Una f¨®rmula urbana que funciona

Antonio Catal¨¢n, empresario hotelero de pro, sabe lo que se trae entre manos. Su modelo de alojamiento acendrado, funcional, minimalista y un punto previsible suele producir adicci¨®n. AC, o sea Antonio Catal¨¢n en su omnipresente acr¨®nimo, nunca decepciona, y su hotel coru?¨¦s tiene el aliciente a?adido de un precio muy ajustado para la categor¨ªa de sus instalaciones. El AC A Coru?a forma parte de un complejo de edificios acristalados en el hito preciso donde la N-VI abandona los prados y se adentra en la ciudad para definir una nueva zona de expansi¨®n. La fachada del hotel se abre a una plaza ahuecada por el acceso al aparcamiento subterr¨¢neo de todo el complejo (con acensor al hotel). El tr¨¢mite en recepci¨®n es eficiente, r¨¢pido y de una amabilidad poco com¨²n en los hoteles de extrarradio. A un lado se sit¨²a la sala AC, que agrupa una zona de estar, una peque?a hemeroteca, el rinc¨®n Internet y la cafeter¨ªa. Un ambiente actual y sosegado, sin estridencias.

Poco o nada integrado en la ciudad, el hotel se vive preferentemente en el espacio ¨ªntimo de los dormitorios. Aqu¨ª s¨ª que la decoraci¨®n sigue las reglas cartesianas del minimalismo: madera industrial, l¨¢mparas de firma, alg¨²n detalle de color y un armario ropero panelado con policarbonato transl¨²cido. El cuarto de ba?o, en un m¨¢rmol verde redundante en hoteles de otra ¨¦poca, queda apretado para una ocupaci¨®n doble.

No faltan las comodidades que abanderan la marca AC, como el minibar gratis, servicio 24 horas y el peri¨®dico junto a la puerta. Pero, ?oh, sorpresa!, al caer la tarde pide permiso para entrar una camarera encargada de la cobertura de camas. Repaso de s¨¢banas y toallas, zapatillas de ba?o al pie de las almohadas y una cajita de bombones sobre el edred¨®n embozado... L¨¢stima que el desayuno se sirva en un comedor muy decorado para la foto y menos para el disfrute del paladar.