Con el ra¨ªl cambiado

Madrid viaj¨® ayer a bordo de una sensaci¨®n agridulce. Agria para Manuela, de 27 a?os. Cogi¨® el metro en Pinar de Chamart¨ªn en direcci¨®n a su trabajo en un sal¨®n de belleza de Tetu¨¢n. Se tuvo que bajar en Plaza de Castilla. Subir a la superficie. Esperar con el fresco de la ma?ana. Y tomar un autob¨²s. La raz¨®n: el cierre del tramo de la l¨ªnea 1 entre Plaza de Castilla y Tetu¨¢n por obras de integraci¨®n con el futuro intercambiador de transportes junto a las Torres Kio. Metro dispuso un servicio gratuito de autobuses para ese tramo. El servicio del suburbano se restablecer¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles 29 de agosto. Mientras, asfalto.

La sensaci¨®n dulce se la llev¨® Javier, chaqueta y calva incipiente. No tuvo que tomar el metro hasta Nuevos Ministerios. Ayer, despu¨¦s de 16 d¨ªas cerrado por las obras de acondicionamiento de un segundo t¨²nel, se abri¨® el llamado t¨²nel de la risa, que conecta a trav¨¦s de Cercan¨ªas la estaci¨®n de Atocha con la de Chamart¨ªn. Javier se ahorr¨® tiempo. M¨¢s de lo que esperaba. Lleg¨® un cuarto de hora antes a su trabajo en la Castellana. Tiempo que dedic¨® a desayunar en una cafeter¨ªa. Adi¨®s al metro.

Cercan¨ªas y suburbano se solaparon m¨¢s que nunca. La reapertura del t¨²nel de la risa fue acogida con entusiasmo entre sus 122.000 usuarios afectados, cifra manejada por la Consejer¨ªa de Transportes, que utilizan las cuatro l¨ªneas de Cercan¨ªas (C-1, C-2, C-7 y C-10) y de algunos recorridos de media y larga distancia. "No ha pasado nada fuera de lo normal. Ni para bueno ni para malo", inform¨® un portavoz de Renfe en la estaci¨®n de Chamart¨ªn. "Se ha notado m¨¢s gente de lo habitual en verano por el cierre del tramo de la l¨ªnea de metro". Con todo, la estaci¨®n de tren de Chamart¨ªn estaba tranquila a mediod¨ªa, entre viajeros y maletas. La sensaci¨®n dulce.

El caos estaba bajo la tierra. Metro. L¨ªnea azul. Los mismos carteles al acceder a los tornos: "Suspensi¨®n en l¨ªnea 1, entre Tetu¨¢n y Chamart¨ªn, por obras de integraci¨®n con el futuro intercambiador en plaza de Castilla". Y las mismas pegatinas en los carteles que indican los recorridos: "Servicio especial de autobuses". El corte se anunciaba tambi¨¦n por megafon¨ªa.

Casi nadie rechistaba en la estaci¨®n de Tetu¨¢n. Una mujer delgad¨ªsima soltaba: "Siempre est¨¢n con aver¨ªas y cosas. De verdad...". Y se llevaba las manos a la cabeza. No le quedaba otra que caminar a la parada del autob¨²s. All¨ª se encontr¨® a dos trabajadores de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) moviendo los brazos. Estaban para orientar a los viajeros. "S¨®lo hubo alg¨²n problema hasta las diez de la ma?ana, en la hora punta", se?alaba. En ese momento, se acercaba el autob¨²s gratuito de la EMT. Dos minutos. Como el metro.

Sandra, con una bolsa de pl¨¢stico gigante a cada brazo, miraba a los letreros en plaza de Castilla. Refunfu?aba. "?D¨®nde se coge el autob¨²s?", preguntaba a los trabajadores del metro. "Arriba a la izquierda, al lado de una de las Torres Kio", le respond¨ªan. Ella, molesta, se despidi¨® con un "gracias" que no sent¨ªa. En la calle resoplaba y se mov¨ªa inquieta. El autob¨²s no tard¨® en llegar. Dentro, le tuvo que preguntar al conductor d¨®nde estaba su parada, Tetu¨¢n. No est¨¢ acostumbrada a hacer el trayecto por la superficie. Bajo tierra, Sandra dejaba el rugido de los vagones y el estruendo de los taladros. Las obras. Todo lo agrio.