"El d¨²o que so?amos ser"
Serrat y Sabina llegan al ecuador de su gira con tres conciertos la pr¨®xima semana en Madrid
El jueves ¨²ltimo, Joan Manuel Serrat y Joaqu¨ªn Sabina jugaban a los dados en un hotel de Sevilla, mientras Jos¨¦ Navarro, el productor de ambos desde hace a?os, miraba al cielo. Amenazaba lluvia, y el concierto pod¨ªa suspenderse. Se jugaron a los dados que escampaba, y gan¨® el optimista, es decir, el colectivo.
"Quer¨ªa que hubiese un respeto absoluto y cada uno ha hecho lo que quer¨ªa hacer" (Serrat)
"La gente ha entendido que es una celebraci¨®n de la amistad, de la memoria" (Sabina)
"Estos conciertos los celebran los j¨®venes, y aqu¨¦llos para los que nuestra m¨²sica es la banda sonora de su vida" (Sabina)
"Mi abuelo no existi¨® porque lo fusilaron y lo tiraron por un barranco, y nunca nos dieron partida de defunci¨®n" (Serrat)
Ese d¨²o ("el d¨²o que so?amos ser", dice Serrat) que completa un equipo de m¨²sicos que vienen de las dos partes ha conseguido transmitir en el escenario de 33 ciudades espa?olas (y faltan 33 ciudades, de Espa?a y de Am¨¦rica Latina) una alegr¨ªa que todav¨ªa era titubeante en Zaragoza, cuando empezaron a finales de junio de este a?o. Acabar¨¢n la parte espa?ola de su periplo, al que llamaron Dos p¨¢jaros de un tiro, tambi¨¦n en Zaragoza; como dicen, "queremos agradecer a los aragoneses la formidable acogida que nos dieron, y vamos a acabar all¨ª por gratitud y por cerrar lo que podr¨ªamos llamar el c¨ªrculo espa?ol".
Como dice Serrat, "haremos honor a ese refr¨¢n tan catal¨¢n: 'Roda al mon i torna al born'; damos la vuelta al mundo pero volvemos al origen". Antes de ese reencuentro con Zaragoza y de su actuaci¨®n por otras ciudades espa?olas, ese ecuador de la gira, que ha patrocinado EL PA?S, lo cumplen el martes, mi¨¦rcoles y jueves de la pr¨®xima semana en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. En Sevilla, antes de que se despejara el ¨²ltimo jueves la inc¨®gnita de la lluvia ("hizo hasta luna", nos dijo Navarro), los dos artistas dialogaron sobre la gira y sobre la vida, a mediod¨ªa, aun con el cielo encapotado.
Pregunta. ?Qu¨¦ no se jugar¨ªan nunca a los dados?Sabina. Yo me lo jugar¨ªa todo.
Serrat. Yo no me jugar¨ªa nada. De lo que quiero, nada. No me jugar¨ªa a la mujer, a los hijos, a los amigos, la salud. Tengo que decir que no soy lud¨®pata. Y no me siento en una mesa con gente desconocida cuando se juega en serio. Y con los amigos no me siento a jugar en serio porque descubro cosas que no me gustan. Por eso no me gusta jugar.
Sabina. A m¨ª, s¨ª. A m¨ª me gustaba mucho el p¨®quer. Los juegos de azar que no son del azar. Por la liturgia: la noche, el whisky, las se?oritas que andaban por all¨ª sin decir nada, y arruinando a un amigo si es posible.
P. El encuentro, en Zaragoza, se inici¨® con muchas incertidumbres lanzadas por otros.
Serrat. ?Y vamos por 33 ciudades; es la primera vez que las cuento!
P. ?Qu¨¦ esperaban de esta aventura?
Serrat. Yo estaba absolutamente convencido de lo que iba a hacer y de lo que iba a pasar. Mi orden en el trabajo lo ten¨ªa bastante claro. No estaba seguro de c¨®mo iba a ser el suyo y de c¨®mo nos ¨ªbamos a entender. Quer¨ªa que hubiese un respeto absoluto, que las decisiones que se tomaran fueran personales, no necesariamente consensuadas, que cada uno aportara lo que tuviera dentro, y cada uno ha hecho lo que quer¨ªa hacer, y sigue ocurriendo. Cada d¨ªa a ¨¦l se le ocurren cosas. Y siempre me interesa lo que se le ocurre.
Sabina. Yo s¨ª ten¨ªa miedos y dudas. No eran con respecto a lo que ¨¦l pudiera hacer, sino con respecto a m¨ª, si iba a estar a la altura de lo que Serrat esperaba de m¨ª. Ahora que estamos en el ecuador de la gira, debo decir que tengo un ataque de orgullo insoportable. Est¨¢ siendo m¨¢s fiesta de lo que hab¨ªamos planeado. Es asombroso c¨®mo el p¨²blico lo ha ido entendiendo y ha ido creciendo la bola de lugar en lugar. Creo que en este ¨¦xito tienen que ver la prensa, Internet, EL PA?S... Todo eso ha hecho que la gente entendiera bien que ven¨ªa a una celebraci¨®n de la amistad, de la memoria... y la verdad es que en este momento estoy deseando actuar, mirando al cielo como en Semana Santa, pero para que no llueva. Est¨¢ siendo para m¨ª una cosa maravillosa, casi una catarsis. Estoy totalmente feliz.
Serrat. Las ideas se han ido encontrando y encarnando de manera fant¨¢stica. Es muy c¨®modo. Y se ha ido homogeneizando el p¨²blico. Al principio hab¨ªa p¨²blico de Sabina y p¨²blico m¨ªo. A medida que han ido avanzando los conciertos ha ido desapareciendo esa divisi¨®n. Siguen estando los incondicionales de ambos, pero todo es mucho m¨¢s homog¨¦neo.
Sabina. Eso lo ha hecho el boca a boca. Y el escenario es el div¨¢n del psiquiatra. No se puede fingir que somos amigos y que lo estamos pasando bien si no somos muy amigos. Eso el p¨²blico lo nota.
P. Sigue estando, al principio de los conciertos, esa broma filmada de I?aki Gabilondo: que ustedes no se presentan al concierto, por problemas de salud, o de p¨¢jara...
Sabina. ?sa es una broma m¨ªa, pero no tanto por la salud, sino por la fama no merecida que ten¨ªa yo de que pod¨ªa dar un gatillazo en pleno concierto. ?He dado 2.000 conciertos y s¨®lo he tenido tres o cuatro gatillazos! La broma viene por ah¨ª.
Serrat. ?Y sugiri¨® que nos llevaran en silla de ruedas al escenario! Pero se descart¨®, por respeto a los que van en silla de ruedas.
P. ?Y c¨®mo ha sido el trabajo previo?
Sabina. Preparar estos conciertos fue un trabajo duro. Como todas las cosas f¨¢ciles, detr¨¢s hay una dificultad de elaboraci¨®n. Hab¨ªa que juntar a m¨²sicos de diferentes procedencias, de diferentes conceptos musicales, que se han adaptado muy bien. Hemos tenido que trabajar las voces...
Serrat. Son voces muy, muy distintas. Tanto ¨¦l como yo ten¨ªamos una peque?a frustraci¨®n, porque nos gusta mucho la m¨²sica y de oreja no andamos mal, y ten¨ªamos que aprender a cantar juntos, su voz, la m¨ªa.
Sabina. Pero a estas alturas ya estamos jugando como el Bar?a de hace dos a?os: de memoria. Eso es cojonudo, porque no gastas energ¨ªa. Pero de pronto tambi¨¦n sentamos a Ronaldinho, cambiamos la estructura del equipo. En Granada sacamos a Miguel R¨ªos, lo cual alter¨® el orden de todo, pero fue cojonudo.
P. ?Y c¨®mo se han adaptado los m¨²sicos?
Serrat. Uno siempre espera que los amigos de uno se hagan amigos de otros. Los hemos presentado y se han hecho amigos.
Sabina. Hay un consenso sobre el liderazgo de [Ricard] Miralles: ¨¦l dirige el sonido, con Antonio [Garc¨ªa de Diego]. Y hay verdaderos monstruos en el escenario, como Pancho Varona. Y mis m¨²sicos est¨¢n felices: ?por primera vez en su vida saben exactamente lo que hay que hacer en cada concierto! Y conmigo solo eso era un despelote.
P. Dice Serrat que ¨¦ste es "el d¨²o que so?amos ser".
Sabina. Se refer¨ªa a la idea plat¨®nica del d¨²o. A m¨ª que sean las nuestras dos voces tan diferentes me gusta m¨¢s que si estuvi¨¦ramos m¨¢s cerca.
P. ?Han tenido que cambiar para acercarse al otro?
Serrat. Yo he tenido que hacer m¨¢s de lo que hac¨ªa. No he tenido que renunciar a nada.
Sabina. Yo me he ido a vivir a otra casa, que me est¨¢ encantando. ?Y adem¨¢s nuestras mujeres se llevan bien!
Serrat. Oye, Sabina, tendr¨ªamos que buscarnos algo para pelearnos, que esto est¨¢ quedando muy baboso.
P. Va gente de todas las edades.
Serrat. Es fant¨¢stico ver a tanta gente joven. Es de lo mejor que me ha ocurrido. Me da mucha risa cuando leo en la prensa que el p¨²blico mayoritario es de 30 o 40 a?os. ?Y de qu¨¦ edad piensan que son los j¨®venes!
Sabina. Y es una gozada ver a tantos chicos. Hay en estos conciertos una dimensi¨®n democr¨¢tica, de celebraci¨®n. Lo celebran los j¨®venes, y tambi¨¦n aqu¨¦llos para los que nuestra m¨²sica es la banda sonora de su vida.
P. Se van a echar mucho de menos.
Serrat. No, porque nos vamos a seguir viendo. Nos echamos de menos ya. Es un viaje largo: comemos juntos, dormimos en los mismos hoteles, nuestras familias se conocen, leemos los mismos libros...
P. ?Y no hay competencia, vanidades?
Sabina. La sana competencia. La hay, y que dure, por favor. Hace que est¨¦s m¨¢s atento, m¨¢s preocupado. No importa que cante uno o el otro, t¨² est¨¢s cantando todo el rato. Aunque no est¨¦s en el escenario, lo est¨¢s.
Serrat. Tenemos esa oreja m¨¢gica, nos escuchamos permanentemente.
Sabina. Y si el otro se va a mear sabes que te est¨¢ oyendo, no te puedes relajar.
P. Despu¨¦s de Zaragoza fueron a Barcelona, a los toros, a ver a Jos¨¦ Tom¨¢s. La web de la gira est¨¢ llena de recriminaciones por ir a los toros.
Serrat. Fui con mi amigo a los toros; quer¨ªa acompa?arle, era en mi ciudad, e ir¨ªa con ¨¦l adonde hiciera falta. No soy taurino. Acompa?¨¦ a mi amigo.
Sabina. Mi taurinismo es lo ¨²nico que me acerca a Goya o a Hemingway. Y mi torero es Jos¨¦ Tom¨¢s. Ahora, estoy contra todas las corridas donde no est¨¢ Jos¨¦ Tom¨¢s. Y me pareci¨® fatal lo del toro alanceado de Tordesillas y todas esas barbaridades de la Espa?a profunda y oscura.
P. Hablando de Espa?a. Treinta y tres ciudades, mucho pa¨ªs. ?Y c¨®mo lo han visto?
Sabina. La impresi¨®n que se da en los papeles no es real, y en verano, cuando empezamos la gira, los soldadores de la patria estaban refresc¨¢ndose. Los peri¨®dicos se achican, los parlamentarios se van de vacaciones y, claro, eso hace que el pa¨ªs funcione razonablemente. De modo que mientras hemos ido por ah¨ª nos hemos encontrado con el pa¨ªs normal que es este pa¨ªs.
Serrat. Eso del pa¨ªs roto es, s¨ª, de los papeles, de la radio. Y despu¨¦s se regresa del verano, y ya ves lo que pas¨® el otro d¨ªa en el Senado, cuando interpelaron a Zapatero insistiendo en una simbolog¨ªa de todos para hacerla propia.
Sabina. A m¨ª parece rid¨ªculo y pat¨¦tico que ese tipo de discurso se est¨¦ dando en el 2007.
Serrat. Y mira lo que ocurrido con Imaz y lo que ha dicho Rajoy. Tendr¨ªa que haberlo dicho hace unos meses. Lo siento, porque se va un hombre tolerante, un hombre de di¨¢logo, que en Euskadi es muy necesario. En fin, recuerdo las palabras del emperador Claudio, cuando dec¨ªa: "Dejad que la mierda aflore".
P. Serrat ayud¨® a que se recuperara la memoria de algunos exiliados ilustres. Ahora se estanca la Ley de Memoria Hist¨®rica. ?C¨®mo lo viven?
Serrat. Parece que algunos interpretan que se trata de una revancha. Y se trata tan s¨®lo de hacer que se recupere la historia con la verdad. Creo que estamos suficientemente educados para saber el tipo de barbarie que se cometi¨®. Poder ordenar esto de forma hist¨®rica necesita una voluntad de todos los espa?oles. Es muy dif¨ªcil hacer esto sin hurgar en el pasado. No se trata de desenterrar cad¨¢veres. Se trata de que todav¨ªa hay hombres de 80 a?os a los que les fusilaron al padre y a¨²n no se sabe d¨®nde est¨¢. Y tienen todo el derecho de saberlo. A m¨ª me gustar¨ªa saber d¨®nde mataron a mi abuelo. ?Por el barranco tiraron a mi abuelo! Y hoy en d¨ªa mi abuelo no existi¨®, porque en la iglesia donde estaba, a la c¨¦dula de nacimiento le pegaron fuego. Mi abuelo no existi¨® porque lo fusilaron y lo tiraron por un barranco, y nunca nos dieron partida de defunci¨®n. ?Soy nieto de un abuelo que no existi¨®!
Sabina. Much¨ªsimos espa?oles, de la edad de Serrat, se sienten nietos del abuelo de Zapatero.
Serrat. No, yo me siento nieto de mi abuelo.
P. En el escenario son optimistas. ?Y lo que hay por ah¨ª, los hace optimistas?
Serrat. No est¨¢n las cosas para tocar casta?uelas, pero tampoco puedes ir por ah¨ª arrastrando las cadenas, sino tratando de ver c¨®mo te las quitas. Y el optimismo ayuda.
Sabina. En el escenario estamos de fiesta, y a una fiesta no puedes ir vestido de funeral. Y coincido con lo que dice aqu¨ª mi primo.
P. Sabina, ?qu¨¦ palabra le sugiere Serrat?
Sabina. Hace un tiempo hubiese dicho que era un maestro insustituible, alguien a quien envidiaba las canciones, las mejores canciones de amor del mundo. Ahora te digo, simplemente: yo no canto mi canci¨®n, sino a quien conmigo va.
P. ?Y a usted, Serrat, qu¨¦ le sugiere Joaqu¨ªn Sabina?
Serrat. Generosidad. La alegr¨ªa de encontrarle.
Lo que no me gusta de mi amigo
Despu¨¦s de la conversaci¨®n, Serrat y Sabina se fueron a comer al restaurante Becerra, con sus mujeres, con parte de su equipo; se encontraron con su productor en M¨¦xico y con su familia, y tambi¨¦n los llevaron a su mesa. Como a Sabina no le gustaba la raya ("?esa raya no, y de la otra me he quitado!"), su amigo Joan Manuel insisti¨® en d¨¢rsela en la boca. En esa atm¨®sfera, en la que tambi¨¦n estaban pendientes de la lluvia, empezaron a desgranar las razones por las que uno y otro se detestan. Lo hab¨ªan adelantado: "Esto est¨¢ quedando muy baboso, ?qu¨¦ tal si nos damos le?a?".
?stas son las razones por las que Serrat detesta a su amigo Sabina.
-Porque vive en concubinato, y en un hombre de cierta edad...
-Por sus andares chulescos.
-Por sus disgustos gastron¨®micos
-Por su manera de besar.
-Porque usa boquilla de menta y no se atreve a dejar de fumar.
-Porque me habla cuando le interrumpo. -Porque es m¨¢s brillante que yo.
-Porque se lleva el 50% de mis beneficios.
Y a Sabina no le gusta Serrat:
-Porque no le huele la boca.
-Porque moja magdalenas en mi caf¨¦ con leche.
-Porque me deja fuera de las dedicatorias.
-Porque no es del Atl¨¦tico de Madrid, y porque lo llev¨¦ al campo y el Bar?a nos meti¨® seis a cero.
-Porque se ha quitado el lunar ("Que no es verdad", dice Serrat).
-Porque ha escrito Mediterr¨¢neo. El cabr¨®n.
-Porque cuando quiere saber mi opini¨®n me la da.
-Porque no me gusta c¨®mo le aplaude la gente.
-Porque se lleva el 50% de mi beneficio, ?y de mi talento!
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