El hombre que o¨ªa susurrar a la arena
EN PARALELO A SU DESBORDANTE actividad como gran rais de las antig¨¹edades fara¨®nicas de Egipto, Zahi Hawass escribe libros, y libros sorprendentemente buenos. En ellos, como en este Monta?as de faraones, en el que junto a los datos cient¨ªficos imagina de manera magistral escenas que transcurrieron hace 4.500 a?os, como si hubiera o¨ªdo susurrar sus recuerdos a las pir¨¢mides, se percibe una dimensi¨®n sensible y emotiva. Una faceta que suele quedar oculta detr¨¢s de la arrolladora e intimidatoria personalidad p¨²blica del hombre que maneja con mano de hierro todo lo referente a arqueolog¨ªa del antiguo Egipto. Es en sus libros donde descubrimos que Hawass (Abeedya, 1947), el recio investigador con sombrero a lo Indiana Jones que no duda en bajar a los pozos de momias, ten¨ªa pavor a la oscuridad. Es tambi¨¦n en su El reino de los faraones (RBA) donde este moderno Maspero ha plasmado el amor por los monumentos de su pa¨ªs y el ansia de salvaguardarlos que gu¨ªan su trabajo.
Las pir¨¢mides han sido siempre algo muy especial para ¨¦l. No en balde, es en sus empinados flancos donde comenz¨® a escalar los resbalosos senderos del poder que le han llevado a la cima de la egiptolog¨ªa, en la que es un referente absoluto por su control de las excavaciones, los permisos y el flujo de informaci¨®n. En 1988, cuando Hawass era responsable de las zonas de Giza y Saqqara, concedi¨® una entrevista a quien firma estas l¨ªneas, a la saz¨®n enviado para averiguar si la Gran Pir¨¢mide estaba en peligro de hundirse (la peregrina advertencia la hab¨ªa lanzado un inspector descontento con sus superiores). Hawass no s¨®lo no envi¨® a paseo al periodista que hab¨ªa venido a llamar a la puerta de su peque?o despacho junto a las mastabas con la rotunda pregunta "oiga, jefe, ?se cae la pir¨¢mide de Keops?", sino que brind¨® todo tipo de explicaciones y hasta invit¨® al reportero a visitar el monumento para confirmar su milenaria estabilidad. El recorrido fue sobrecogedor, sobre todo porque la pir¨¢mide estaba cerrada al p¨²blico. Hawass no vino, y por toda compa?¨ªa me endos¨® a un individuo con aire de beduino malvado al que le fallaba continuamente la linterna. Sea como fuere, es obvio que Hawass ten¨ªa raz¨®n: han pasado casi 20 a?os y la Gran Pir¨¢mide no se ha hundido. En el ¨ªnterin, el gran Zahi no ha parado de estudiarla (a ella y a sus compa?eras). Durante unos a?os tuvo un duro enfrentamiento con los que denomina "piramidiotas" -de los que habla en Monta?as de faraones-, empe?ados en revestir de esoterismo las pir¨¢mides. No es raro que se haya vuelto algo desabrido. Hawass trabaja actualmente con Mark Lehner en la excavaci¨®n de la ciudad de los trabajadores de Giza. Y no deja de so?ar que un d¨ªa va a encontrar en el interior de la Gran Pir¨¢mide algo que nos asombrar¨¢ a todos.
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