Las propiedades de los Franco
Agradezco de todo coraz¨®n el art¨ªculo "Negocios de familia" as¨ª como "El b¨²nker de Meir¨¢s" publicado en Domingo de EL PA?S del 9 de septiembre. Un poco tarde, casi no llego. He cumplido 70 a?os, y de los cinco hermanos que fuimos quedamos dos: Luisa-Sahara, que permanece en Torino (Italia), y yo, que vivo en Barcelona; Guillermina, que ha fallecido este a?o 2007 en Boise (Idaho), Mar¨ªa Teresa, fallecida en Caracas en 2002 (Venezuela), Francisco Manuel, fallecido en Los ?ngeles (California) en 2005.
Mi padre, Francisco P¨¦rez P¨¦rez, hizo la carrera militar en la Academia de Infanter¨ªa de Toledo, y a los 28 a?os fue destinado a la provincia espa?ola de R¨ªo de Oro (S¨¢hara espa?ol) con sede en La Ag¨¹era, donde ocup¨® el cargo de gobernador hasta 1935. En septiembre de 1936, y por no adherirse al llamado Movimiento de Franco, fue desterrado al pueblo de Alajer¨®, de La Gomera, donde permaneci¨® con su mujer e hijos los tres a?os de la dichosa contienda, y all¨ª nac¨ª, en diciembre de 1936. Tras tres a?os de obligado destierro y despu¨¦s de pasar por tres tribunales de honor, se le otorg¨® el retiro obligatorio.
En 1942, al querer ocupar su casa de Ciudad Jard¨ªn de Alicante, la encontr¨® requisada por otra persona, y as¨ª, hasta el d¨ªa de hoy, a pesar de las infinitas peticiones documentadas. Despose¨ªdo de su casa y de sus derechos de ciudadano, tanto civil como militar, en 1945 decidi¨® el exilio en T¨¢nger, donde permaneci¨® con su esposa y cinco hijos, como residentes en esta ciudad de r¨¦gimen interior internacional.
Esta familia, como tantas otras familias espa?olas, padeci¨® una guerra cruel, una posguerra m¨¢s cruel todav¨ªa y una dictadura incalificable, y hemos tenido que soportar la benevolencia con la que han sido tratados el dictador y sus descendientes. Antes de que me llegue la hora final y no habi¨¦ndonos beneficiado de nada de nuestra patria que no sea su luz, el cari?o que le tenemos y su incuestionable car¨¢cter extraordinario, con la familia desperdigada a lo largo de a?os, queri¨¦ndonos en la distancia aunque perdidos en el tiempo, quisiera llegar a ver a los descendientes del dictador devolver todas y cada una de las cosas materiales que se hayan apropiado.
De lo dem¨¢s, de nuestras vidas, de nosotros, nuestra lejan¨ªa, nuestra muerte, dispersos, con llantos ahogados de los que ellos no han sabido ni de o¨ªdas, de eso, no pueden devolvernos nada, absolutamente nada. Me lo deben. Que todos los Franco sepan que est¨¢n en deuda para siempre. De la misma manera que nosotros padeceremos para siempre las consecuencias de la mente... obtusa y obsesa de su abuelo... equivocado. No hay remedio. Ni olvido. Ni perd¨®n.
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