Lee Miller y Dora Maar
La amante de Picasso se dej¨® retratar por la fot¨®grafa que inmortaliz¨® al pintor en privado y cuyas im¨¢genes se exponen en Barcelona
Lee Miller no fue propiamente una amante de Picasso como sostiene su hijo, Tony Penrose, sino una gran amiga que debi¨® de acostarse en varias ocasiones con ¨¦l (un amante es alguien del cual esperas que llame o escriba, alguien por quien incluso cambias tus planes). A Picasso le gustaban todas y sin duda debi¨® de gustarle Lee, una mujer completamente desinhibida en el plano sexual. Lee hab¨ªa sido violada a los siete a?os por su t¨ªo y sus padres la llevaron al psiquiatra, quien, para paliar su trauma, le inculc¨® que amor y sexo son cosas distintas, haciendo de ella, como se hubiera dicho en la d¨¦cada de 1970, una gran liberada.
La vida de Lee Miller fue completamente novelesca y hasta el pr¨®ximo 16 de septiembre la bella exposici¨®n Lee Miller: Picasso en privado -bien montada y bien seleccionada- le rinde homenaje en el Museo Picasso de Barcelona.
A Picasso le gustaban todas y, sin duda, debi¨® de gustarle Lee Miller, una mujer completamente desinhibida en el plano sexual
Si Dora Maar supo que Picasso hab¨ªa hecho el amor con Lee debi¨® de sufrir, dado su amor por el pintor y su car¨¢cter propenso a las escenas y la ira
Lo m¨¢s impactante de toda la muestra son, sin duda, los soberbios retratos que Picasso hizo de Lee Miller, en su mayor¨ªa (no todos, a pesar de lo que digan las cartelas) vestida de arlesiana. Lee era muy guapa, aunque su ¨²nico -y peque?o- defecto fisico es que ten¨ªa los dientes muy separados, un rasgo que el pintor no dej¨® de resaltar en los ¨®leos y que la comisaria Katherine Slusher comenta con el gracioso apelativo de "la sonrisa desdentada de Miller". Parece extra?o, en cambio, que Slusher, por dos veces, se equivoque y afirme que el mecenas y coleccionista Joan Prats, amigo de Mir¨®, tuvo una galer¨ªa de arte, cuando se sabe que Joan Prats era sombrerero, amigo de Mir¨® y que la galer¨ªa que lleva su nombre -en honor a ¨¦l- es propiedad de la familia Muga; un error ¨¦ste que no hubiera tenido que pasar desapercibido a los responsables del museo.
Siguiendo con estos ¨®leos magn¨ªficos, Picasso utiliza en ellos una genial manera de representar los ojos: pinta los de perfil como delicados pajaritos cuyos picos son las pesta?as, un hallazgo formal que repetir¨¢ en numerosas ocasiones.
Mientras redacto este art¨ªculo me env¨ªa un correo electr¨®nico mi amiga Colita, excelente fot¨®grafa, pregunt¨¢ndome sobre las relaciones entre Dora Maar y Lee Miller. Buena pregunta, pues sabemos que Dora Maar inici¨® una tormentosa y apasionada relaci¨®n con Picasso en verano de l936. Entre los documentos que pude consultar en el Museo Picasso de Par¨ªs est¨¢ el peri¨®dico Marianne del 8 de julio de l936 con el nombre Dora Maar escrito 10 veces por Picasso junto a la expresi¨®n "Dora m¨ªa" y el bello dibujo de una paloma. No hay duda de que Picasso se enamor¨® de la inteligente e izquierdista Dora, as¨ª como de su rostro (algo habitual en ¨¦l; se enamoraba de rostros interesantes para pintar) y es por ello por lo que le hab¨ªa pedido un retrato fotogr¨¢fico; Dora se lo llev¨®, junto con una notita escrita a mano, en la primavera de l936. As¨ª que podemos situar pues sus primeros encuentros sexuales entre julio y agosto, ya que en una carta (in¨¦dita hasta ahora) de la fot¨®grafa del 3 de agosto ella le escribe: "Mais je vous en supplie venez demain car j'irai y attendre votre bon plaisir" ('Le ruego que venga ma?ana porque esperar¨¦ su capricho'). Los mensajes amorosos se suceden por ambas partes, pero enseguida, al cabo de unos meses, percibimos el tono dram¨¢tico y angustiado de las cartas de Dora, presumiblemente al descubrir que su nuevo amante es un gran mujeriego y que deb¨ªa de amenazar con dejarla si ella le hac¨ªa escenas de celos: "pardonnez moi ces sc¨¨nes", le sigue escribiendo ella, que a¨²n lo llamaba de usted en la correspondencia, "ne les prennez pas au s¨¦rieux il faut en rire je tacherai de me corriger" ('Perd¨®neme esas escenas; no se lo tome en serio, mejor re¨ªr, y tratar¨¦ de corregirme') (carta, in¨¦dita, fechada el 18 de abril de l937). Sin duda, entre las misivas apasionadas de Picasso de julio de l936 y la posici¨®n de v¨ªctima en que ella misma se coloca al a?o siguiente han transcurrido ya numerosas coucheries ('asuntos de cama') y flirteos varios por parte de Picasso. En el mismo l936 con la bella Alice Rahon, y m¨¢s tarde -aunque nunca probado- con Nush ?luard.
En el verano de 1936, cuando Picasso fue a Mougins a finales de agosto, Dora lo sigui¨®. Aquel fue uno de los tres veranos pasados en el hotelito Vaste Horizon y calificados como "de la familia feliz", aunque no debi¨® de ser igual de feliz para todos. En l936 estaban all¨ª Roland Penrose, a¨²n casado con Valentine; Man Ray y su novia Ady Fidelin; Paul Eluard y Nush; el matrimonio Zervos, y el poeta Rene Char.
Al a?o siguiente, Roland Penrose volvi¨® a Mougins, esta vez acompa?ado por su nuevo amor,Lee Miller. Siempre se ha dicho que los amigos del Vaste Horizon intercambiaban las parejas y Tony Penrose me hizo un d¨ªa un diagrama con los intercambios que ¨¦l cre¨ªa que se hicieron; en los archivos del Centro Pompidou, me coment¨® recientemente, hay fotograf¨ªas de Eluard en posiciones sexualmente expl¨ªcitas con Ady Fidelin (la novia de Man Ray). Esto ¨²ltimo es m¨¢s que veros¨ªmil -adem¨¢s de la prueba fotogr¨¢fica casi concluyente- pero, en cambio, la monogamia de Dora con Picasso est¨¢ muy clara y sus celos, tambi¨¦n. El propio Penrose alude a ello con humor en su biograf¨ªa de Picasso, al hablar del mono que por casualidad encontraron en aquellos parajes y que "se convirti¨® en un compa?ero tan absorbente que Dora acab¨® por tener celos de ¨¦l" (Picasso, Flammarion, p¨¢gina 368). Tampoco me cabe la menor duda de que si Dora supo o vislumbr¨® que su amante hab¨ªa hecho el amor con Lee debi¨® de sufrir lo suyo, dado su amor incondicional por Picasso y su car¨¢cter propenso a las escenas y la ira. En un grupo en donde se preconizaba la libertad sexual y donde casi todos la practicaban, Dora hubo de tragar mucho sufrimiento: en mi opini¨®n, ¨¦ste es el origen de su apodo de "la mujer que llora". Una prueba m¨¢s "material" y expl¨ªcita que ninguna otra del enfado de Dora en aquellas vacaciones es la fotograf¨ªa en la que se ve a los Cuttoli, Ady Fidelin y Man Ray, Picasso y Dora en unas escaleras (Man Ray tom¨® la foto y corri¨® a sentarse para aparecer en ella): Dora, con una chaqueta bordada preciosa, est¨¢ m¨¢s que seria, ofendida, y el rostro de Picasso se ha volatilizado: Dora lo recort¨® en un ataque de rabia.
Sin embargo, fot¨®grafa profesional como era, no dud¨® en fotografiar y dejarse retratar por las amigas de Picasso que coquetearon con ¨¦l: a Nush Eluard, Dora le hizo algunos de sus mejores retratos y Lee le hizo a ella un retrato magn¨ªfico, en su casa de la Rue de Savoie. En la imagen -que puede verse en la exposici¨®n- Lee Miller destaca la belleza austera, tr¨¢gica y monacal de Dora, su r¨ªgida postura frente a los retratos que Picasso hiciera de ella y la ¨²nica compa?¨ªa de un gato.
En la d¨¦cada de 1950, Dora Maar visit¨® tres veces a los Penrose en Gran Breta?a, pero en la d¨¦cada de 1970, cuando ¨¦stos la llamaron en dos ocasiones a su paso por Par¨ªs, ella ya no les contest¨®. Como me dijo en l994, "ya no ten¨ªa nada que decirme con aquellos surrealistas de izquierdas".
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