"En Nueva Orleans seguimos solos"
El Katrina arras¨® la ciudad de EE UU hace hoy dos a?os, pero un 21% de la poblaci¨®n sufre a¨²n el s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico
Hoy no es un d¨ªa feliz para Nueva Orleans. En realidad, pocos lo han sido desde que hace exactamente dos a?os el hurac¨¢n Katrina dejara su sombr¨ªa impronta en una ciudad que lucha desde entonces por salir a flote. El agua que cubri¨® el 80% de la superficie de esta ciudad hace tiempo que ya no es un problema, pero los efectos de aquella inundaci¨®n, unida al desastre humanitario que provoc¨® la mala gesti¨®n de la cat¨¢strofe, y la lentitud burocr¨¢tica en la que a¨²n se ahoga la reconstrucci¨®n, han dejado no s¨®lo cicatrices materiales, sino severos da?os emocionales que no conocen raza o condici¨®n social.
"Todos estamos deprimidos. M¨¢s de un tercio de la ciudad se fue y no ha vuelto. Ya sea porque murieron o porque reorganizaron sus vidas en otros lugares, todos hemos perdido amigos, familia, vecinos... Por no hablar de las casas o el trabajo. Todo lo que colectivamente te da el sentido de pertenecer a una comunidad se ha esfumado. La situaci¨®n mental de Nueva Orleans es dram¨¢tica". El doctor Donald Erwin, responsable desde hace dos d¨¦cadas de la cl¨ªnica St. Thomas, con su rostro severo, su mirada triste pero lleno de determinaci¨®n, aparc¨® su jubilaci¨®n tras el hurac¨¢n para resucitar un centro dedicado a la asistencia m¨¦dica de los ciudadanos sin seguro que se financia con donaciones privadas y por la que han pasado unas 30.000 personas desde el Katrina. "Las 25 personas que trabajaban aqu¨ª huyeron a otros puntos del pa¨ªs y hubo que cerrar, pero con la mitad de los hospitales fuera de servicio entend¨ª que la gente nos necesitaba. Damos atenci¨®n primaria, pero no tenemos psic¨®logos", se lamenta desde un despacho que mira hacia una casa abandonada.
Las depresiones afectan sobre todo a las m¨¢s de 40.000 personas que a¨²n viven en caravanas
Seg¨²n un estudio gubernamental, el 14% de los habitantes de Nueva Orleans y de la Costa del Golfo afectada por Katrina tiene s¨ªntomas severos de enfermedades mentales y el 21% moderados; el s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico, que disminuye con el tiempo, en este caso ha aumentado: un 21% de la poblaci¨®n lo sufre, frente al 16% de 2006. Para las 40.000 personas que a¨²n viven en caravanas, la cifra duele a¨²n m¨¢s: los intentos de suicidio en los parques de caravanas son 79 veces m¨¢s altos que la media nacional y hay siete veces m¨¢s casos de depresi¨®n.
"Si no fuera porque creo en Dios, hace tiempo que me habr¨ªa suicidado". A Lydia Lagarde s¨®lo le hace sonre¨ªr su nieta Raven, quien corretea junto a la caravana que hay aparcada junto a una casa reluciente en su jard¨ªn de la calle Andry, en el barrio Lower 9th Ward, frente a otras en reparaci¨®n y junto a varias completamente abandonadas. "Nos la acaban de traer", explica mirando hacia una construcci¨®n modular que se eleva un metro del suelo. "He tenido que luchar contra las aseguradoras que no me han pagado por la casa que perd¨ª, contra el Gobierno para conseguir ayudas federales que a¨²n no me han llegado, contra los bancos para que me dieran un cr¨¦dito. Estamos completamente arruinados pero vamos a poder salir de la caravana, que est¨¢ matando a mi marido".
Su esposo tiene problemas respiratorios desde que comenzaron a vivir en ella, igual que las m¨¢s de 500 personas que el pasado junio demandaron a la agencia federal de emergencias FEMA por darles refugio en remolques que emanan un gas t¨®xico, el formaldeh¨ªdo.
Una vez admitido el problema, el Gobierno federal quiere que la gente los abandone cuanto antes, pero a¨²n hay miles de personas que no tienen ad¨®nde mudarse. "Si me la quitan tendr¨¦ que ocupar una de esas casas abandonadas", se plantea Lawren Nelson, quien antes viv¨ªa de alquiler en el Upper 9th Ward, y ahora toma el fresco en la escalera de la caravana de su hermana y tose: "Lo que respiro ah¨ª dentro no es bueno". Su barrio no sufri¨® inundaciones tan severas como otros y parece que la vida resurge con timidez gracias a proyectos como el de la ciudad de los m¨²sicos, una iniciativa de Habitat for Humanity, una ONG que est¨¢ construyendo 72 nuevos hogares para m¨²sicos y vecinos con pocos recursos.
Pero en general, el paisaje de Nueva Orleans no invita a la alegr¨ªa. Con la excepci¨®n del barrio franc¨¦s y su downtown, Marigny y el Garden District, que se salvaron de la inundaci¨®n, barrios como Lakeview o Gentilly son hoy una sucesi¨®n de casas vac¨ªas con carteles de se alquila o se vende. No hay escombros y abandono casi total como en el Lower 9th Ward, el m¨¢s pobre y negro de los barrios, pero en una urbe donde sus habitantes aman la vida en la calle, la mayor¨ªa de las ¨¢reas siguen siendo la imagen de una ciudad fantasma. "Por eso hay tantas depresiones. Reconstruyes tu casa, pero a tu alrededor apenas hay vida. Y como no hay hospitales, porque han cerrado cuatro de siete, la mayor¨ªa de los enfermos mentales acaban en la c¨¢rcel y los que tienen problemas cr¨®nicos colapsan las urgencias", denuncia Patricia Barry, una enfermera que transform¨® su casa en una modesta cl¨ªnica tras el hurac¨¢n y ofrece atenci¨®n primaria gratis en el Lower 9th Ward.
La pregunta en boca de todos es: ?ad¨®nde han ido a parar los 10.000 millones de d¨®lares que Washington destin¨® a la reconstrucci¨®n hace ya dos a?os? "Vemos una veintena de enfermos cada d¨ªa y todos se lamentan de lo mismo: ?d¨®nde est¨¢ el dinero? La gente est¨¢ perdiendo la esperanza", afirma Barry. Sabe que el presidente George W. Bush se pasear¨¢ hoy por su ciudad con motivo de la conmemoraci¨®n del Katrina. "Otro pol¨ªtico m¨¢s. La realidad es que en Nueva Orleans seguimos estando solos".
![Comercios del barrio franc¨¦s de Nueva Orleans, el pasado lunes.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5IZN7THACEIKQJWKIYUYYBU4YE.jpg?auth=e1a7483d0d789710c1438cb608587a38283c5f8edc8a1d1cff830e46d4605c71&width=414)
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