Pr¨®xima estaci¨®n: T¨¦rmino
Indignaci¨®n entre los usuarios del tren tras una nueva ma?ana de caos
"Hoy, de forma excepcional...". As¨ª comenzaban los mensajes que la megafon¨ªa iba escupiendo, cada pocos minutos, a los pasajeros que esperaban en la estaci¨®n de Clot. La informaci¨®n contradec¨ªa lo anunciado a bombo y platillo: que el 12 de septiembre, la normalidad volver¨ªa a Cercan¨ªas. A los usuarios no les sorprendi¨® el nuevo fiasco: "Es que ¨¦sta es la normalidad de Renfe: que todo vaya mal", se lamentaba Dolores Bravo mientras sal¨ªa escopeteada de un tren procedente de Pineda. "Lo peor no son los retrasos, sino c¨®mo hemos venido: apretujados como sardinas en lata", remach¨®.
La l¨ªnea 1, la del Maresme, provoc¨® aglomeraciones. Con la pretendida "vuelta a la normalidad", los convoyes deb¨ªan regresar a sus recorridos habituales: llegar hasta L'Hospitalet pasando por Sants. No fue as¨ª. Los viajeros tuvieron que apearse en Clot y buscar rutas alternativas: un nuevo tren, o algo m¨¢s seguro: el metro. ?sta fue la opci¨®n que tomaron los turistas. Maleta en mano, desfilaron por un pasillo atiborrado hasta enlazar con el suburbano.
El and¨¦n 3 de Clot absorb¨ªa a duras penas la llegada de trenes-lata procedentes del Maresme. Las necesidades del momento crearon tres clases sociales. La clase de los trabajadores y estudiantes, que bajaban del tren a toda prisa, sudando y maldiciendo su suerte. Casi ninguno de ellos quer¨ªa pararse para hablar, m¨¢s all¨¢ de proferir alg¨²n insulto. "Ya dije que esto no pod¨ªa ir bien: aqu¨ª tenemos para meses", dijo Montserrat Candela.
"De forma excepcional"
Los de la segunda clase social (los turistas) tambi¨¦n sudaban, pero caminaban con parsimonia. El tercer estrato estaba integrado por los informadores, los ¨²ltimos en descender a la v¨ªa. Iban en grupos de seis o siete, con su chaleco amarillo reflectante. Algunos estaban indignados. Pero no con Renfe, sino con la capacidad intelectual de los usuarios: "Mira, t¨ªa, la gente no se entera porque no se quiere enterar", dijo una de las chicas.
La megafon¨ªa repet¨ªa su coletilla inicial ("hoy, de forma excepcional..."), para anunciar, sobre las 10.00, que los trenes "con destino a Matar¨®, Calella, Blanes y Ma?anet" sufr¨ªan un retraso "aproximado de entre 20 y 25 minutos aproximadamente", valga la redundancia. Para a?adir un toque de desconcierto, uno de los trabajadores que hablaban por meg¨¢fono se atrevi¨® a decir que (siempre "excepcionalmente"), los trenes de la l¨ªnea 1 "tienen hoy origen y final en la estaci¨®n T¨¦rmino". Casi nadie entendi¨® el mensaje. Algunos debieron pensar que iban a llevarles a la estaci¨®n de Termini, en Roma. T¨¦rmino es un nombre ahora en total desuso con el que, hace algunas d¨¦cadas, se conoc¨ªa a la estaci¨®n de Francia. Pues eso: que la l¨ªnea 1 s¨®lo llevaba a la estaci¨®n de Francia.
En la estaci¨®n de Catalunya, los pasajeros se agruparon para informarse mutuamente de la ruta que deb¨ªan tomar. Algunos mataban el tiempo conspirando: "?Est¨¢n boicoteando los trabajadores de Cercan¨ªas porque est¨¢n en contra de que se privatice?", se preguntaba Francesc, de 53 a?os, que llevaba una hora esperando su tren.
El surrealismo fue a cargo de un hombre de mediana edad que, al ser requerido para que ense?ara su billete, fue presa de un ataque de p¨¢nico en Clot. Baj¨® a la v¨ªa del tren y empez¨® a gritar sin parar hasta que media docena de vigilantes se le abalanzaron, le redujeron y le esposaron. A la media hora llegaron cuatro agentes de los Mossos d'Esquadra y se lo llevaron. Al ser preguntada sobre el incidente, una informadora dijo: "?El hombre que ha bajado a la v¨ªa? Ah, eso es muy normal aqu¨ª".
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