"Las consideraciones pol¨ªticas no pueden quedar al margen al nombrar jueces"
Estados Unidos est¨¢ preparado para elegir un presidente italoamericano. Palabra de Samuel Alito, hijo, de 57 a?os, el ¨²ltimo de los nueve jueces del Tribunal Supremo de EE UU en ser nombrado. Con su llegada, deseada por George W. Bush a principios de 2006, el tribunal est¨¢ formado ahora por una mayor¨ªa conservadora y, por primera vez en la historia, cat¨®lica.
Pregunta. El hecho de que usted sea italoamericano provoc¨® cr¨ªticas despu¨¦s de su nombramiento. ?Cu¨¢l es hoy el grado de integraci¨®n de los italoamericanos?
Respuesta. Est¨¢n muy integrados en la sociedad estadounidense. Pero a¨²n existen prejuicios. Hay estereotipos que tardan en desaparecer, tambi¨¦n por culpa del cine y la televisi¨®n: por ejemplo, la famosa serie de televisi¨®n Los Soprano.
"No sabr¨ªa decir ahora si en el futuro nos ocuparemos del aborto y con qu¨¦ orientaci¨®n"
P. ?Por qu¨¦ no le gusta Los Soprano?
R. Ofrece un retrato completamente falso, no s¨®lo de los italoamericanos, sino tambi¨¦n y sobre todo de la Mafia, a la que se presenta en t¨¦rminos ben¨¦volos.
P. ?Es el momento apropiado para que EE UU tenga un presidente italoamericano?
R. Yo dir¨ªa que s¨ª. A pesar de las excepciones que acabo de citar, hoy en EE UU hay muchos menos prejuicios raciales que antes.
P. John Kennedy, cuando se present¨® como candidato, tuvo que superar un prejuicio ligado a su condici¨®n de cat¨®lico en un pa¨ªs protestante. Hoy el Supremo tiene una mayor¨ªa cat¨®lica: lo son cinco jueces de nueve. ?Qu¨¦ significa?
R. No significa nada. Es una mera casualidad. Los cinco jueces cat¨®licos, yo incluido, no han sido nombrados por tener una misma fe y tampoco han sido rechazados por ello. Y esto es lo importante si tenemos en cuenta la larga historia de prejuicios anticat¨®licos que exist¨ªa en EE UU. En estos ¨²ltimos a?os, sin embargo, parece que estamos asistiendo a un nuevo despertar de este prejuicio. El juez Roberts y yo mismo, por ejemplo, durante las audiencias para el nombramiento al Supremo, o¨ªmos c¨®mo algunos senadores nos preguntaban si nuestra fe pod¨ªa interferir con las funciones y el cargo que nos dispon¨ªamos a asumir. Una pregunta que me pareci¨® ofensiva.
P. Con su nombramiento, el tribunal ahora tiene tambi¨¦n una mayor¨ªa conservadora. ?No es demasiado pol¨ªtico el actual proceso de los nombramientos?
R. No creo que las consideraciones pol¨ªticas puedan ser completamente excluidas en el nombramiento de los jueces. ?ltimamente, el proceso de los nombramientos se ha vuelto m¨¢s controvertido que en el pasado. Es una consecuencia del estado general de la pol¨ªtica en un pa¨ªs cada vez m¨¢s dividido y polarizado y en el que los partidos se han debilitado, favoreciendo a grupos de inter¨¦s.
P. El aborto fue legalizado en 1973 con una sentencia del Supremo. ?Aquella decisi¨®n podr¨ªa ser modificada por su tribunal?
R. No sabr¨ªa decir ahora si en el futuro nos ocuparemos del aborto y con qu¨¦ orientaci¨®n. Me gustar¨ªa s¨®lo subrayar que generalmente el tribunal sigue los precedentes establecidos en la materia por el mismo tribunal, aunque eso no excluya taxativamente un comportamiento diferente.
P. Bush y los republicanos han presentado la hip¨®tesis de una enmienda constitucional para prohibir las bodas entre personas del mismo sexo. ?Cu¨¢l es su actitud?
R. El tribunal no est¨¢ autorizado a rechazar la Constituci¨®n. Si hubiera una enmienda, ser¨ªa reconocida. No corresponde a los jueces dilucidar esta cuesti¨®n. El tema podr¨ªa reclamar nuestra atenci¨®n, por ejemplo, para decidir si un matrimonio celebrado en uno de nuestros 50 Estados puede reconocerse en otro.
P. Si el tribunal hubiera examinado el caso de Terri Schiavo (la joven en estado vegetativo que muri¨® en 2005 despu¨¦s de que le desconectaran las sondas de alimento a petici¨®n del marido), ?habr¨ªa decidido seguir aliment¨¢ndola?
R. No lo s¨¦. Segu¨ª ese caso en los peri¨®dicos, cuando todav¨ªa no era miembro del Supremo; por tanto, no lo conozco con profundidad. S¨¦ que contiene cuestiones muy complejas. Y eso sirve en general para todas las cuestiones relacionadas con la eutanasia, el derecho a morir de los enfermos terminales o las decisiones tomadas al respecto por sus parientes.
P. ?Qu¨¦ opina de la pena de muerte? EE UU es la ¨²nica democracia occidental que la aplica.
R. Como juez tengo la obligaci¨®n de seguir la ley. La Constituci¨®n estadounidense no proh¨ªbe completamente la posibilidad de la pena capital y mi pensamiento se adapta a esto.
P. ?Pero, como cat¨®lico, qu¨¦ siente frente a la pena de muerte?
R. En mi opini¨®n, no hay nada inmoral en asignar el poder de legislar a un conjunto de muchas instituciones democr¨¢ticas. El poder de decidir lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal, qu¨¦ es legal y qu¨¦ no, corresponde en ¨²ltima instancia a la Constituci¨®n, que todos los ciudadanos aceptan como ley fundamental.
P. ?Existen circunstancias en las que un juez o un empleado p¨²blico cat¨®lico pueda decidir dimitir por la contradicci¨®n que se crea entre su encargo y sus convicciones religiosas?
R. Creo que si yo hubiera sido juez en la Alemania nazi no habr¨ªa podido hacer mi trabajo honestamente y habr¨ªa dimitido. Pero, como he dicho, me reconozco en la Constituci¨®n estadounidense y la apoyo.
P. ?Cree que la separaci¨®n de los poderes funciona en EE UU?
R. La separaci¨®n de poderes funciona bien. No me parece que el ejecutivo aplaste al poder judicial: el papel de la Casa Blanca termina con el nombramiento de los jueces; a partir de ah¨ª, ellos act¨²an con total independencia.
P. Hay un creciente antiamericanismo en el mundo. ?Le preocupa?
R. Mucho, y espero que cambie. Creo que depende en gran medida de una imagen equivocada. Me horroriza el que mucha gente se haga una idea de mi pa¨ªs a trav¨¦s de la cultura popular de masas.
? La Repubblica / EL PA?S.
Traducci¨®n: News Clips.
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