Gitano viejo, gitano nuevo
Los rumanos reviven en los asentamientos los problemas del colectivo cal¨¦ espa?ol
Tudor vive en un piso de C¨®rdoba con su mujer embarazada y su hijo. Esta semana ha llovido con fuerza en la ciudad. Tudor, de 26 a?os, ten¨ªa un techo para resguardarse. Pero su hermano y su sobrino peque?o han seguido durmiendo acampados a las afueras de C¨®rdoba, rodeados de basura y de ratas de dos palmos de largo. Tudor no los ha acogido en su piso... Pero si este rumano de etnia gitana les hubiera dejado entrar habr¨ªa acabado igual que ellos, en un asentamiento.
Tudor ha conseguido alquilar ese piso gracias a la intermediaci¨®n del Ayuntamiento de C¨®rdoba y de una ONG local. Como su caso s¨®lo hay otro m¨¢s en la ciudad. Pero Tudor, que prefiere que no se publique su verdadera identidad ni su fotograf¨ªa, tuvo que firmar un documento en el que se compromet¨ªa a que s¨®lo ¨¦l, su mujer y su hijo puedan residir en esa casa. Si lo incumplen les echan a la calle.
En las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha normalizado la situaci¨®n del colectivo espa?ol
"Pregunta a alguno de nosotros si quiere un trabajo, responde que s¨ª seguro", dice Tudor
"Ellos tienen muchas dificultades para que alguien les alquile un piso, nadie quiere". Habla Miguel Santiago, 42 a?os y gitano de octava generaci¨®n. Gitano, como Tudor, pero espa?ol.
Este peri¨®dico ha reunido a Tudor y a Santiago para que charlen en la sede la de Fundaci¨®n Secretariado Gitano de C¨®rdoba, donde trabaja Miguel. Y sus historias, las del colectivo al que pertenecen, se tocan. En muchos puntos son paralelas, aunque con 20 o 30 a?os de diferencia. Porque muchos de los t¨®picos que se oyen hoy cuando se levanta un asentamiento de gitanos rumanos no son nuevos.
Ya se escucharon hace d¨¦cadas, cuando en las chabolas y en los campamentos los que viv¨ªan eran los gitanos espa?oles. "Hoy en C¨®rdoba los gitanos aut¨®ctonos tienen trabajos normalizados, hay alba?iles, due?os de tiendas, camareros, trabajadores de los coches de caballos y abogados", dice Miguel. Se ha realizado durante las ¨²ltimas d¨¦cadas un trabajo "integral" que ha conseguido normalizar su situaci¨®n, afirma.
Tudor no ha alcanzado todav¨ªa ese punto. Trabaja haciendo chapuzas y recogiendo chatarra al margen del sistema. Porque, como el resto de sus compatriotas, puede residir en Espa?a legalmente pero no obtiene el permiso de trabajo autom¨¢ticamente como los ciudadanos de la Uni¨®n Europea.
Miguel y Tudor no quieren generalizar: Ni todos los gitanos (espa?oles o rumanos) son buenos, ni todos son malos. Eso s¨ª, se r¨ªen de los t¨®picos. Como el de que no quieren trabajar. "Pregunta a alguno de nosotros si quiere un trabajo, responde que s¨ª seguro", dice Tudor. "Claro que hay alguno que pide o que quiere hacerlo, pero eso s¨®lo son algunos", a?ade Miguel.
La familia de Tudor viv¨ªa al sur de Ruman¨ªa. All¨ª trabajaban como jornaleros en el campo. Pero a finales de los a?os ochenta el sistema se resquebraj¨® y comenz¨® una crisis. La misma que ha llevado a miles y miles de rumanos, gitanos o no, a emigrar. Tudor ya ha estado trabajando en Alemania, en Turqu¨ªa y en Italia. Hasta que hace tres a?os se estableci¨® en Espa?a. Ha residido entre C¨®rdoba y Albacete. De campamento en campamento, de desalojo en desalojo.
Durante su estancia en Espa?a encontr¨® su proyecto ideal de vida una ma?ana en la que fue a hacer unas chapuzas en una casa. "Era una familia espa?ola que fue emigrante en Alemania, que estuvo 20 a?os all¨ª y que luego volvi¨® a Espa?a. Eso es lo que me gustar¨ªa, ser como esa familia", dice Tudor. "Si hubiera conseguido un trabajo estable en Ruman¨ªa, no me habr¨ªa ido", asegura.
La lista de similitudes entre los dos colectivos, el de gitanos espa?oles y rumanos, es amplia, seg¨²n detalla Miguel. Como por ejemplo, en el terreno cultural: "Hay palabras del roman¨ª que compartimos y tambi¨¦n compartimos el gusto por la m¨²sica y el ritmo". Tambi¨¦n existen similitudes sociales, "como el valor de la vida en familia".
Pero, adem¨¢s, hay otro tipo de semejanzas, menos favorables, como la discriminaci¨®n. "Ellos han sufrido un rechazo muy fuerte en su pa¨ªs y aqu¨ª. El gitano aut¨®ctono ahora tiene aqu¨ª muchos menos problemas", afirma Miguel. Y Tudor explica qu¨¦ es sentirse observado: "Cuando entro en una tienda el encargado se pone a mi lado y hace como que est¨¢ limpiando, pero me est¨¢ vigilando, y cuando salgo he visto a dependientas echar colonia".
"De nosotros, los aut¨®ctonos, tambi¨¦n se dec¨ªan las mismas cosas: que no quer¨ªamos trabajar, que ¨¦ramos sucios, que no cuid¨¢bamos a nuestros hijos...", sostiene Miguel, quien asegura que con el colectivo gitano rumano se deben aplicar pol¨ªticas sociales integrales como se hizo en su d¨ªa con los espa?oles.
"Cuando se empez¨® a trabajar con los aut¨®ctonos se realizaban intervenciones de urgencia necesarias, pero nos dimos cuenta de que hac¨ªa falta una actuaci¨®n integral. Ahora deber¨ªa ser igual con los rumanos, pero nos quedamos en parches y hace falta que las administraciones auton¨®micas y central se impliquen m¨¢s", sostiene Miguel, quien lleva desde hace casi 20 a?os trabajando en el movimiento asociativo.
Para Miguel es una cuesti¨®n de oportunidades. Tudor asiente a su lado. "Los gitanos que han podido estudiar en Ruman¨ªa son hoy polic¨ªas o alba?iles", dice Tudor. Y eso es precisamente lo que reclama para ¨¦l y para su familia: una oportunidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.