Bartoli resucita el arte de Mar¨ªa Malibran
La 'mezzosoprano' dedica un disco y una exposici¨®n itinerante en cami¨®n a la cantante espa?ola
Sobre la mesa redonda y bordada a mano por Mar¨ªa Malibran en escasas tardes de romanticismo sin sobresaltos, Cecilia Bartoli, tambi¨¦n mezzosoprano y su admiradora m¨¢s entregada, la invoca como en una especie de g¨¹ija y cuenta su vida. "Estos encajes los hizo ella. A trav¨¦s de ella he descubierto lo que quiere decir la palabra diva: es uno de esos seres que se plantan en la tierra y nos ilumina con arte sobre un escenario o en casa, haciendo estas cosas. ?Qu¨¦ diferencia con nosotros, que se nos revienta un bot¨®n del pantal¨®n y no sabemos c¨®mo coserlo!".
Mar¨ªa tuvo que dedicarse a cantar para saldar las deudas de su marido
"Yo investigo, no ofrezco s¨®lo un disco; cuento una historia", afirma la cantante
Lo dice dentro del cami¨®n que ha conseguido para dar vuelo al nombre de Malibran (Par¨ªs, 1808-Manchester, 1836) por toda Europa y que ha aparcado en la maravillosa ciudad toscana de Lucca como punto de partida. En cada localidad, a la puerta de cada teatro en el que Bartoli, considerada por muchos hoy la mejor mezzosoprano del mundo, recale, all¨ª se posar¨¢ el cami¨®n con una exposici¨®n en la que se muestran los objetos -cartas, partituras, bustos, m¨¢scaras, joyas de atrezzo- que la artista romana ha ido coleccionando a lo largo de toda su carrera. En Espa?a, por lo pronto, lo har¨¢ el 2 de noviembre en Madrid, junto al Teatro Real y el 4 en Barcelona, pegado al Palau de la M¨²sica.
Desde que ten¨ªa poco m¨¢s de 20 a?os colecciona todo lo que pilla de la Malibran: "Cuando mi amigo, el productor de Decca Christopher Reaburn, me regal¨® un retrato suyo y me dijo que ve¨ªa cierta conexi¨®n entre Mar¨ªa y yo", asegura Bartoli, "he ido reuniendo cosas suyas". La mesa, las m¨¢scaras, las estatuillas que se vend¨ªan con su rostro a las puertas de los teatros en los que cantaba, se la veneraba como a una diosa: "Fue la pionera del merchandising", sentencia la mezzosoprano, que algo entiende del negocio. Haber vendido seis millones de discos, desde que recuperara arias desconocidas de Vivaldi hasta ahora, pasando por discos dedicados a Gluck, Salieri y a la ¨®pera prohibida por el Vaticano en el XVIII en su anterior Opera Proibita, en la industria discogr¨¢fica ha pasado a ser un referente, una excepci¨®n. Ella es sencillamente la diva que hace caja. No en vano, su discogr¨¢fica le ha montado una presentaci¨®n por todo lo alto en Lucca, a la que se ha invitado a gerifaltes del negocio, de los teatros y a la prensa internacional para asistir al nuevo parto discogr¨¢fico y a la puesta en marcha de la Cecilia Bartoli Music Foundation, que ha promovido la misma artista italiana con residencia en Z¨²rich. "Es que no s¨¦ c¨®mo no se dan cuenta de por qu¨¦ no se vende. Yo investigo, no ofrezco s¨®lo un disco; cuento una historia, explico un contexto, lo trabajo mucho. As¨ª deben hacerse los discos hoy en d¨ªa. ?De qu¨¦ sirve grabar por grabar cosas sin dejar de repetirse?", asegura.
De hecho, este ¨²ltimo proyecto le ha costado a?os de estudio sobre originales de la Malibran. Adem¨¢s, ha trasladado los usos de la m¨²sica antigua y barroca al inicio del romanticismo. Ha grabado, junto a la Orquesta La Scintilla y el director Adam Fischer, con instrumentos de ¨¦poca. Pero ha dado otro paso m¨¢s. "No s¨®lo hay que recuperar el sonido con los instrumentos, hay que recuperar el canto original de esa ¨¦poca con la voz". Una demostraci¨®n al alcance de un pu?ado de gargantas, una de ellas, la suya, como demostr¨® el lunes en un recital en el mismo Lucca, cantando verdaderas diabluras del repertorio rossiniano, como el rond¨® de La Cenerentola, una pieza sobre la que Bartoli se columpi¨® y jug¨® al ritmo de sus notas m¨¢s endiabladas.
A Cecilia Bartoli le gusta llamar a Malibran por su nombre de soltera: Mar¨ªa Garc¨ªa. De hecho, el proyecto, que lleva la marca en el cami¨®n de Gobierno de Espa?a, tambi¨¦n tiene una intenci¨®n clara: "Dar a conocer a la familia Garc¨ªa, que fue de referencia en su tiempo, respetada y admirada por todos los grandes de su ¨¦poca, empezando por Rossini", explica Bartoli. No se puede entender a Mar¨ªa sin su padre, don Manuel, de quien tambi¨¦n hay incluidas piezas en el disco. Es m¨¢s, no se puede entender el bel canto, esa parte de la historia de la m¨²sica en la que primaba la belleza de la voz sobre todo lo dem¨¢s, sin el m¨¦todo y la ciencia pedag¨®gica que le dio Manuel Garc¨ªa.
En la exposici¨®n hay cartas del mismo Rossini que as¨ª lo certifican. "La troupe de los Garc¨ªa fue incre¨ªble. Se fueron a Estados Unidos a cantar Don Giovanni ante Lorenzo da Ponte", cuenta la artista. El libretista de Mozart hab¨ªa huido de Europa por varios problemas y acab¨® su vida en un pa¨ªs balbuciente que empezaba a abrir sus puertas al mundo de la ¨®pera.
Pero Mar¨ªa no aguant¨® mucho bajo la sombra de su padre. El hombre, tenor, compositor, profesor de canto, ten¨ªa un temperamento m¨¢s bien tir¨¢nico. As¨ª que la joven decidi¨® emanciparse y casarse con tan s¨®lo 17 primaveras con un empresario 28 a?os mayor, Eugenio Malibran, tambi¨¦n de ascendencia espa?ola. Crey¨® que era rico, pero estaba en la m¨¢s miserable de las ruinas y la prometedora Mar¨ªa tuvo que dedicarse a cantar para saldarlas. Aquello fue una gran estafa a gran escala.
"Fue una mujer valiente, pionera, echada para adelante, ¨²nica en su ¨¦poca", dice Bartoli. "?Puedes creer que una vez se fue caminando de aqu¨ª, desde Lucca, hasta Mil¨¢n para huir de una epidemia de peste?". Triunf¨® por toda Italia. En Espa?a se convirti¨® en leyenda: "En su pa¨ªs de origen la llamaban Mariquita". En el Par¨ªs del romanticismo m¨¢s aut¨¦ntico, donde, por cierto, hab¨ªa nacido, deslumbraba. "La adoraban los compositores de la ¨¦poca. Causaba furor en los salones. Fue amiga de George Sand, de Chopin, de Liszt, Mendelssohn le dedic¨® algunas obras que canto en el disco...". ?Y Rossini? "La idolatraba, porque se dio cuenta enseguida de que con sus interpretaciones se hac¨ªa m¨¢s grande". De hecho, el compositor escribi¨® sobre ella: "?Ah, esa criatura maravillosa! Con su desconcertante genio musical ha sobrepasado sus propias posibilidades, y con su inteligencia superior, su sabidur¨ªa y su temperamento de fiereza ha desbancado a todas las mujeres".
Como gran hero¨ªna rom¨¢ntica, quiso labrar su leyenda. Se lanz¨® al rescate de alg¨²n teatro en Venecia donde cant¨® gratis para evitar la ruina de un empresario. "Pero le puso una condici¨®n", relata Bartoli: "Que lo rebautizara despu¨¦s con su nombre". No s¨®lo ha quedado esa huella suya por la ciudad de los canales. Hoy, cerca de ese teatro, han tomado prestado su apellido alguna pizzer¨ªa, hoteles y pensiones. Tuvo un apasionado romance con el violinista belga Charles B¨¦riot, "el amor de su vida", con quien consigui¨® casarse despu¨¦s de que se anulara su matrimonio con Malibran gracias a las artes del general Lafayette. Pero su felicidad se vio truncada y muri¨® joven en Manchester. Ten¨ªa 28 a?os. No consigui¨® superar una ca¨ªda del caballo en Londres. Adem¨¢s, estaba embarazada.
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