La jungla animada en papel
El neoyorquino Walton Ford es un pintor at¨ªpico, un dibujante de estilo decimon¨®nico que se nutre de historias escritas e imaginadas para mostrar y satirizar sobre la relaci¨®n del hombre con los animales y la naturaleza. El resultado son f¨¢bulas desasosegantes de acabado perfecto.
Walton Ford no dibuja animales, sino palabras. ?stas son su mayor fuente de inspiraci¨®n. Cada una de las acuarelas que se ven en estas p¨¢ginas (y los otros cientos de aguafuertes, grabados o aguatintas no reproducidos) han nacido de historias escritas, escondidas en los libros que el artista lee con fruici¨®n, los que encuentra en anticuarios, los que ojea y adquiere en cualquier parte, los que apila en su estudio de forma ca¨®tica y terminan impregnados de agua y motas de colores de los pigmentos. "Nadie deber¨ªa prestarme nunca un libro. Es arriesgado", dice ¨¦l. Cada una de sus obras comienza en una frase, en una visi¨®n. La pinta, le pone su propio t¨ªtulo y luego la llena otra vez de palabras que regresan para darle el sentido deseado: Brutal beauty, King of the beast, Past is present, Heroism adiction, Animal magnetism, Necr¨®polis, Devotees, Dialogue, My soul after thee, Infiltrators?
"Habitualmente uso la violencia de un modo aleg¨®rico, metaf¨®rico"
"En un cuento hind¨², la hija de un ogro (Menschenfresser, engullidor de hombres en alem¨¢n, otra sugerente palabra) le pregunta a su padre: 'Papa, ?d¨®nde guardas tu alma?'. 'A 16 millas de aqu¨ª hay un ¨¢rbol', le responde ¨¦l, 'alrededor del ¨¢rbol hay tigres y osos y escorpiones y serpientes?; en lo alto del ¨¢rbol hay una serpiente enorme; en su cabeza hay una peque?a jaula; en la jaula hay un p¨¢jaro? y mi alma es ese p¨¢jaro". ?ste es un extracto del libro La rama dorada. Un estudio sobre magia y religi¨®n, de J. G. Frazer (1854-1941), autor escoc¨¦s cuyos textos se consideran de los primeros grandes estudios antropol¨®gicos sobre viejas religiones del mundo. Ese cuento y ese libro son el origen de su obra Atma, la serpiente enrollada en el arbusto. Ella ilustra el inicio de este reportaje y tambi¨¦n el m¨¦todo habitual de trabajo del artista, nacido en 1960 en Nueva York, hijo de familia de cuentacuentos, estudiante de la escuela de dise?o de Rhode Island, autodidacto.
?Viendo sus dibujos, quiz¨¢ lo que le habr¨ªa gustado es ser bi¨®logo, paleont¨®logo, aventurero o taxidermista? O simplemente haber nacido en el siglo XIX?
?Siempre supe que era un artista. Desde que tuve uso de raz¨®n. Y sab¨ªa que lo mejor era ser un naturalista aficionado porque nunca me gust¨® ni estudiar ni ir a la escuela? Y tanto como haber nacido en el siglo pasado?, bueno, la nostalgia es de idiotas. Cualquiera que crea que cualquier tiempo pasado fue mejor que el actual es que no ha le¨ªdo mucha historia.
El alma o el esp¨ªritu de Walton, el dibujante ogro engullidor de historias ("me gustan las cosas que muerden"), no parece saber de encierros; debi¨® de estar desde siempre sobrevolando las alturas, tal como se aprecia en esos cientos de p¨¢jaros, palomas, papagayos, loros, patos, tucanes, ibis? que ha trazado desde que recuerda. A¨²n ahora, en las fotos, mantiene la pinta del ni?o que se dedicaba sin piedad a cazar lagartijas y descabezarlas; de ser el asustador oficial de los m¨¢s tiquismiquis de sus compa?eros de juego cuando crec¨ªa medio salvaje en el valle del Hudson (ver el art¨ªculo Natural boy, publicado por el New York Magazine, en www.nymag.com). "Pint¨¦ animales desde el momento en que pude sujetar un l¨¢piz. Siempre los dibujaba en escenarios salvajes. Es decir, que mis obras no han cambiado desde que era ni?o, pero se han vuelto m¨¢s elaboradas, espero".
Lo cuenta desde su estudio cercano a Nueva York, concentrado estos d¨ªas en el dibujo de una tigresa persa, una especie ya extinta: "Ella est¨¢ muy enfadada porque alguien le ha robado su cachorro. La historia procede de un bestiario del siglo XII". Y mientras, sus exposiciones van y vienen como las aves por todo el territorio: "Expondr¨¦ en la Paul Kasmin Gallery, en Nueva York, en primavera; mostrar¨¦ obras en la Frieze Art Fair de Londres en octubre, y tambi¨¦n en la Art Basel de Miami este invierno. Algunas piezas est¨¢n justo ahora intentando buscar su sitio en distintos museos; es decir, que estar¨¢n pronto m¨¢s disponibles para el p¨²blico. Y justo ahora se ven en el Brooklyn Museum 50 de mis pinturas: my life's work", afirma.
Ford es un enigma y un descubrimiento. Lo primero se aprecia al contemplar su trabajo. No es lo que parece. "Doy un mont¨®n de informaci¨®n en mis obras", asegura. De su vida, de las historias y tiempo elegidos, de sus planteamientos filos¨®ficos, sociales, pol¨ªticos; de lo profano y lo sagrado? Y s¨ª, sus dibujos parecen producto de una alucinaci¨®n. ?Se trata de creaciones del siglo XIX o del XXI? ?Qu¨¦ son, con tanto color, tanta precisi¨®n y detalle, tanta recreaci¨®n del mundo animal, tanto gesto salvaje y enigm¨¢tico, tantas especies que interact¨²an y parecen vivir unas de y con otras, comerse, atacarse, rozarse e incluso se podr¨ªa decir que amarse por contacto? Cuadros que son como coreograf¨ªas; paisajes como escenarios inquietantes; objetos de gran simbolog¨ªa? Su discurso, elaborado y preciso, trata, ante todo, de la imaginer¨ªa usada en las ciencias naturales, de la crueldad e indiferencia ante lo animal, algo que viene de lejos. "Me interesa usar este lenguaje visual para hablar de esas otras cosas socioculturales que infectan la representaci¨®n natural igual que un virus inform¨¢tico".
Sus dibujos, de apariencia tranquila, son, cuando se observan, como m¨ªnimo desasosegantes, casi siempre sat¨ªricos, inquisitivos, violentos? especialmente las miradas, los ojos? ?muestran algo del mismo Ford? "La mayor¨ªa del trabajo creativo es autobiogr¨¢fico. Pero si eres buen artista, sabes usar bien la ficci¨®n como herramienta. Alguien como Nabokov puede escribir sobre Humbert y Lolita sin ser necesariamente un ped¨®filo", bromea. Su obra, insiste, intenta afrontar el modo en que se crea, crece, se estudi¨® y se estudia la historia natural? "Y ¨¦sta, de por s¨ª, tiende a ser violenta: implica la conquista de otros territorios, la colecci¨®n de espec¨ªmenes?".
Los dibujos a tama?o real de Ford recuerdan a los de los artistas naturalistas de los ¨²ltimos tres siglos, en especial a los de James J. Audubon. "Ellos me han influido enormemente; mi trabajo gira en torno al suyo. Muchas im¨¢genes de Audubon tuvieron un impacto especial en m¨ª, pero mi relaci¨®n con ¨¦l es ambivalente, s¨ª, cualquiera que le lea, comenzar¨¢ enseguida a cansarse. Era un fastidioso egoc¨¦ntrico. Pero su obra es tan acabada que s¨®lo queda admirarle".
La literatura, las memorias (como las de Leonardo da Vinci), cartas (como las de Benjamin Franklin), documentos de ¨¦poca colonial y de grandes viajeros del siglo XIX (entre sus preferidos, Carl Akeley, aventurero, cazador y naturalista, considerado padre de la taxidermia moderna con sus novedosas puestas en escena de animales en su entorno natural en el Museo de Historia Natural de Nueva York) y el cine son la materia prima de Ford: "Ante todo, me impact¨® el filme King Kong, de 1932, porque trata la historia natural en un contexto hist¨®rico y muestra el temor del hombre blanco a lo desconocido".
Ford es, adem¨¢s, un descubrimiento. Porque resulta casi desconocido en este lado del Atl¨¢ntico. Quiz¨¢ para paliar ese vac¨ªo llegan ahora dos libros de Taschen de igual t¨ªtulo, Pancha Tantra, en edici¨®n especial, muy pocos ejemplares y a alto precio. El primero, de la colecci¨®n Art Edition, cuesta 5.000 euros (con litograf¨ªa original); el otro, el collector, 1.000. "Mientras los propios cuadros de Ford ?extravagantemente detallados, extraordinariamente precisos? raramente invitan a las comparaciones obvias con el trabajo de Audubon, en cuyos textos est¨¢n basados, la obra revela algo m¨¢s, una imaginaci¨®n narrativa: Bruegel seg¨²n Borges", as¨ª lo define Bill Buford, autor y editor del New Yorker, en la introducci¨®n del Pancha Tantra. Un t¨ªtulo tomado del libro hind¨² ancestral de f¨¢bulas animales, coleccionado entre los siglos V y III antes de Cristo, precursor de las de Esopo.
?Para dibujar animales con tanta precisi¨®n se necesitan modelos y mucha observaci¨®n? ?C¨®mo lo ha hecho? ?Visita muchos zoos o museos? ?Viaja a la selva?
?Visito zoos y viajo a la jungla, all¨¢ donde quiera que viven animales. Pero, sobre todo, si necesito un modelo f¨ªsico, voy al Museo de Historia Natural de Nueva York, con sus dioramas y modelos que permanecen quietos, al contrario de lo que sucede con animales vivos. Esto me permite tomarme el tiempo necesario para estudiarlos. En los zoos, los animales duermen en lugares apartados de la mirada de la gente. La taxidermia no exige billetes de avi¨®n o repelente para bichos?
Pese a su vinculaci¨®n animal, Ford no se considera naturalista, ni conservacionista o ecologista, pero le preocupa el cambio clim¨¢tico y sus consecuencias: "Me interesan las historias, problemas y pol¨ªtica del medio ambiente, claro, pero no los trato de forma evidente. Estoy m¨¢s interesado en nuestras relaciones culturales con los animales, en nuestra imaginaci¨®n literaria del mundo natural, en las tradicionales representaciones de animales concretos".
As¨ª, plasma Ford una especie de cadena de supervivencia: pinta leones que dominan a humanos, gorilas que se rebelan contra las c¨¢maras de fotos de los turistas, monos que portan calaveras de hombres, p¨¢jaros que se comen entre s¨ª, leones que engullen cocodrilos, monos que celebran banquetes al estilo de La ¨²ltima cena?
??Plantea en ellos la justicia implacable de la naturaleza?
?Habitualmente uso la violencia en un modo aleg¨®rico o metaf¨®rico. Por ejemplo, en una obra titulada Le jardin dibujo un bisonte atacado por lobos blancos; imagen muy americana colocada en un jard¨ªn franc¨¦s como Versalles para contraponer diferentes miradas sobre la naturaleza. El ideal europeo es que la naturaleza est¨¢ ordenada art¨ªsticamente, mientras que para la percepci¨®n americana es salvaje y violenta. Y cuando fundes ambas obtienes una imagen terrible. Dibujo la idea de c¨®mo la cultura americana contamina a las dem¨¢s.
No tiene Ford personajes preferidos, ni sus gorilas pensativos, ni leopardos en ataque, ni siquiera esa elefante en celo llamada Nila, con referencias al relato de Orwell, Matar un elefante, que es un verdadero tratado de antiviolencia. "Me encapricho habitualmente de aquel en el que estoy trabajando". Pero s¨ª tiene obras m¨¢s queridas. "S¨ª, Falling Bough (rama cayendo)".
En ella, una masa informe de palomas migratorias [hoy desaparecidas de mano del hombre] se apelotonan en el corto espacio de una rama. Fueron las palabras de Audubon al describir una matanza de estas aves en 1813 (en su Biograf¨ªa ornitol¨®gica, texto complementario de esa biblia que son los cuatro vol¨²menes de Birds of America, con retratos a tama?o real de m¨¢s de mil aves) las que despertaron la imaginaci¨®n de Ford. "El ¨²ltimo ejemplar de la especie conocido se llamaba Martha, la ¨²nica que quedaba de los billones que exist¨ªan en Am¨¦rica del Norte en el siglo XVII. Su cuerpo fue donado a la Smithsonian Institution, all¨ª se la meti¨® en una jaula con una placa que rezaba: 'Martha, ¨²ltima de su especie, muerta a la 1.00 p. m. del 1 de septiembre de 1914, a la edad de 29, en el zoo de Cincinatti. Extinta', se lee en el ap¨¦ndice del Pancha Tantra, junto a otras muchas de sus historias y referencias favoritas, desde p¨¢rrafos de las gu¨ªas Lonely Planet hasta libros sagrados. Dice Ford que esa pieza de la rama cayendo le encanta porque "recrea de manera fant¨¢stica una especie extinta cuyo gran n¨²mero era tan espectacular que es imposible imaginarlos juntos, a menos que? contemples mi obra. Lo que yo he creado es una imagen de algo de lo que s¨®lo se conoce por escrito".
??Y cu¨¢l no volver¨ªa a pintar?
?Esa misma. Me llev¨® mucho esfuerzo. No tengo ya esa energ¨ªa.
Lo que sigue en su tintero es su dibujo so?ado e imposible: pintar un cachalote de tama?o natural golpeando un barco. "Es algo que sucedi¨® en 1819, en el Pac¨ªfico Sur. Inspir¨® a Melville al escribir Moby Dick. Fue la ruina del buque ballenero Essex. Se hundi¨®, y los marineros se volvieron can¨ªbales". He ah¨ª otra visi¨®n Walton Ford.
'Pancha Tantra' se publica en noviembre en la editorial Taschen. www.taschen.com
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