Par¨¢bola del tibur¨®n
?rase una sociedad que se conmovi¨® mucho por los problemas de un pobre tiburoncito, lamentando -aunque secretamente aliviada- el que, a pesar de sus piadosos esfuerzos, este tiburoncito muriera -por intervenci¨®n del hombre, s¨ª, pero s¨®lo de modo indirecto y an¨®nimo-, al haberse tragado un anzuelo. Preocupada por tan humanitarios sentimientos, olvida convenientemente los 350.000 tiburones que mata cada a?o, muchos m¨¢s de los que dice necesita sacrificar para su alimentaci¨®n. M¨¢s a¨²n, esa sociedad se organiza y rechaza con fuerza a otros seres vivos -muy parecidos a sus propios ciudadanos, excepto en el color- que llegan, v¨ªctimas de graves carencias, a sus costas, devolvi¨¦ndoles a las privaciones e incluso la muerte, lo que le permite gozar con exclusividad de unos recursos que, un poco mejor distribuidos, dar¨ªan de sobra para todos. Quiz¨¢ un psicoanalista podr¨ªa explicarnos mejor la curiosa corriente de simpat¨ªa colectiva de esa sociedad con el tibur¨®n, esa otra especie hoy ya calificada de "casi amenazada" m¨¢s que "amenazadora".
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