Cuatro a?os esperando al Yak-42

El pasado 24 de mayo, 48 horas antes del cuarto aniversario del accidente del Yak-42, un alto cargo de Defensa llam¨® a Pacho Gonz¨¢lez Castilla, presidente de la asociaci¨®n que agrupa a la mayor¨ªa de las familias de los 62 militares muertos en la m¨¢s grave cat¨¢strofe del Ej¨¦rcito espa?ol en tiempos de paz. Intent¨® convencerle de la inconveniencia de celebrar un homenaje en plena jornada de reflexi¨®n, con el riesgo de que se interpretase como un acto partidista. Pacho dud¨® por un momento. Le espantaba ser objeto de pol¨¦mica pol¨ªtica, pero muchas familias resid¨ªan fuera de Madrid y ya hab¨ªan preparado el viaje. Tampoco ten¨ªan la culpa de que ahora, como entonces, su drama coincidiese con las elecciones municipales.

Una nota interna revela que el jefe del Ej¨¦rcito pidi¨® que no se enterrasen los cuerpos sin identificar

El juez ha denegado todas las pruebas solicitadas y quiere archivar el caso sin indagar qui¨¦n se llev¨® el 70% del dinero

El general que tach¨® a Trillo de incompetente muri¨® el 23 de marzo sin ver aclarada la muerte de su hijo

El 25 de mayo de 2003, Pacho pas¨® la jornada en el colegio de San Isidro, en el madrile?o barrio de Latina. Sus obligaciones como presidente de mesa electoral le impidieron acudir a casa de su padre, el general de Intendencia Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez Arribas, que celebraba su 72 cumplea?os. De los seis hermanos, s¨®lo faltaron ¨¦l y el menor, Ignacio, el ¨²nico que hab¨ªa seguido la carrera militar, como su padre y su abuelo, y quiz¨¢ por ello era el preferido del primero. Aquel domingo llam¨® por ¨²ltima vez, para felicitar a su padre y confirmar que al d¨ªa siguiente llegar¨ªa a la base de Torrej¨®n, donde iban a recibirle su esposa y sus tres hijos; la mayor, de cinco a?os y el menor, con s¨®lo unos meses.

El lunes, Pacho se levant¨® con prisa y no prest¨® mucha atenci¨®n a las noticias, a¨²n confusas, sobre un accidente en Turqu¨ªa. S¨®lo m¨¢s tarde, escuchando la radio del coche, sucumbi¨® a la evidencia de que el avi¨®n siniestrado era el que tra¨ªa a su hermano de Afganist¨¢n. Tuvo que frenar en seco para encajar el golpe. De aquel aciago d¨ªa, recuerda sobre todo la imagen de su padre, hundido en el sill¨®n, incapaz de articular palabra.

El general Gonz¨¢lez Arribas fue el ¨²nico familiar de una v¨ªctima del Yak-42 a quien recibi¨® el titular de Defensa, Federico Trillo-Figueroa. El ex ministro lo cuenta as¨ª en sus memorias: "Casi al final del saludo [en el funeral celebrado en Torrej¨®n] una familia encabezada por un general se uni¨® al clamor [de abucheos a los pol¨ªticos del PP]. Me dirig¨ª al general y le ped¨ª que, haciendo honor a su uniforme y graduaci¨®n, me dijera cuanto tuviera por oportuno en mi despacho en otro momento. Reaccion¨® militarmente y me respondi¨® con respeto: 'As¨ª lo har¨¦ se?or ministro'. Era el general Gonz¨¢lez Arribas". Pacho, que estaba detr¨¢s, lo recuerda de forma muy distinta: "Fue ¨¦l quien salud¨® al ministro, porque se lo pidi¨® mi cu?ada. Trillo no le convoc¨® nunca a su despacho. Mi padre le pidi¨® la entrevista algunos d¨ªas despu¨¦s".

Durante meses, esper¨® a que las autoridades aclarasen la muerte de su hijo. No s¨®lo acudi¨® al ministro. Se reuni¨® con antiguos compa?eros de armas, a quienes trat¨® de convencer de que el Ej¨¦rcito era el primer interesado en depurar responsabilidades. Todos le instaron a la resignaci¨®n y el silencio.

La gota que colm¨® su indignaci¨®n fue el hallazgo, en el lugar del siniestro, de las chapas que, seg¨²n Defensa, hab¨ªan servido para identificar los cad¨¢veres y supuestamente se hab¨ªan enterrado con ellos. Las recogieron los familiares que viajaron a Turqu¨ªa invitados por el club de futbol Villarreal, que jugaba con un equipo local.

"Un ej¨¦rcito profesional no se merece responsables pol¨ªticos tan incompetentes, que act¨²an desde la prepotencia y que no asumen sus responsabilidades", escribi¨® el general Gonz¨¢lez Arribas en una carta abierta a Trillo, fechada el 20 de octubre de 2003.

Trillo jam¨¢s contest¨® a esa carta. Aleg¨®, como otras veces, que no quer¨ªa "polemizar con las familias". Esa tarea correspondi¨® al jefe del Ej¨¦rcito de Tierra, el general Luis Alejandre. "Refugiarse en la b¨²squeda de causas, de responsabilidades, no conduce m¨¢s que a perpetuar el dolor sin beneficio alguno", le escribi¨® a Gonz¨¢lez Arribas.

El sucesor de Trillo, Jos¨¦ Bono, dijo en el Congreso que un militar hab¨ªa advertido, antes del funeral, de los errores en la identificaci¨®n de cad¨¢veres. Bono no revel¨® su nombre, pero ¨¦ste figura en una nota del jefe del Estado Mayor de la Defensa, fechada el 30 de junio de 2004. Seg¨²n la nota, "el general Alejandre, conocedor de que no hab¨ªa seguridad en la identificaci¨®n de todos los cad¨¢veres, manifest¨® su opini¨®n de entregar ¨²nicamente aquellos identificados de forma positiva y trasladar los dem¨¢s a un tanatorio".

El consejo de Alejandre fue ignorado por Defensa. Cuando algunas familias expresaron dudas, se las descalific¨® sin contemplaciones. "S¨®lo me queda lamentar que haya llevado usted a otros familiares de las v¨ªctimas mayor preocupaci¨®n y dolor por un proceso de identificaci¨®n que fue llevado a cabo con total entrega y rigor", recrimin¨® a una viuda el n¨²mero tres de Trillo, Javier Jim¨¦nez-Ugarte.

Aunque Defensa intent¨® evitarlo, las familias lograron, en marzo de 2004, que las autoridades turcas les entregasen el acta que demostraba que s¨®lo 32 cad¨¢veres fueron identificados, mientras que los otros 30 se repatriaron y enterraron sin identificar.

La juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios, que se hab¨ªa negado a investigar el siniestro, tuvo que hacerlo por orden de la Sala de lo Penal. Los cad¨¢veres fueron exhumados y las pruebas de ADN demostraron que los generales imputados, Vicente Navarro y Jos¨¦ Antonio Beltr¨¢n, erraron en el 100% de los casos. En enero de 2005, las familias enterraron por segunda vez a sus difuntos, esta vez a los verdaderos, en lo que supuso una dolorosa y cruel prolongaci¨®n del duelo. Algunas ni siquiera tuvieron ese consuelo pues, en contra de su voluntad, hab¨ªan sido incinerados.

Cuatro a?os despu¨¦s del accidente, la investigaci¨®n est¨¢ estancada. El juez Grande-Marlaska, que sustituy¨® a Palacios, ha rechazado todas las pruebas solicitadas y quiere archivar el sumario sobre la contrataci¨®n del Yak-42, sin aclarar por qu¨¦ cinco intermediarios se quedaron con el 70% del dinero que pag¨® Defensa y m¨¢s de una docena de quejas sobre vuelos previos cayeron en saco roto.

El pasado 26 de mayo, jornada de reflexi¨®n, varias decenas de familiares depositaron flores en el monumento levantado ante el Cuartel General del Ej¨¦rcito del Aire, en el centro de Madrid. No hubo autoridades ni pol¨ªticos, aunque s¨ª un despliegue policial tan excesivo como in¨²til. Quien no pudo estar presente fue el general Gonz¨¢lez Arribas, que falleci¨® dos meses antes. Dej¨® escrita, sin embargo, su carta de respuesta al general "S¨¦ que nunca m¨¢s recuperar¨¦ a mi hijo pero dame, al menos, el consuelo de la verdad", le pidi¨®.