzas, sombreadas por una enorme barriga.
Claro que una cosa es epatar por epatar, y otra presentar al bisabuelo como poco menos que un pionero de la ideolog¨ªa que llen¨® de terror el pasado siglo, aunque su antisemitismo e ¨ªnfulas germanistas hayan sido siempre notorias. O mofarse del "sagrado arte alem¨¢n", que seg¨²n el primer Wagner estaba salvando a Europa de la barbarie.
De esto se habla si acaso en familia -no en el teatro- probablemente en voz baja, y siempre con la coartada de que fue Hitler quien se aprovech¨® de la m¨²sica de Wagner, ya que nunca pudo haber conexiones entre ellos, por razones puramente cronol¨®gicas.
"Me parece completamente absurdo que alguien reivindique hoy el "sagrado arte alem¨¢n", y ello me obliga a contar lo que pas¨®", explica Katharina, que ni siquiera admite una etiqueta nacional para los artistas. "Bieito, por ejemplo, no es alem¨¢n, pero es un artista alem¨¢n porque gusta mucho en Alemania", reitera. Lo que ha hecho la directora en Los maestros para contar "lo que pas¨®" es iluminar de abajo arriba, como hac¨ªan con el f¨¹hrer, a Hans Sachs, uno de los personajes principales, cuando cierra la ¨®pera con un largo discurso sobre la cultura. "Ese ¨²ltimo discurso puede presentarse como inocuo, pero yo lo veo hoy enormemente conflictivo", comenta.
Es, en general, el tratamiento del personaje de Sachs por la biznieta de Wagner lo que rompe todos los esquemas. Para Richard, era casi un ¨¢lter ego, que compendia su mensaje positivo en una obra que trata de la lucha del arte nuevo por abrirse camino entre lo viejo. Para Khatarina, Sachs es un cooperador del sistema opresivo, un fumador empedernido y graf¨®mano que recuerda curiosamente a G¨¹nter Grass, aunque "tampoco principalmente, porque son muchos los intelectuales liberales que con el tiempo se han vuelto muy conservadores". Otro personaje, Beckmesser, un oscuro funcionario que plagia y trampea para ganar el concurso de canto, encarna, en cambio, las fuerzas renovadoras.
La directora rechaza que estos cambios sean, como han dicho algunos cr¨ªticos, producto de su mala fe o su ignorancia. Y para justificarlos, saca a relucir la partitura. "Yo s¨¦ leer perfectamente m¨²sica, y es un hecho que Beckmesser canta al final lo m¨¢s novedoso desde el punto de vista musical que hay en la obra. Walter [el pupilo de Sachs] repite, en cambio, una y otra vez las mismas f¨®rmulas, mientras resulta cada vez m¨¢s evidente que lo que realmente le interesa es el dinero y las mujeres".
Katharina Wagner, un espl¨¦ndido ejemplar de esa alta burgues¨ªa alemana retratada en el cine por Rainer W. Fassbinder, que acumula los mejores posos del art d¨¦co o del expresionismo como las sucesivas capas de una pintura magn¨ªfica, defiende sus ideas con voz grave y enormemente segura, aunque la falta de maquillaje deje traslucir el rubor que le causan algunos temas.
Con respecto a sus posibilidades de llegar a dirigir el festival, s¨®lo dice que espera que "los se?ores que tienen que tomar la decisi¨®n valoren a los candidatos por su capacidad de gesti¨®n" y no por la opini¨®n que les merezcan sus realizaciones esc¨¦nicas.
De momento, en cualquier caso, no piensa insistir en las conexiones nazis de su herencia musical ni tiene previsto abordar otra ¨®pera de su bisabuelo. "No estoy obsesionada con ese tema", explica. El Consejo de la Fundaci¨®n del Festival de Bayreuth tiene previsto reunirse a finales de mes para decidir la sucesi¨®n de Wolfgang Wagner que, a los 88 a?os, sigue apoyando firmemente a su hija Khatarina.
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