Cantar alivia a los enfermos mentales
El karaoke mejora las capacidades cognitivas de pacientes psiqui¨¢tricos del hospital Civil de M¨¢laga
Las puertas que se abren se cierran inmediatamente despu¨¦s bajo llave. Pasillos largos y angostos, techos blancos y paredes manchadas. Hasta aqu¨ª, la unidad de agudos del hospital Civil de M¨¢laga responde a la imagen protot¨ªpica de cualquier sanatorio mental. Pero al lado del jard¨ªn, en una sala rectangular y peque?a, los enfermos ahuyentan sus fantasmas de forma original. Participan en un karaoke que les libera una vez por semana de sus obsesiones.
"Vimos que los pacientes ten¨ªan la necesidad en esta franja horaria de hacer algo porque se aburr¨ªan", cuenta Julio Guzm¨¢n. Este auxiliar de enfermer¨ªa es el promotor, realizador y supervisor de la iniciativa, que ha sido galardonada por la Sociedad Espa?ola de Enfermer¨ªa Sociosanitaria con el primer premio a la mejor comunicaci¨®n en el tercer congreso nacional de esta especialidad, celebrado en mayo.
El verano de 2006, despu¨¦s de llevar tres a?os trabajando en el hospital, se le ocurri¨® a Julio montar el taller de karaoke, aunque la medici¨®n de los efectos en los pacientes no empez¨® hasta enero de este a?o. Los primeros estudios revelan que el karaoke les evita pensamientos negativos, les distrae, incrementa su atenci¨®n, concentraci¨®n y memoria, mejora sus relaciones sociales, les disminuye la ansiedad y aumenta su autoestima. Al 81% de los 42 enfermos que han formado parte de la investigaci¨®n le ha gustado "mucho" el taller.
Antes de empezar, se van reuniendo todos en la sala, con sus batas azules. Esperan a que empiece su hora y media de evasi¨®n. Aunque no colaboran de la misma forma. Mar¨ªa Jos¨¦ no quiere cantar, pero se queda un rato sentada en una de las sillas. Es lo que Julio llama una participante pasiva: "Mientras est¨¢ aqu¨ª se distrae, no fuma y se olvida de sus problemas".
Otras pacientes esperan el d¨ªa del taller con mucha m¨¢s ilusi¨®n. Se colorean los labios con carm¨ªn, se pintan las u?as e incluso se peinan de forma especial. Ester es una de ellas. Maquillada y con dos coletas cogidas con gomas de colores, espera a que Julio ponga en marcha el micr¨®fono. Los hombres tambi¨¦n participan, aunque no se engalanan tanto. Por fin, ha llegado el momento, con Navajita Plate¨¢ y sus Noches de Bohemia empieza la sesi¨®n.
El equipo de karaoke es de elaboraci¨®n artesanal: un reproductor de disco ¨®ptico, dos altavoces y un televisor. "Tambi¨¦n les monto las canciones que me piden", explica Julio. "Las busco en Internet, cojo la letra y con el ordenador les hago el v¨ªdeo". ?l fue el inventor y de ¨¦l depende que la iniciativa siga adelante. Disfruta de su trabajo, aunque su plaza en el hospital no es fija. En noviembre se acaba su contrato. "Entonces, se ver¨¢", dice. Pero no trabaja solo, los dem¨¢s profesionales de la unidad participan tambi¨¦n activamente en el taller.
Diez personas bailan y corean, en este momento a ritmo de Mecano. "?Ha llegado Vanesa!", exclama una de las enfermeras. Se trata de una de las pacientes dominantes en el karaoke y en el grupo. Tambi¨¦n se ha arreglado para la ocasi¨®n y s¨®lo llegar coge el micr¨®fono y canta como la que m¨¢s. Los efectos de la terapia en la decena de personas que participan son muy evidentes. Poco queda de las miradas alejadas y la seriedad en el rictus que ten¨ªan los enfermos antes de empezar la sesi¨®n. Durante la hora y media, el jolgorio y la diversi¨®n les saca del sanatorio. Bailan entre ellos; cantan cogidos; por suelto; con Julio... Incluso se ven movimientos de abanico y alg¨²n que otro adem¨¢n rom¨¢ntico. Las enfermeras tambi¨¦n se suman a la conga que recorre la sala. "Esto no es siempre es as¨ª", confiesa Julio. En un d¨ªa normal, ¨¦l ya est¨¢ satisfecho si cantan "tres o cuatro".
A la pregunta de si en alguna ocasi¨®n les ha causado problemas la sesi¨®n de karaoke, Julio cuenta que lo pero que puede ocurrir es que surja alg¨²n l¨ªder espont¨¢neo: "Cuando acaba la sesi¨®n, pretende seguir en el patio y dirige al resto del grupo". Pero no es lo habitual y asegura que ahora no hay ninguna persona con ese rol.
Con La Tortura de Shakira se vive el momento ¨¢lgido de la tarde. Los participantes activos consiguen incluso sacar a bailar a los m¨¢s reticentes. Ahora son m¨¢s los que mueven el esqueleto que los que cantan, aunque de fondo a¨²n se puede escuchar alg¨²n tarareo desacompasado. Pero todo tiene un final. A las 20.30 en punto Julio apaga el monitor. De fondo, persiste el grito ahogado de "!Otra, otra, otra?". Pero lo toman con deportividad. La cena est¨¢ servida. Cuando ya casi todos han marchado, Francisco se acerca a Julio. ?l ha recibido ya el alta del sanatorio, pero no quer¨ªa marcharse sin conocer el karaoke. "Espero verte pronto", le susurra. A lo que Julio, con ternura, le responde: "Si nos vemos, que no sea por aqu¨ª".
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