Un espacio interior
Las experiencias universales -como las del amor, de la muerte, de la vida- se plasman en vivencias que, aunque de manera habitual se compartan en sociedad, inevitablemente conllevan una parte ¨ªntima e intransferible. Es aquello que queremos alejado del dominio p¨²blico, "puertas adentro".
El Pipa ha querido abrir las puertas a ese interior y llevarlo al escenario por medio de los instrumentos de su arte: el flamenco. Antonio es un artista cuya obra hunde sus ra¨ªces en la tradici¨®n familiar. A trav¨¦s de ella configur¨® sus primeros y celebrados espect¨¢culos -Vivencias o Generaciones- y, de alguna forma, en esta nueva obra vuelve a esa misma inspiraci¨®n. Por un lado, de manera p¨®stuma, a trav¨¦s del recuerdo, evocaci¨®n y presencia de su madre desaparecida; pero, tambi¨¦n, de una manera positiva, por medio del amor y de la esperanza que se personifica en la transmisi¨®n del arte a la siguiente generaci¨®n.
Puertas Adentro. Compa?¨ªa de Antonio El Pipa
Direcci¨®n y Coreograf¨ªa: Antonio El Pipa. Artistas invitados: Juana La del Pipa, Montse Cort¨¦s, Mar¨ªa del Mar Moreno. Baile: Antonio El Pipa, Macarena Ram¨ªrez, Christian de los Reyes y elenco art¨ªstico. Cante: Enrique El Extreme?o, Morenito de ?llora, Diego Camacho Boquer¨®n. Guitarras: Jos¨¦ Luis Mont¨®n (m¨²sica original) y Pascual de Lorca. Asesor Esc¨¦nico: Gaspar Campuzano Teatro Las Lagunas, Mijas. 26 de septiembre.
Sobre esas coordenadas, El Pipa ha configurado un espect¨¢culo en el que los sentimientos encontrados de esas experiencias se van sucediendo en una serie de cuadros que proporcionan bellas im¨¢genes y excelentes momentos de arte. Dentro de una estructura de nueve cuadros, hay lugar tanto para el drama de la despedida como para la alegr¨ªa del nacimiento.
Cada uno de ellos tiene su especificidad y, en su mayor¨ªa, funcionan dentro del todo, aunque resulte inevitable que en algunos de ellos nos abstraigamos de la historia que se cuenta, para entregarnos al exclusivo disfrute de lo que la escena ofrece. Sucede as¨ª con el cuadro dedicado al j¨²bilo, donde la joven Macarena nos seduce con gracia y desenfado en el baile de la guajira, o en toda la tercera parte -la del amor- donde se concentran reconfortantes momentos de cante y de baile en una fiesta que tambi¨¦n se entiende "puertas adentro", en clave de sole¨¢, en torno a una mesa y en familia.
Al principio, y dentro de una pronunciada penumbra, El Pipa brind¨® una nueva faceta de su repertorio haciendo una petenera tan inhabitual como herm¨¦tica con el cante de Montse Cort¨¦s, quien poco despu¨¦s regalar¨ªa una delicada nana. Con m¨¢s intensidad, vivimos la seguiriya de la despedida, dominada por el rancio eco cantaor de Juana Fern¨¢ndez, el nexo familiar ineludible. Una Juana que, con su rotunda presencia, luego se desdoblar¨ªa en funciones de figuraci¨®n para evocar el cante de los mayores.
El baile siempre se?orial de El Pipa, dominador de la escena por soleares y buler¨ªas; algunos fugaces apuntes de coreograf¨ªa y, sobre todo, las figuras invitadas contribuyeron a dar mayor enjundia a la representaci¨®n. El sabor jerezano en el baile de Mar¨ªa del Mar Moreno, el mando y poder¨ªo de El Extreme?o o las atractivas maneras del joven Christian, suelto y brioso en el baile por alegr¨ªas. Con todos ellos, la respuesta del p¨²blico lleg¨® a emocionar a un creador que siempre pareci¨® tener muy presente a la inspiradora del espect¨¢culo, su madre.
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