Recompensa
Ayer -hace apenas un rato mientras escribo-, cuando gan¨® Petacchi me invadi¨® una alegr¨ªa inesperada. Ni es mi compa?ero ni me une nada especial con ¨¦l, pero no van por ah¨ª los tiros. La alegr¨ªa proven¨ªa de ese sentimiento proletario que tiene uno: la tierra para el que la trabaja. Es decir, la etapa para los que se la curran, para los que toman las riendas desde el primer kil¨®metro y dicen: hoy vamos a trabajar. As¨ª que lo justo era que ganase Petacchi, Zabel, o cualquiera del Milram.
Tambi¨¦n es cierto que los escapados hicieron m¨¦ritos, tanto ayer como anteayer, pero ellos saben mejor que nadie esa ley no escrita de que el pez grande se come al chico, y contra eso poco hay que hacer. Probaron, vieron y cayeron. De todos modos, tambi¨¦n bravo por ellos.
Si hay alguien que puede hablar de lo que ha trabajado el equipo de Petacchi estos dos ¨²ltimos d¨ªas somos los del Rabobank, puesto que hemos sido su sombra. Ellos, a lo suyo con el objetivo de neutralizar la escapada, y nosotros inmediatamente detr¨¢s protegiendo a Menchov. Es decir, alertas ante lo que pudiese pasar. No pas¨® nada pero pudo, porque eran d¨ªas de viento y nunca se sabe.
Anteayer tuvieron la ayuda del Lampre, pero despu¨¦s de que su sprinter fallase en la llegada, ayer fue el equipo italo-alem¨¢n el que se comi¨® toda la tostada. Y no fue f¨¢cil para ellos, aunque lo parezca. Porque as¨ª como el d¨ªa anterior eran s¨®lo dos los escapados (a dos se les puede echar mano f¨¢cilmente), ayer los fugados ascend¨ªan a cinco. Y ese ya es un n¨²mero considerable.
Y era adem¨¢s una escapada de muchos quilates, con corredores de calidad como Rebellin o Gilbert. Sucedi¨® adem¨¢s que el viento sopl¨® con fuerza, siempre con un componente lateral pero mayormente favorable a nuestra marcha. En esas condiciones la lucha entre el pelot¨®n y la escapada se iguala, puesto que la diferencia de velocidad entre un pelot¨®n lanzado y unos buenos rodadores tambi¨¦n lanzados no es muy grande. Y el desgaste es tambi¨¦n menor.
El Milram sab¨ªa todo esto, y por eso nunca le concedi¨® mucho margen a los fugados. Y al final les echaron mano, lanzaron el sprint y ganaron. Y algunos dir¨¢n: "vaya, otra vez Petacchi". Y yo les contesto que la carretera es libre, que all¨ª trabaja el que quiere, y los que han querido estos d¨ªas han sido los de Petacchi.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.