Jab¨®n para la depresi¨®n
Avanzada la ma?ana, un locutor de radio dice: "Buenos d¨ªas, doctor", y con ello da t¨ªtulo a su programa e introduce la verborrea indecente de un se?or que mercadea con el sufrimiento de las personas. Una oyente pregunta qu¨¦ puede hacer con la depresi¨®n de su hija y el doctor receta: "No es dif¨ªcil de tratar, si ella quiere hacerlo; deber¨¢ cambiar de alimentaci¨®n y aplicarse un jab¨®n que ahora te recomiendo; debe tratarse a fondo con productos naturales, porque ya sabes que lo del psiquiatra produce adicci¨®n y efectos secundarios".
Despu¨¦s le recita una serie de pr¨¢cticas alejadas de la medicina tradicional y le recomienda, como a todas las dem¨¢s mujeres que llaman, que se pasen por su consulta, que siempre es mejor que recetar por tel¨¦fono y por la radio, dice.
El jab¨®n, por cierto, se lo tiene que dar en la cara, el cuello, en la parte derecha del h¨ªgado, debajo de las costillas flotantes...
Al poco llama Mercedes quej¨¢ndose de los terribles dolores que le deja la artrosis en las rodillas, una de ellas ya operada y la otra con una intervenci¨®n programada. Hasta seis jabones la prescribe el charlat¨¢n. "A ver si con esto no tienes que operarte la otra, mujer. Pero pasa por la consulta". Se refiere a la suya, claro.
Mientras en la emisora vuelve a sonar el tel¨¦fono, el doctor (quiz¨¢ no sea ni m¨¦dico siquiera) aprovecha para hablar de inciertas terapias y ofrece la direcci¨®n y el tel¨¦fono de la consulta. Repetidas veces, para que no haya p¨¦rdida.
A otra oyente a quien ha recomendado una tanda de friegas con jab¨®n le dice que "en 15 d¨ªas notar¨¢ la diferencia" y otra colecci¨®n de frases que ya han gastado en mil usos curanderos y brujos de todas las especies.
Es probable que los jabones que el hombre recomienda a los enfermos no sean nocivos para la salud. Lo peligroso en estos casos es que los pacientes suelen dejar su tratamiento m¨¦dico habitual. Y eso, no lo cura el jab¨®n ni pasando por su consulta.
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