Fin de obra 12 a?os despu¨¦s
El Cas¨®n del Buen Retiro reabre sus puertas este oto?o para convertirse en biblioteca y centro de estudios del Museo del Prado
El palaciego Cas¨®n del Buen Retiro, frente al Parterre del parque madrile?o, acaba de ver culminada su ¨²ltima restauraci¨®n tras mostrarse 12 a?os como un caser¨®n cercado y andamiado, de destartalada apariencia. Sin embargo, en poco m¨¢s de un mes ser¨¢ reinaugurado en una cena de Estado a celebrar en su Sal¨®n de Baile, bajo la b¨®veda iluminada por una alegor¨ªa de la Monarqu¨ªa hispana pintada hace tres siglos por el fresquista italiano Lucas Jord¨¢n. El monumental edificio, erigido en 1637 por Alonso Carbonell y reconstruido en el siglo XIX, ha superado ahora una larga d¨¦cada de remozamientos con desaf¨ªos t¨¦cnicos, cambios de proyecto, enredos administrativos, rechazos vecinales y desdenes presupuestarios, que hoy parecen haber sido superados. Hasta 200 trabajadores laboraron para recobrarlo.
La delicadeza de los frescos de Lucas Jord¨¢n de su b¨®veda condicion¨® las obras
Restaurar el palacio del siglo XVII exigi¨® recalzar sus cimientos con micropilotes
Fuentes del Ministerio de Cultura cifran la inversi¨®n realizada a lo largo de la docena de a?os que han durado las obras en 40 millones de euros, destinados a ganar en dos s¨®tanos 5.667 metros cuadrados de superficie ¨²til, de un total de 11.919 construidos. Seg¨²n tal c¨¢lculo, cada metro cuadrado ha costado al erario p¨²blico 3.355 euros.
En su interior albergar¨¢ un Centro de Estudios del Museo del Prado, adem¨¢s de la biblioteca muse¨ªstica capaz para 300.000 libros, con departamentos para textos hist¨®ricos; dispondr¨¢ de magnas y soleadas salas de reuniones y de estudios, amplios despachos y profundos almacenes que completar¨¢n sus dotaciones, distribuidas en cinco plantas. Ascensores y montacuadros de nueva hechura racionalizar¨¢n la circulaci¨®n de personas y obras de arte. Una sala de seguridad con 17 monitores permitir¨¢ velar por su seguridad a trav¨¦s de un circuito de televisi¨®n.
Aparte de estas dotaciones, el p¨²blico visitante dispondr¨¢ de 937 metros cuadrados de superficie de exhibici¨®n en ocho salas de exposiciones temporales, una de ellas sobre uno de los espacios singulares m¨¢s bellos de Madrid, el antiguo Sal¨®n de Baile del palacio del Buen Retiro: tiene 207 metros cuadrados de extensi¨®n, unos 25 metros de longitud por otros 10 de anchura; paredes de m¨¢s de 7 metros, as¨ª como un deambulatorio con 11 puertas a modo de ventanales, 5 de cuyos dinteles recercados, los primigenios en piedra berroque?a, han sido reproducidos en granito gris extreme?o de Quintana.
Esta sala se ve coronada por los luminosos frescos del italiano Lucas Jord¨¢n, pintados en 1697, bajo el reinado de Carlos II. Se trata de la Alegor¨ªa del Tois¨®n de Oro, una evocaci¨®n de la gesta de Jas¨®n y los argonautas en busca del ¨¢ureo vellocino, espa?olizada por el artista napolitano con la presencia de H¨¦rcules, para mayor gloria de la Monarqu¨ªa hispana que, seg¨²n el mito, fundara el musculoso tit¨¢n. La conservaci¨®n de esta delicad¨ªsima decoraci¨®n pict¨®rica, que ahora luce bellamente restaurada por ?gora desde la b¨®veda encamonada del Cas¨®n, de madera atirantada sujeta a la cubierta, ha condicionado sobremanera las obras del palacio.
Hoy, en su interior, los suelos marm¨®reos dan paso a una austera aunque s¨®lida carpinter¨ªa, con techos y paramentos pintados en tonos levemente grises o cremas y grandes cancelas de madera casetonada. La cuidada iluminaci¨®n llega a cada pelda?o de las escaleras que lo surcan interiormente y que cuentan con una incisi¨®n continua en lat¨®n, que resuelve el encuentro de los z¨®calos marm¨®reos con los paramentos superiores lisos. Llama la atenci¨®n, sobre la entrada a Poniente, una secuencia acristalada con vidrios de cuatro cent¨ªmetros que queda desplegada a modo de lucernario bajo una columnata de fustes acanalados, culminados por capiteles j¨®nicos. En la fachada opuesta, sobre la calle de Alfonso XII que mira al Parterre del Retiro, luce una de las m¨¢s bellas salas de reuniones de Madrid. Ir¨¢ destinada al Patronato del Museo del Prado que, con la direcci¨®n del propio museo, m¨¢s la supervisi¨®n del Ministerio de Cultura durante cinco mandatos -de Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy, Pilar del Castillo, Carmen Calvo y C¨¦sar Antonio Molina- han supervisado las obras. ?stas se insertan dentro de las de la ampliaci¨®n de la gran pinacoteca dirigidas por Rafael Moneo y que, a?os atr¨¢s, han atra¨ªdo el grueso de los presupuestos del Ministerio de Cultura, una de las causas de los retrasos habidos en la ejecuci¨®n de las obras del Cas¨®n, que comenzaron por una simple reparaci¨®n de sus cubiertas en 1995. Entonces, se vio la necesidad de retirar las instalaciones de climatizaci¨®n de su techado para evitar riesgos sobre el p¨²blico y se acometi¨® la adaptaci¨®n de sus accesos para discapacitados, hasta aquel momento inexistentes. Tras permanecer dos a?os ocupado el palacio por las pinturas historicistas que albergaba -retraso que restringi¨® la autonom¨ªa de los t¨¦cnicos para acometer las obras- se iniciaron los planes para transformar el Cas¨®n en un nuevo museo que alojara 519 pinturas de gran formato correspondientes al siglo XIX espa?ol y dibujos, esculturas y grabados, hoy repartidos por los almacenes del Prado. Pero desplazar aquellos grandes aparejos de climatizaci¨®n desde el tejado implicaba buscarles un nuevo emplazamiento y se opt¨® por a?adir tres plantas subterr¨¢neas donde ubicarlos. La extrema fragilidad del techo enfrescado por Jord¨¢n y la exigencia de excavar los tres s¨®tanos llev¨® al equipo t¨¦cnico de la Uni¨®n Temporal de Empresas FCC-Acciona, regido por el arquitecto Jaime Tarruell, a recalzar al completo el palacio. Se hizo mediante un sistema de 11.200 micropilotes. Se trataba de varillas met¨¢licas envueltas en tubos rellenos de lechadas de cemento que se hincaron a 25 metros de profundidad bajo los cimientos, para as¨ª recoger las presiones murales. La fuga de las redes de canalizaci¨®n de agua forz¨® adem¨¢s el trazado de una pantalla perimetral de 1,50 metros de anchura alrededor del edificio para aislar con ella los cimientos del palacio.
Al poco, el Museo del Prado descart¨® la construcci¨®n de tres plantas bajo rasante y orden¨® excavar s¨®lo dos. Tiempo despu¨¦s, abandon¨® la idea del museo de pintura del XIX y opt¨® por alojar la biblioteca del Prado.
De Napole¨®n a Picasso
El Cas¨®n del Buen Retiro, entre las calles de Alfonso XII y Felipe IV, en su configuraci¨®n actual, fue obra de los arquitectos Ricardo Vel¨¢zquez Bosco, burgal¨¦s, uno de los grandes arquitectos espa?oles del siglo XIX, y del tambi¨¦n alarife Mariano Carderera. Ambos recibieron el encargo de sacar de la ruina este ala del destruido palacio del Buen Retiro, edificado por orden del Conde Duque de Olivares para divertimento del rey Felipe IV de Austria, en torno a 1637.
Antes de ser reedificado por Vel¨¢zquez y Carderera, hab¨ªa servido de albergue del Estado Mayor del ej¨¦rcito napole¨®nico, ocupante de Madrid entre 1808 y 1813, con la consiguiente destrucci¨®n en su huida de casi todo su recinto. Sin embargo, los frescos de Lucas Jord¨¢n, pintor de c¨¢mara de Carlos II, se salvaron de manera sorprendente. Su fachada principal mira hacia el Museo del Prado, al que el Cas¨®n permanece adscrito desde que su espacio fuera desalojado por el Museo de Reproducciones Art¨ªsticas, en los a?os sesenta. Convertido en recept¨¢culo de lienzos historicistas de gran formato procedentes de la Biblioteca Nacional, fue anfitri¨®n del Gernika de Pablo Picasso entre 1981 y 1992, en que ¨¦ste fue trasladado al Museo Reina Sof¨ªa.
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