Dos 'heavies'
Los heavies de pelo gris que est¨¢n siempre en la Gran V¨ªa se llaman Emilio y Jos¨¦ Alc¨¢zar, tienen 41 a?os y son gemelos. Cualquiera que haya pasado por all¨ª en los ¨²ltimos cinco a?os los ha tenido que ver. De cinco de la tarde a once de la noche, apostados a la altura de lo que era Madrid Rock, reivindicando la acera "los 365 d¨ªas del a?o". Cualquiera que los haya visto se ha tenido que preguntar, ?y ¨¦stos, qu¨¦ har¨¢n ah¨ª?
"Esta esquina es nuestro garito". Sentados en la barandilla junto al sem¨¢foro charlan, ven a gente pasar, reciben visitas. Est¨¢n. Ojos claros, melena rala, pantal¨®n pitillo y los brazos tatuados. Un deje castizo que parece sacado de una zarzuela: "So-mos m¨¢s cham-be-rile-ros que la limo-n¨¢". Se criaron en la glorieta de Bilbao, con los abuelos. Se distinguen porque Emilio lleva siempre una cinta en la frente. En la cintura, Jos¨¦ va m¨¢s cargado: cartucheras con balas, calaveras, runas, un alien del ?rea 51, un recuerdo de la Torre Eiffel.
Los turistas les hacen fotos, las se?oras les miran de reojo, y los ni?os les se?alan. A veces se hartan de ser "como Copito de Nieve", pero siguen sonriendo a todo el que se queda mirando. "No nos molesta que se nos acerque, para eso estamos, para ayudar a desenmara?ar de qu¨¦ va la vida", dice Emilio. "La gente capta la vibra, sabe que tenemos la clave", y susurra, "loooove", se?al¨¢ndose un tatuaje con forma de coraz¨®n atravesado por un pu?al que tiene en la mano. "Esta ciudad es muy inhumana, pero en esta esquina se puede hablar, hay buen rollo", a?ade Jos¨¦.
Son amigos de los barrenderos y las prostitutas. Siempre est¨¢n rodeados de muchachos g¨®ticos que quedan en ese cruce ("nos vemos donde los heavies"). Charlan un rato con ellos y luego se van a donde sea que vayan los muchachos g¨®ticos.
Desde su cruce, los Alc¨¢zar han visto de todo: les han ofrecido dinero por sexo, les han pedido hach¨ªs. Un d¨ªa se acerc¨® la polic¨ªa. "Ya iba a sacar la papela", dice Emilio refiri¨¦ndose al DNI, "cuando va el antidisturbios, me pide hacerse una foto y me dice: '?Que yo tambi¨¦n soy fan de los Maiden!". "No tendremos playa, pero ¨¦ste es nuestro mar de asfalto y la marea es la gente que pasa. ?Qui¨¦n necesita una tele!".
Viven juntos en Tetu¨¢n, sin tele. Son vegetarianos, coquetean con el budismo, el esoterismo celta y la magia, no tienen cuenta corriente ni trabajan ("producir es enriquecer a los bancos con los que se pagan las bombas"). ?De qu¨¦ comen? "Reciclamos del Lidl, siempre fuera del sistema". "Pasamos 7.000 d¨ªas borrachos, 20 a?os, que se dice pronto". Emilio beb¨ªa vodka con Cointreau ("no lo pruebes") y se pinchaba. Llevan siete a?os limpios; ahora piensan que lo que te metes te quita libertad, y as¨ª se lo explican a los chavales, "aunque sin dar la chapa": "Se lo debemos a los que murieron; como en una guerra, estamos aqu¨ª para dar testimonio por los que se quedaron en el camino". La guerra fueron los ochenta, la movida, el jaco. "Tra¨ªamos un karma muy pesado y nos lanzamos a una libertad muy bruta". Un total de 30 amigos muertos y un hermano peque?o, Eufrasio, v¨ªctima de sobredosis. Se hac¨ªa llamar Opal, el nombre de M¨ªster Hyde en la versi¨®n de Jean Renoir; "las drogas le convert¨ªan en un monstruo".
Testimonios de otra ¨¦poca que los Alc¨¢zar esperan sirvan para la siguiente: "Faltan cinco a?os para la Era de Acuario", sentencian. Se declaran hippy-heavies, "indios de Chamber¨ª atados a la madre Tierra". Emilio mira c¨®mo el sol se esconde entre las cornisas de la Gran V¨ªa y calcula que son las ocho y media. Donde estaba Madrid Rock ahora hay un Bershka en el que venden camisetas de AC/DC y los Ramones. "Se ha perdido parte del esp¨ªritu, pero en el fondo significa que en el inconsciente colectivo late la libertad y el amor del rock and roll". A veces la madre Tierra es una acera con un ¨¢rbol raqu¨ªtico en el que los Alc¨¢zar han escrito con s¨ªmbolos r¨²nicos Yggdrasil, el poderoso fresno de la mitolog¨ªa n¨®rdica bajo el que transcurre la historia.
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