C¨®rdoba, la civilizaci¨®n que se suicida
Antonio Mu?oz Molina recupera su libro de 1991 sobre la ¨¦poca de los Omeya, que se lee de distinta manera en el nuevo mundo nacido tras el 11-S
El libro que Antonio Mu?oz Molina (?beda, Ja¨¦n, 1956) public¨® a principios de 1991 sobre la C¨®rdoba de los Omeyas no tiene nada que ver con el que acaba de aparecer en una colecci¨®n sobre ciudades andaluzas que edita la Fundaci¨®n Jos¨¦ Manuel Lara. Cada palabra, cada l¨ªnea y cada p¨¢rrafo se corresponden entre el libro de entonces y el libro de ahora (las correcciones de la nueva edici¨®n son m¨ªnimas; lo ¨²nico distinto es la nota inicial), pero mientras tanto todo ha cambiado, y ahora se lee de otra manera y se trata, por tanto, de una obra diferente. Es curioso que fuera justo ayer, en el aniversario del atentado a las Torres Gemelas, cuando Mu?oz Molina presentara esta nueva edici¨®n. Y es que es justamente eso, la irrupci¨®n del terrorismo islamista, lo que hace que uno se acerque al libro, y lo lea y lo entienda con otra perspectiva y muy distintas preocupaciones.
"All¨ª convivieron tres religiones diferentes bajo una cultura dominante"
La escritura de este libro le permiti¨® cambiar y escribir 'El jinete polaco'
"Cuando escrib¨ª sobre la C¨®rdoba de los Omeya", cuenta Mu?oz Molina, "la materia que trataba era casi secreta, se conoc¨ªa muy poco sobre al-Andalus, sobre esa larga ¨¦poca de la historia de Espa?a. Era un tema lejano, y como mucho exist¨ªa un punto de narcisismo andaluz: quer¨ªan demostrar que eran tambi¨¦n diferentes y que, un buen d¨ªa, hab¨ªan llegado los castellanos a destruirles una sociedad tolerante, libre, donde conviv¨ªan culturas diferentes. Abusaban de ese viejo truco que ha funcionado tan bien, el de presentarse como v¨ªctimas cuando en realidad se consideran superiores. Pero ¨¦se era un asunto de escala dom¨¦stica, peque?o. No hab¨ªa entonces la presencia real que el mundo del islam tiene ahora en nuestras vidas: ni estaban los inmigrantes que hoy llenan nuestras ciudades, ni exist¨ªa Al Qaeda. Era, adem¨¢s, una ¨¦poca de fascinaci¨®n por lo oriental. Si llegas a decir que quer¨ªas tratar de la ¨¦poca romana de C¨®rdoba, hubieras pasado por ser de derechas. El mundo oriental, los porritos y todo aquello, entonces estaba de moda".
Ahora en C¨®rdoba hay palmeras y granados, y sigue oliendo al azahar de los naranjos que trajeron los musulmanes. Fue en el oto?o del 711 cuando jinetes bereberes y ¨¢rabes conquistaron la ciudad. "Me irrita la demagogia de los que predican que en al-Andalus convivieron tres cultura diferentes", explica el novelista que con su libro sobre los Omeyas se convirti¨® en una suerte de raro historiador (¨¦sa fue su formaci¨®n inicial, aunque luego lo reclamara y sedujera la literatura). "All¨ª convivieron tres religiones diferentes bajo una cultura dominante. Se hablaba y escrib¨ªa en ¨¢rabe, y dentro de esas coordenadas destacaron algunos jud¨ªos y algunos cristianos. Lo mejor de la poes¨ªa jud¨ªa de aquella ¨¦poca est¨¢ escrita en ¨¢rabe".
Fueron tres siglos los que estuvieron los Omeya en C¨®rdoba y convirtieron la ciudad en el puente m¨¢s rico entre Oriente y Occidente. Temidos y respetados por sus enemigos, despertaron la fascinaci¨®n de los viajeros y all¨ª, dentro de sus lujosas moradas, cultivaron una sofisticad¨ªsima forma de vivir. Trajeron ¨¢rboles, flores, frutos, el papel y los libros, trasladaron la sabidur¨ªa que germinaba en Bagdad o Damasco a este lado del mundo, construyeron edificios que a¨²n hoy sorprenden por su belleza. "Lo que resulta incomprensible", dice Mu?oz Molina, "es que esa sociedad, que se construy¨® con tanta dedicaci¨®n y que cost¨® tanto sufrimiento, fueran capaces los que la crearon de destruirla con id¨¦ntica entrega, con furia y obstinaci¨®n". Y luego se refiere a uno de sus mayores tesoros, la impresionante biblioteca de al-Hakan II. "Se cuenta con mucha ignorancia que fueron los reinos cristianos los que la destruyeron. No es cierto. Todo empez¨® a precipitarse tras la muerte de al-Mansur (Almanzor), que ya hab¨ªa cedido a algunas reclamaciones fan¨¢ticas y quemado algunos libros. Fue, sin embargo, con las guerras civiles donde unos y otros se destruyeron y acabaron con todo". De Madinat al-Zahra quedaron algunas ruinas, pero Madinat al-Zahira fue arrasada. Como arrasada fue aquella imponente biblioteca.
Mu?oz Molina habla de "porosidad" para entender aquel tiempo. "No se puede hablar de tolerancia, porque era un concepto que les resultaba ajeno", dice. E insiste en que no eran fronteras tan dr¨¢sticas las que exist¨ªan entre unos y otros. "Abd al-Rahman I era alto y rubio", cuenta. No respond¨ªa al prototipo de ¨¢rabe. Ven¨ªan de un lado y otro, se mezclaban. Pero hab¨ªa un grupo dominante, que era cruel con sus enemigos, y que se hab¨ªa levantado sobre la sangre de los derrotados.
Cuando empez¨® con el libro sobre C¨®rdoba en 1989, un encargo del editor Rafael Borr¨¢s ("no s¨¦ si ahora tendr¨ªa la audacia de aceptar el desaf¨ªo", dice), Mu?oz Molina llevaba tres novelas publicadas. La escritura de este libro le permiti¨® cambiar un tanto de tuerca y escribir El jinete polaco. ?Qu¨¦ cambi¨®? "Empec¨¦ a vigilar con m¨¢s atenci¨®n los excesos de mi estilo. Tener un estilo reconocible es muy peligroso. Termina por convertirse en rutina y amaneramiento. Desde entonces soy partidario de una prosa m¨¢s seca".
M¨¢s informaci¨®n en http://blogs.elpais.com/el_rincon_del_distraido/
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