La academia de lo ins¨®lito
Han pasado diez a?os desde que el Ayuntamiento de Palafolls, un peque?o pueblo del Maresme barcelon¨¦s situado en el l¨ªmite con la provincia de Girona, convocara un concurso para hacer una biblioteca en la periferia del casco urbano. Demuestra este municipio una inquietud poco usual, que ya le hizo darse a conocer por haber encomendado el pabell¨®n deportivo "el Palauet" al arquitecto Arata Isozaki, concluido en 1997, el mismo a?o en que se premi¨® el proyecto de biblioteca de Enric Miralles y Benedetta Tagliabue. Las dudas suscitadas por este encargo en el pueblo debieron ser m¨²ltiples, en parte por el car¨¢cter genial e imprevisible del autor principal, pero sobre todo porque en el verano de 2000 Enric Miralles muri¨® repentinamente cuando las obras apenas se hallaban en fase de cimentaci¨®n. Siete a?os despu¨¦s el edificio es una espl¨¦ndida realidad, y como obra p¨®stuma, un luminoso ep¨ªlogo que cierra la serie de obras gestadas en vida de su autor.
La biblioteca se plante¨® semienterrada para tener siempre delante un jard¨ªn en pendiente que ocultase la visi¨®n del entorno
Puede parecer un misterio el que una obra tan singular se concluya con ¨¦xito despu¨¦s de la desaparici¨®n de la mano maestra, pero si pensamos que adem¨¢s de un digno oficio, la arquitectura es tambi¨¦n una pasi¨®n, podemos intuir la capacidad que ten¨ªa Miralles para que su quehacer aparentemente personal e intransferible no s¨®lo se haya prolongado sino ramificado en dos importantes estudios como el de Carme Pin¨®s, su primera socia, y el de Benedetta Tagliabue, sucesora a cargo del estudio del Pasatge de la Pau. La pasi¨®n es contagiosa y sin duda podr¨¢n hablar de ello los m¨²ltiples y excelentes colaboradores que han seguido y apoyado la trayectoria de Enric Miralles desde sus comienzos hasta esta ¨²ltima obra, en la que tanto han tenido que ver los arquitectos Josep Mi¨¤s al comienzo y Josep Ustrell y Makoto Fukuda en todo su desarrollo. Ese car¨¢cter de aventura colectiva que provoca una obra como la suya puede ser la explicaci¨®n para tan ins¨®lita academia de la singularidad, sobre todo cuando estamos ante una arquitectura de fuerte componente artesanal, tanto en su g¨¦nesis como en su realizaci¨®n.
La biblioteca de Palafolls, que se llamar¨¢ Enric Miralles por decisi¨®n municipal, naci¨® como embri¨®n replegado sobre s¨ª mismo, en una primera intuici¨®n por aislarse de un entorno imprevisible, aunque despu¨¦s esta propuesta unitaria buscara la apertura hacia un peque?o parque y se fragmentara, en palabras de Benedetta Tagliabue, "como se corta un pan en rodajas", de forma que los restos del espacio fracturado finalmente se proyectaron al exterior mediante l¨ªneas que hoy abren la biblioteca al parque de forma controlada. Hay una serie de dibujos de Miralles que plasman muy claramente estas intenciones en los estadios intermedios del proyecto: se ve en ellos una gran preocupaci¨®n por la forma de relacionarse con el exterior, de modo que el muro externo compuesto por pliegues y embocaduras se representa m¨¢s como un generador de espacios ambiguos que como una simple frontera, tal y como el bosque cobija pero abre a la vez los caminos de la luz.
Esa preocupaci¨®n por controlar las vistas desde el interior de la biblioteca llev¨® a la decisi¨®n de semienterrarla para tener siempre delante un jard¨ªn en pendiente que ocultase la visi¨®n del entorno. De este modo las fachadas casi desaparecen como tales, y la cubierta ondulante de zinc se convierte en la aut¨¦ntica fachada urbana, creando un paisaje de dunas met¨¢licas en medio de un parque. Subyace en esa decisi¨®n una idea integradora de arquitectura y naturaleza que siempre han perseguido los arquitectos y que se hace expl¨ªcita hist¨®ricamente con el estilo rococ¨®, pero en este caso, y dentro de la complejidad que pueda tener la obra de un arquitecto culto y con una soberbia biblioteca personal, hace entrever referencias poderosas: a la aventura de Gaud¨ª como art¨ªfice de realidades complejas pero dominadas por un profundo conocimiento constructivo, a las b¨®vedas corbusierianas o a la obra de Alvar Aalto en su conjunto, donde se pueden rastrear algunas de las pautas presentes en Palafolls y otros proyectos.
Como los buenos paisajistas,
Miralles crea l¨ªneas imperceptibles y nodos que atan y ordenan el caos simulado de una naturaleza construida. La apariencia es casual y el motor creativo se adivina en la intuici¨®n, pero hay una l¨®gica muy clara que sistematiza el proyecto, lo dota de sentido y lo hace traducible a geometr¨ªas coherentes con una tecnolog¨ªa m¨¢s sencilla, tradicional y elemental de lo que pudiera parecer. La construcci¨®n ha durado diez a?os, y ha dado lugar a una obra madura y controlada, en la que nada escapa a la coherencia global, y que alcanza hasta la microarquitectura de los muebles, l¨¢mparas, estantes y todos los peque?os detalles. S¨®lo queda esperar que la ¨²ltima fase: el jard¨ªn circundante, se haga por los mismos autores y con el mismo cuidado que el resto de la obra, m¨¢xime por ser una parte fundamental que completar¨¢ y explicar¨¢ el proyecto al graduar vistas y aperturas de luz que hoy pueden parecer excesivas. Un lugar que aspira a ser adem¨¢s centro de estudio e interpretaci¨®n de la obra de Enric Miralles merece mostrar esta obra en su plenitud.
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