De oficio, mujer detective
De verdad. Unas 700 mujeres en Espa?a son detectives privadas, profesi¨®n en alza en la que lo imprescindible es no ser vistas. De espaldas aparecen Chon Garc¨ªa, aut¨®noma, y Francisca C¨¢ceres y Rebeca White, de un despacho madrile?o.
De pel¨ªcula. El contexto en el que trabajan las detectives es usado por Ic¨ªar Bolla¨ªn para construir en 'Mataharis' un relato sobre la comunicaci¨®n y las relaciones personales. En la imagen, Nuria Gonz¨¢lez, Mar¨ªa V¨¢zquez y Najwa Nimri.
Caf¨¦ Central de Madrid.
Morena, pelo largo con flequillo, 1,70 de altura, 36 a?os, de Albacete. Son las coordenadas para reconocerla a primera vista, en la primera cita. All¨ª est¨¢, Chon Garc¨ªa, taza en mano, gafas y bolso grande, para definir mejor que nadie su profesi¨®n: "Cuando te pasas sola desde la seis de la ma?ana en invierno embutida en el coche para comprobar si alguien sale o no de una casa y con qui¨¦n? toda esa imagen literaria y cinematogr¨¢fica de los detectives a lo Humphrey Bogart se va al carajo". Pero a ella, soltera, sin hijos, parlanchina, apasionada, esp¨ªdica, con estudios de criminolog¨ªa y detective privado terminados hace casi tres lustros y una carrera de derecho en marcha, le entusiasma: "Te inventas personalidades, te haces pasar por otro, te vistes y desvistes, act¨²as y debes tener la capacidad de integrarte en cualquier sitio sin llamar la atenci¨®n: un d¨ªa est¨¢s en una fiesta fashion; al siguiente, en una cutre? Lo haces, resuelves el caso y? [se r¨ªe] al final te das cuenta de que el cliente no es tan bueno como parece ni el investigado tan malo". Vives, dice, muchas vidas. Como en el cine.
"A veces se nos enquistan las cosas, no sabes llegar a la soluci¨®n, te pierdes", Nuria Gonz¨¢lez es Carmen
"J¨®ven con ganas, a¨²n no corrompida, aprende que el trabajo no lo es todo en la vida", Mar¨ªa V¨¢zquez es In¨¦s
"Contagiada por el lado m¨¢s oscuro de su trabajo, convierte a su marido en uno de sus casos", Najwa Nimri es Eva
Chon es una de las casi 700 mujeres detectives privadas que trabajan en Espa?a, de un total de 2.400 licencias emitidas por el Ministerio del Interior desde que en 1992 la ley regulara el sector y permitiera trabajar s¨®lo a aquellos con formaci¨®n y TIP (tarjeta de identificaci¨®n profesional).
Este mundo de esp¨ªas y espiados, que el imaginario popular ha dotado de un halo misterioso y excitante y que remite a personajes ideados por Conan Doyle, Agatha Christie o George Simenon, ha sido el elegido por la directora Ic¨ªar Bolla¨ªn para contar, otra vez, una historia de mujeres en su nueva creaci¨®n, Mataharis.
Y le ha salido una pel¨ªcula sobre profesionales que se dedican cada d¨ªa a mirar a otros, a sospechar de ellos; que trabajan para confirmar lo que otros temen: que alguien te enga?a, te defrauda, te miente, te suplanta. Detectives que rastrean otras vidas para descubrir sus errores, sus miserias, y acaban espi¨¢ndose o radiografi¨¢ndose a s¨ª mismas. El mundo de la investigaci¨®n es el contexto. Pero el filme, una obra peque?a y contundente como todas las suyas, va sobre mujeres a secas: sobre la pareja, la comunicaci¨®n, las relaciones personales.
As¨ª, algunas im¨¢genes de estas p¨¢ginas son de pel¨ªcula; otras, no. Unas son de detectives de ficci¨®n; otras, de investigadoras privadas verdaderas. En unas aparecen, de frente, las actrices Najwa Nimri, Mar¨ªa V¨¢zquez y Nuria Gonz¨¢lez en fotograf¨ªas que se hicieron para la presentaci¨®n de Mataharis; en otras, de espaldas o con el rostro semioculto, las detectives de carne y hueso Francis C¨¢ceres (se dedica a esto desde 1998), Rebeca White (26 a?os, empez¨® hace apenas un a?o) y la misma Chon (con 13 a?os ya de carrera).
Gran V¨ªa, hacia Callao.
Las tres mujeres van y vienen, suben y bajan en direcci¨®n Callao a las ¨®rdenes del fot¨®grafo y se convierten ellas hoy en el objetivo de las miradas de los que pasean. Entre risas, dicen: "Una mujer muy guapa no se podr¨ªa dedicar a esto. No pasar¨ªa inadvertida, y eso es condici¨®n imprescindible. Es decir, que Najwa Nimri tendr¨ªa dificultades para sacar adelante los casos".
?Que no se nos reconozca en las fotos ?dice una.
?S¨ª, porque si te reconocen, te quemas, tienes que abandonar ?advierte otra.
?Lo dejas, por seguridad primero, porque hay gente muy loca; pero, sobre todo, porque si saben que vas detr¨¢s, cuidan lo que hacen ?remata la tercera.
Su mayor temor: que haya "contacto visual con el vigilado". Hay un momento cr¨ªtico, aseguran, cuando ¨¦ste sospecha: "Duda? y t¨² lo notas". Y el detective tiene que saber cu¨¢ndo desaparecer. "Te vas y luego vuelves a la carga junto a otros compa?eros y con otro operativo, dejando pasar un tiempo si es posible". A algunas, como a Merce, con la que hablaremos despu¨¦s, les ha pasado varias veces. El vigilado sospecha. "Te espera en un callej¨®n, te pregunta: '?Me est¨¢s siguiendo?', y has de negarlo. Y luego en el juicio a testificar [el testimonio de los detectives vale como prueba], y te reconocen, la gente se queda hecha polvo: 'Pero si era ella?'. Algunos se ponen agresivos. Una vez, un chico que estaba de baja en una empresa y le grab¨¦ martillo neum¨¢tico en mano haciendo una zanja para otra me quiso pegar".
O puede pasar que te descubran mirando y mirando, y "crean lo que no es: que quieres ligar". A Chon le sucedi¨® en el Joy Eslava: "Iba tras un tipo y me tuve que esconder en el lavabo porque ya se dirig¨ªa entusiasmado a por m¨ª".
"Seguimiento", llaman a su tarea m¨¢s habitual. Casi siempre tediosa y larga: "A veces dura meses hasta que das con lo que buscas: el beso en la boca delator, el encuentro que relaciona a un empleado de una empresa con el de otra de la competencia, la se?ora que dice estar lesionada y luego la pillas andando con tacones por la calle?". Vigilar quiere decir horas y horas de miradas y disimulos, de observaci¨®n, de pararse como si nada en las esquinas, de sentarse en un bar, recostarse en una valla o en un banco con la c¨¢mara de v¨ªdeo guardada en el bolso, el tel¨¦fono m¨®vil o el walkie-talkie listo en todo momento, sin perder de vista un segundo a la persona, el sujeto o la sujeto vigilado?
?Y se implican las detectives en los casos? Francis asegura que ella "mucho", sobre todo si se trata de abusos de menores o malos tratos (todas coinciden en esto): "Me llevo el trabajo a casa, incluso tengo clientes que ya son amigos. Les hago de consejera: 'No sigas por ah¨ª, lo que tienes que hacer es separarte?". Los detectives hacen como los abogados: hacer su trabajo y punto. "Podemos parecer insensibles, pero no es as¨ª. Muchas veces te da pena del vigilado, un pobrecito. Te preguntas: ?le han empujado a esto las circunstancias? Luego reflexionas: s¨ª, quiz¨¢. Pero no puedes hacer nada. Y compartir un mes de la vida de otro es muy fuerte. Yo he llegado a seguir durante tres meses a alguien. Y llegas a saberlo todo sobre su vida: d¨®nde desayuna, d¨®nde compra la ropa, c¨®mo anda, c¨®mo se mueve, con qui¨¦n va? Pero nosotros no juzgamos, ni sacamos conclusiones o valoraciones", sigue Chon.
??Vas detr¨¢s de alguien tres meses y no te ve?
?No, no se dan cuenta. Porque sabes bien d¨®nde colocarte. Y porque sabes ya tanto sus rutinas que no hace falta estar pendiente al cien por cien?
"Mira", dice Rebeca, "yo me coloco as¨ª a veces, o me siento en un escal¨®n, en una terraza?". Repite los movimientos para las fotos. En su actividad, los detectives tienen algunas limitaciones. Lo contar¨¢ luego Merce, de Elda, 31 a?os, siete de profesi¨®n, aut¨®noma, casada, sin hijos, menuda, bajita que podr¨ªa pasar perfectamente por cooperante de una ONG: "No podemos llevar pistola? Los m¨¢s mayores s¨ª, s¨ª la llevan. Y otro impedimento? bueno, en teor¨ªa, s¨®lo puedes grabar conversaciones en las que participes t¨²; en sitios p¨²blicos s¨ª, pero no meter grabadoras en un despacho, o entrar en casa de nadie a grabar, ni en habitaciones de hotel o tiendas de campa?a, en todo espacio ¨ªntimo. Por ejemplo: si te encuentras en los ba?os de un bar: puedes grabar en la zona del lavabo, pero no en la del retrete; o en un balc¨®n s¨ª, pero dentro no?".
Observar sin que se note. Ver sin que parezca que ves. No es sencillo seguir a una persona. Quiz¨¢ por eso, de los 400 profesionales que salen preparados para ejercer de la Universidad en Espa?a (donde, al contrario que en otros pa¨ªses de la UE, los estudios est¨¢n reglados) cada a?o, s¨®lo el 50% lo hace; el resto abandona. "Si esto de verdad no te gusta, no lo puedes hacer, porque roza un l¨ªmite, el de la vida privada, juzgar a la gente; tienes delante lo peor de cada casa, sus miserias?", apunta Chon, parapetada tras su gafas, para quien lo que m¨¢s le pesa de la profesi¨®n es "la influencia que puedes llegar a tener en la vida de otros".
Sede de la productora La Iguana.
Chon, Francis, Rebeca y otras detectives (como Merce, aut¨®noma; o Elena y Bel¨¦n, las creadoras del primer despacho s¨®lo de mujeres, hace dos d¨¦cadas, Detectives Alicante), sus vivencias y experiencias, incluso su aspecto ("es que ves a algunas que llevan su bolsito con la c¨¢mara oculta y parecen tu t¨ªa o tu prima; lo ¨²ltimo que imaginas es que se trate de una detective", comenta Bolla¨ªn), sirvieron de inspiraci¨®n y gran ayuda a las guionistas (la misma Ic¨ªar y Tatiana Rodr¨ªguez) de Mataharis. Era el mejor modo de construir el contexto en el que las protagonistas no s¨®lo se enfrentan a los secretos ajenos, sino que tambi¨¦n deben identificar y solucionar los propios.
La misma Tatiana acab¨® convertida en experta: "Existe en esta profesi¨®n un antes y un despu¨¦s de la democracia", dice. "Y dos generaciones: la agencia antigua, heredera de la la dictadura, cuyos miembros son m¨¢s fantasmas, hablan de armas y peligros en un mundo tenebroso? y las nuevas, con gente m¨¢s joven y formada, empresas normales, en las que tambi¨¦n hay profesionales m¨¢s o menos fantasmas o presuntuosos, pero que lo viven como una ocupaci¨®n seria, digna, nada oscura?".
?Y por qu¨¦ el mundo detectivesco ahora para contar su historia, tras haber rodado Flores de otro mundo o Te doy mis ojos? Lo cuenta la directora: "Todo empez¨® al ver un anuncio sobre una agencia china, en Shanghai, formada por chicas". Ah¨ª se encendi¨® la chispa. ?Mujeres detectives? ?No es cosa del cine, de los c¨®mics, de las series tan de moda? ?Existen? ?Cu¨¢ntas? ?D¨®nde? ?Llevan gabardina y gafas oscuras? ?C¨®mo trabajan? ?Ejercen su trabajo c¨®mo los hombres? "La noticia dec¨ªa que las mujeres son muy buenas para esto; que tenemos mucha capacidad, somos muy eficaces porque lo que hacemos normalmente es muy aplicable a la investigaci¨®n: la intuici¨®n, la paciencia, las dotes de observaci¨®n, el estar a varias cosas a la vez, la capacidad de ser sistem¨¢ticas, el analizar la psicolog¨ªa del otro para prever lo que va a hacer?". Y s¨ª, ah¨ª est¨¢ el anuncio a¨²n en Internet, una agencia que creci¨® al calor del boom de la demanda de investigaci¨®n sobre infidelidades en China. Pero no hace falta irse tan lejos.
Calle Marqu¨¦s de Urquijo.
El negocio va bien, "creciendo en Espa?a", dice Julio G¨²tiez, presidente de la Asociaci¨®n Profesional de Detectives Privados de Espa?a (APDPE), que engloba al 75% de los profesionales y anda en lucha por que se les considere con la misma categor¨ªa que un abogado, porque exista ya un colegio profesional en Madrid (al igual que los que existen ya en Barcelona y Valencia) y porque en toda la UE el nivel de formaci¨®n del detective sea el mismo: "Que no puedan venir intrusos de otros pa¨ªses sin estudios a trabajar sin m¨¢s. Eso es malo para todos". Eso en gen¨¦rico. En lo concreto: "Las mujeres ya est¨¢n aqu¨ª y han venido para quedarse". Lo escribe Jos¨¦ Luis L¨®pez, el director de la revista El detective informa, de la APDPE. "Las j¨®venes se est¨¢n haciendo detectives y se est¨¢n entregando m¨¢s licencias a mujeres que a hombres". Representan ya el 30% de los ocupados en un sector que no sabe de paro. "En los ¨²ltimos siete a?os se ha duplicado el n¨²mero de incorporaciones del sexo femenino", indica G¨²tiez. Y, seg¨²n ¨¦l, ellas son muy buenas: "Cada d¨ªa mejoran la tarea de los hombres; tienen un gran futuro, teniendo en cuenta que deber¨ªa haber 3.000 detectives m¨¢s para poder realizar s¨®lo esa labor social de vigilancia no uniformada que se nos exige".
"Nosotros perseguimos delitos a los que la polic¨ªa no puede hacer frente, all¨ª donde ellos no pueden alcanzar", hab¨ªa comentado ya antes Francis.
?Cu¨¢ntos casos se tratan? El informe de actividad del a?o 2005 se?ala 66.000; 80% de empresa; 20% de ¨¢mbito familiar. ?Y cu¨¢nto gana un detective? Merce cuenta: "Si eres aut¨®noma, trabajas mucho si quieres; si no, no. Eliges. Yo hago bajas laborales. O casos de competencia desleal, que suelen durar mucho: una empresa que contrata a otra de la competencia para que le pase informaci¨®n? Y te infiltras o los sigues hasta que los sospechosos se re¨²nen con la otra parte en alg¨²n sitio. Y s¨ª, este trabajo da para vivir. Si lo haces para compa?¨ªas de seguros, cobras un fijo y luego por horas. Pueden ser 50 o 60 euros por hora? pero si est¨¢s subcontratado por otro, se queda en unos 17, aunque no tienes quebraderos de cabeza con los clientes directos".
El cat¨¢logo de tareas de un investigador privado es extenso: laborales (bajas fingidas, absentismo, competencia desleal, espionaje industrial, fraudes, veracidad de curr¨ªculos, vigilancias?), un 40%, seg¨²n datos de la APDPE; personales (infidelidades, control de hijos, pensiones, verificaci¨®n de situaciones de custodia?), un 10%; econ¨®micas (solvencia, finanzas?), los siniestros (lesionados, accidentes, b¨²squeda de personas y bienes?), etc¨¦tera.
Despacho de la calle Orense.
?Y qui¨¦n contrata? "Todos, empresas y particulares; esposas, viudas, amantes, casados o solteros, padres, abuelos, gente modesta o de la alta sociedad; compa?¨ªas farmac¨¦uticas, aseguradoras, funerarias, hasta clubes de f¨²tbol", dice C¨¦sar Mart¨ªn, director de Castellana Detectives. "Incluso mujeres que mandan vigilar a sus maridos, pero no porque los quieran pillar o se vayan a divorciar, no; porque desean saber c¨®mo es la otra, fisgar detalles de su ropa, su rostro, el modo en que ¨¦l la trata, mira qu¨¦ atenta es con ella, mira ad¨®nde se van de viaje, adonde yo quer¨ªa; mira c¨®mo hace con ella lo que nunca quiso hacer conmigo?", cuenta Ic¨ªar Bolla¨ªn, que recogi¨® estos detalles en su filme.
Por espa?a, en coche.
En la revista de la asociaci¨®n ya citada hablan algunas de las detectives femeninas sobre ventajas e inconvenientes relacionados con el g¨¦nero: ser mujer te hace m¨¢s vulnerable en zonas peligrosas, pero es m¨¢s efectivo al buscar informaci¨®n; levantan menos sospechas, la gente conf¨ªa m¨¢s al hablar? Lo peor para ellas y sus familias son las jornadas sin horarios, la improvisaci¨®n d¨ªa tras d¨ªa, el no tener agenda ni saber qu¨¦ va a suceder a continuaci¨®n ni d¨®nde acabar¨¢s ese d¨ªa.
Pero quiz¨¢ sea por eso precisamente por lo que a muchas, como a Chon, les apasiona: "La vida te cambia de un d¨ªa para otro, los planes personales se desbaratan en un pisp¨¢s". Este oficio, dice, tiene, s¨ª, muchos subidones de adrenalina, las persecuciones en coche, por ejemplo: "Aunque ahora, con el carn¨¦ por puntos, est¨¢ jodido; si el vigilado se salta un sem¨¢foro? t¨² tienes que medir las infracciones que puedes llegar a cometer; y que nunca se sabe ad¨®nde vas a ir a parar, lo que va a dar de s¨ª el d¨ªa". O las sorpresas ante lo que el cliente te va a pedir. "Hay quien sugiri¨® que me metiera bajo una cama para vigilar a su chica", se r¨ªe Chon. "O aquel caso en el que hab¨ªa que tener pruebas de ADN del padre esperando a que escupiera en la calle". Con un nombre, un encargo, se abre un abismo de interrogantes sobre la vida ajena.
Alicante y San Blas. Y tener buenas maestras de oficio lo que te abre es un mundo. Bel¨¦n Mu?oz y Elena Miralles, con n¨²meros de licencia 388 y 389, respectivamente, son, adem¨¢s de fundadoras de Detectives Alicante, profesoras en la universidad de esa ciudad. Ellas saben mucho de pr¨¢cticas, de cosas ¨²tiles para realizar el trabajo: no pegarte mucho al vigilado, no ir exageradamente vestida, c¨®mo solventar el peliagudo asunto de ir al lavabo? Veinte a?os ya de profesi¨®n desde que abrieron el primer despacho de mujeres, all¨¢ por septiembre de 1987, un tiempo en el que nadie las tomaba en serio y "hab¨ªa que mentalizar incluso a los abogados de lo que era un detective; entonces eran los polic¨ªas retirados, sin licencia, los que ejerc¨ªan". Un recorrido profesional casi desde la lupa hasta las ¨²ltimas tecnolog¨ªas digitales, que facilitan hoy enormemente el trabajo: "M¨®viles y GPS son fundamentales". Y hasta en eso hay diferencias de g¨¦nero: "Ellos piden que coloques m¨¢s artilugios; ellas van m¨¢s en busca de asesoramiento y hasta de confesi¨®n: 'Bueno, me voy m¨¢s tranquila', te dicen muchas al salir del despacho", se r¨ªen Bel¨¦n y Elena, que han venido hasta Madrid cargadas de hijos para el preestreno del filme de Ic¨ªar.
Detectives Alicante trabaja en una zona, la mediterr¨¢nea, considerada caliente para el sector. "Aqu¨ª tenemos calzado, turr¨®n, juguetes, mucha falsificaci¨®n, y el ladrillo, que tira mucho: el fraude inmobiliario est¨¢ al d¨ªa. Y ha sido a?o de elecciones: temporada alta para nosotros: el que entra no se f¨ªa del que sale del cargo", dicen, recordando aquello de "quien no se siente espiado, no se siente importante".
"La informaci¨®n es poder, y el que la ha tenido hace lo que sea para no perderla", apunta Javier Sandoval, de la empresa Dise?o de Tecnolog¨ªa y Sistemas, en cuyo despacho nos encontramos. "Los detectives venden servicios", dice, "y nosotros somos su herramienta t¨¦cnica". Lo sabe todo sobre aparataje, micr¨®fonos, c¨¢maras, barridos electr¨®nicos: "Pero no somos la tienda del esp¨ªa. A veces tienes peticiones tan peregrinas que te dices: 'Pero ?qu¨¦ pel¨ªcula habr¨¢n puesto anoche en la tele?'. Te piden artilugios que salen en las series tipo CSI y que a veces ni est¨¢n inventados", se r¨ªe. "Y hay que ser realistas: si la tecnolog¨ªa no funciona, puedes perder un caso, o si es demasiado sofisticada, no dar el resultado deseado. A veces, en casos de mafias, nos enfrentamos a gente muy profesional".
Sentados en una mesa redonda y rodeados de cuadros con motivos de cine negro americano, los tres profesionales reflexionan sobre el hecho de que la gente se f¨ªa cada vez menos de los dem¨¢s: "Ahora se quiere controlar hasta a la amante. Vienen clientes que tienen el suyo y vigilan al otro para limpiar su conciencia; otros que vigilan por prevenci¨®n, y algunos que deber¨ªan ser ellos los investigados". El sentido de espiar. Algo sobre lo que tambi¨¦n reflexion¨® mucho Bolla¨ªn al hacer su pel¨ªcula: "Los detectives cruzan todo el tiempo la frontera de la intimidad. Hablar de ellos me serv¨ªa para hablar de la familia, la pareja; de cu¨¢nto derecho tenemos a saber lo que hace el otro y, sobre todo, de qu¨¦ ganas sabi¨¦ndolo". ?Qu¨¦ hacer con esa informaci¨®n? ?Cu¨¢nto confiar? ?Estamos obligados a contarlo todo sobre nuestro pasado? ?Tenemos derecho a reinventarnos? ?Hasta d¨®nde hemos de compartir el ¨¢mbito privado? Podemos colarnos en el e-mail de nuestra pareja, pero ?tenemos derecho a hacerlo? O mejor, ?de verdad queremos saberlo todo? "En realidad, el espionaje es ya cotidiano. Con los m¨®viles con c¨¢mara, nos espiamos unos a otros sin parar. Y nos juzgamos, que es lo peor. Tanta foto, tanto vigilarnos y tanto saber lo que haces a todas horas. Y, sin embargo, muchas veces vivimos con alguien sin saber lo que piensa, lo que desea, sin conocernos". Para la directora, que ha parido su criatura cinematogr¨¢fica al mismo tiempo que su tercer hijo, la vigilancia nos despersonaliza: "Nos hace objetos".
Dicen las mujeres de Detectives Alicante que no es verdad que los casos de divorcios o adulterios se hayan reducido: "La ley del divorcio cambi¨® el panorama, es verdad, pillar a alguien con otro u otra no es prueba, pero se sigue buscando la evidencia del adulterio por una cuesti¨®n de refuerzo social, si quieres; es una manera de mostrar a la familia que t¨² no has sido, que no tienes la culpa de la separaci¨®n?".
Muchas de las detectives que son aut¨®nomas se niegan a coger casos de pareja. Como Merce: "Son casos como de mirones. Tienes que pillar el momento justo del beso, y eso me repatea. No me gustan. Es adem¨¢s m¨¢s sacrificado, salidas nocturnas, todo eso? Prefiero quedarme con mi marido". Para Chon, a veces, el terreno sentimental "es morbo, morbo": "A¨²n ahora, despu¨¦s de tantos a?os, no entiendo c¨®mo alguien puede ponerle al otro un vigilante. Si sabes que te est¨¢ enga?ando, h¨¢blalo, d¨¦jalo, intenta solucionarlo?".
Entre los casos m¨¢s divertidos tratados citan las de Alicante aquel de la se?ora que insist¨ªa en que el pene de su marido sal¨ªa en una p¨¢gina de Internet porque se ve¨ªa en la imagen una silla de su dormitorio: "Y nos apuntamos a la p¨¢gina y localizamos al due?o del asunto, y no, no era". O aquella se?ora de sesenta y pico a?os que sospechaba que su marido ten¨ªa una amante, y lo que hac¨ªa era irse con las prostitutas inmigrantes y luego se quejaba porque prefer¨ªa que fuera una amante. "En Murcia hay un sacerdote que dice: 'Yo os declaro marido y mujer hasta que la rusa os separe", se r¨ªen entre ellas.
??Investigar¨ªais a vuestro marido?
?No, nunca. Como norma no espiamos a conocidos y parientes.
Y una pregunta para Chon:
??Y si un d¨ªa te siguen a ti?
?Soy muy buena. Lo descubrir¨ªa.
'Mataharis' se estrena el 28 de septiembre en cines de toda Espa?a.
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