Entre la raz¨®n y la compasi¨®n
Con motivo de la publicaci¨®n de uno de sus ¨²ltimos libros, The Sunday Times se refer¨ªa a la brit¨¢nica Karen Armstrong (1944) en estos t¨¦rminos: "Posee un talento deslumbrante; es capaz de abordar un tema complejo y reconducirlo a sus aspectos esenciales, sin caer en simplificaciones".
Es, tal vez, la mejor caracterizaci¨®n que se puede ofrecer de esta "monja fugitiva", como ella misma se autocalifica, aludiendo as¨ª a los siete a?os de r¨ªgida vida monacal que pas¨® en un convento de la Sociedad del Sagrado Ni?o Jes¨²s. Abandonado el convento, Karen Armstrong emprendi¨® una vida, tambi¨¦n "r¨ªgida", de estudio, docencia e investigaci¨®n. Fue decisivo el viaje que, en 1984, la condujo a Jerusal¨¦n. A partir de esta fecha se centr¨® en un gran proyecto de investigaci¨®n: el estudio de las grandes tradiciones religiosas de la humanidad, especialmente de las monote¨ªstas: juda¨ªsmo, cristianismo e islamismo. Hoy es ya una voz imprescindible. La avalan t¨ªtulos de resonancia mundial como Una historia de Dios; Jerusal¨¦n, una ciudad y tres religiones; El islam; Los or¨ªgenes del fundamentalismo en el juda¨ªsmo, el cristianismo y el islam, y La gran transformaci¨®n, obra que hoy presentamos.
LA GRAN TRANSFORMACI?N. El principio de nuestras tradiciones religiosas
Karen Armstrong
Traducci¨®n de Ana Herrera
Paid¨®s. Barcelona, 2007
592 p¨¢ginas. 28 euros
Karen Armstrong no predica
ninguna religi¨®n. S¨®lo pretende que impere la lucidez en todas ellas. De ah¨ª que las estudie y analice con detenimiento, intentando desvelar sus lejanos or¨ªgenes y narrar, con notable objetividad, su milenaria historia, ambigua y ejemplar a la vez. Considera que las religiones monote¨ªstas -no s¨®lo el islam- han desarrollado una forma agresiva de fe frente a la cultura laica moderna. Y, como Kant, Armstrong piensa que una religi¨®n que declare la guerra a la raz¨®n moderna no podr¨¢, a la larga, salir victoriosa. ?se es un camino que conduce inexorablemente a la derrota de la fe. Pero puede haber m¨¢s derrotados. "Occidente", escribe Armstrong, "tambi¨¦n tiene un problema". Tambi¨¦n la moderna cultura laica occidental puede resultar gravemente da?ada si prescinde de sabidur¨ªas -religiosas- m¨¢s antiguas que ella. "Una educaci¨®n puramente racional no basta", sentencia nuestra autora. La cultura heredera del Siglo de las Luces no deber¨ªa rechazar ninguna luz, aunque sea religiosa y venga acompa?ada de las inevitables sombras que el paso del tiempo se encarga siempre de acumular. Al final de La gran transformaci¨®n, su autora deja constancia de que vivimos en un mundo tr¨¢gico donde no hay respuestas sencillas. Si las religiones aportan sentido a ese mundo roto, sean bienvenidas. Y hay algo innegable: en el fondo de todas las religiones anida la compasi¨®n, sin la cual la supervivencia de la humanidad no parece f¨¢cil ni viable. Parece, pues, que un encuentro educado y amable entre la raz¨®n de Occidente y la compasi¨®n de las religiones no perjudicar¨ªa a ninguna de las partes. La actitud combativa deber¨ªa hacer sitio al di¨¢logo y al entendimiento.
En La gran transformaci¨®n, obra que lleva por subt¨ªtulo El principio de nuestras tradiciones religiosas, la autora emprende un largo, original y fascinante viaje. Llama "gran transformaci¨®n" a aquella impresionante revoluci¨®n espiritual que Karl Jaspers denomin¨® "tiempo-eje" o "era axial" de la humanidad. Se trat¨® de un tiempo decisivo para el devenir de las culturas y de las religiones. Jaspers habla incluso de una "tercera fundaci¨®n de la humanidad" (la primera ser¨ªa la "hominizaci¨®n" y la segunda "el surgimiento de las grandes culturas"). Seg¨²n Karen Armstrong, hubo que esperar hasta el siglo XVI para vivir una nueva ¨¦poca axial: la que supuso la "revoluci¨®n cient¨ªfica" que transform¨® el mundo. Esta vez todo se debi¨® al genio cient¨ªfico occidental. Sus "h¨¦roes" fueron Newton, Freud y Einstein. La otra, la que estudia Armstrong, fue cosa de genios espirituales de la talla de Buda, S¨®crates, Confucio, Jerem¨ªas, los m¨ªsticos de los Upanishad, Plat¨®n, Arist¨®teles y algunos otros. Se trat¨® de un periodo prolongado. Modificando la cronolog¨ªa de Jaspers, Armstrong lo sit¨²a entre los a?os 900 y 200. El escenario fueron cuatro regiones muy diferentes de la tierra en las que aparecieron las grandes tradiciones mundiales que contin¨²an alimentando a millones de seres humanos: confucianismo y tao¨ªsmo en China; hinduismo y budismo en la India; monote¨ªsmo en Israel, y racionalismo filos¨®fico en Grecia. La era axial conocer¨¢ un segundo, tard¨ªo, florecimiento: el juda¨ªsmo rab¨ªnico, el cristianismo y el islamismo.
La aventura que espera al lec
tor de esta voluminosa obra es,
creo, apasionante. Ante sus ojos ir¨¢n desfilando excelentes retratos de los sabios axiales empe?ados en descubrir c¨®mo deber¨ªa ser un ser humano. Eran gentes que andaban constantemente "buscando algo m¨¢s". Tal vez fue esa permanente inquietud la que los convirti¨® en gu¨ªas fiables, en orientadores filos¨®ficos, en maestros espirituales. De hecho, el paso del tiempo los ha respetado. Hasta ahora no hemos superado la sabidur¨ªa de la era axial. Una sabidur¨ªa que se concretaba en descubrimientos tan "sencillos" como ¨¦stos: la vida es m¨¢s importante que las teor¨ªas; el ser humano trasciende lo que le rodea; existe la experiencia de lo inefable -el misterio- y su escucha silenciosa; los rituales y los sacrificios, tan propios de la era preaxial, han sido desplazados por la ¨¦tica; el acceso a lo que los sabios axiales llamaban Dios, Nirvana, Brahman o "el Camino" pasa por una vida compasiva; en realidad, la religi¨®n era compasi¨®n, empat¨ªa, benevolencia universal, regla de oro sin fronteras; rechazo de la agresividad, de la violencia, de la guerra y hasta de las miradas hostiles; prevalencia de lo personal sobre lo grupal, de la interioridad sobre la llamada del exterior. Y un largo etc¨¦tera.
Eso s¨ª: no hay luces sin sombras. La era axial no se enter¨® de que hab¨ªa mujeres. No hay sabias axiales. El motivo, seg¨²n Karen Armstrong, no hay que buscarlo en la misoginia, sino en la m¨¢s perfecta de las indiferencias frente al g¨¦nero femenino. Cuando se hablaba de "grandes hombres" no se inclu¨ªa ciertamente a hombres y mujeres. Y es que, probablemente, casi todas las grandes espiritualidades de la era axial se desarrollaron en entornos urbanos, dominados por el poder militar y la actividad comercial agresiva; en tales escenarios, las mujeres tend¨ªan a perder el estatus del que hab¨ªan disfrutado en una econom¨ªa rural.
Finalmente: este libro, como todos los de Armstrong, es de alta divulgaci¨®n y de estilo literario sobrio y atractivo. Sus lectores, adem¨¢s de aprender mucho, disfrutar¨¢n no poco.
LECTURAS
Breve historia del mito (Salamandra).
Mahoma: biograf¨ªa del profeta (Tusquets).
Historia de Jerusal¨¦n: una ciudad y tres religiones (Paid¨®s).
Los or¨ªgenes del fundamentalismo: en el juda¨ªsmo, el cristianismo y el islam (Tusquets).
Buda (Mondadori).
El islam (Mondadori).
Una historia de Dios: 4.000 a?os de b¨²squeda en el juda¨ªsmo, el cristianismo y el islam (Paid¨®s).
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