Y rara vez tenemos raz¨®n
(Continuaci¨®n del pasado domingo)
Si, como comentaba aqu¨ª hace una semana, los pol¨ªticos elegidos en las urnas no son necesariamente buenos por haber sido as¨ª votados, sino s¨®lo aceptados por todos ?en eso consiste la democracia, en el acatamiento pac¨ªfico de lo que la mayor¨ªa quiere para nuestra gobernaci¨®n?, lo que no tiene ning¨²n sentido es la traslaci¨®n de la opini¨®n "popular" a otros ¨¢mbitos. Si lo que se llama "la gente" acierta poco en lo que le es m¨¢s vital (v¨¦anse los ejemplos de gobernantes nefastos del domingo anterior, y podr¨ªan a?adirse muchos m¨¢s), ?por qu¨¦ habr¨ªa de acertar en ninguna otra cosa? Hoy en d¨ªa, sin embargo, las votaciones "populares" se multiplican, en buena medida porque, a trav¨¦s de Internet y de los SMS, cada d¨ªa resulta m¨¢s f¨¢cil llevar a cabo simulacros de ellas. Continuamente leemos u o¨ªmos que tal peri¨®dico u organismo o emisora de radio o televisi¨®n han propiciado una encuesta para saber, qu¨¦ s¨¦ yo, qui¨¦n es el personaje m¨¢s importante de la historia de Espa?a o del Reino Unido. En nuestro pa¨ªs sale ganador el Rey Juan Carlos (que cuenta con mis simpat¨ªas, pero francamente), seguido acaso por Lola Flores o alguien as¨ª; en el otro, no es raro que la m¨¢s mencionada sea la dengosa Lady Di, muy por encima de Shakespeare o Churchill, los cuales, tal vez, disputan re?idamente su secundario puesto con Elton John. No hablemos ya de las que se organizan para determinar las mejores canciones, pel¨ªculas o novelas de todos los tiempos: como gran parte de quienes participan en estas tontadas son j¨®venes, como tales tienden a creer que el mundo empez¨® con su nacimiento y se ufanan de ignorar lo que produjeron los siglos, por lo que los resultados dependen mucho de lo reciente, cuando no de la actualidad. La mejor canci¨®n puede ser una de Take That o Coldplay, la mejor pel¨ªcula Pulp Fiction (estupenda, s¨ª, pero, en contra de lo que muchos j¨®venes creen, el cine no se inici¨® con Tarantino), la mejor novela Cien a?os de soledad (buena en mi recuerdo, pero antes estuvieron Cervantes, Sterne, Dickens, Flaubert, Proust, Faulkner, Nabokov y tantos otros).
El colmo de esta papanater¨ªa con la opini¨®n de los m¨¢s se ha dado hace unos meses. Un multimillonario sin m¨¢s credenciales que sus millones mont¨® una rid¨ªcula votaci¨®n "popular" para designar las "nuevas siete maravillas del mundo" art¨ªsticas. Algo en principio inocuo, que no obstante dej¨® de serlo cuando hasta los diarios m¨¢s serios (este incluido: una verg¨¹enza) dedicaron a la iniciativa p¨¢ginas enteras, como si semejante elecci¨®n pudiera tener autoridad o valor. ?C¨®mo sabe "la gente", sin una formaci¨®n art¨ªstica espec¨ªfica, lo que es maravilloso y lo que no? ?Y acaso todo el mundo ha ido a todas partes para comparar? La cosa desencaden¨® a su vez iniciativas que causan rubor. En Espa?a se organiz¨® una campa?a ?hasta la televisi¨®n p¨²blica particip¨®? para que "la gente" votara por la Alhambra, la conociera o no, y un d¨ªa hubo nada menos que ocho mil personas ?ocho mil? que enlazaron sus manos con el sonrojante prop¨®sito de "abrazarla" ?s¨ª, abrazar la Alhambra, semejante cursilada? como parte de su promoci¨®n. Pol¨ªticos y famosos de toda ¨ªndole, incluidos escritores a los que se supondr¨ªa dedo y medio de frente, si no dos, se apresuraron a votarla por Internet, no se los fuera a tildar de antipatriotas o algo as¨ª. Confieso que, tras tanta tontuna, me alegr¨® que la maravilla granadina no saliera entre las siete estupideces del mundo. La prueba de que todo era una estupidez la dio la inclusi¨®n final de la espantosa estatua del Cristo Redentor, o como se llame, que se yergue ominosa sobre R¨ªo de Janeiro. Por lo visto, gusta.
Lo malo de toda esta tendencia es que los pol¨ªticos del mundo se amparan en ella para cometer sus tropel¨ªas. Por poner un ejemplo modest¨ªsimo: este verano pas¨¦ unas semanas en Soria, y descubr¨ª que all¨ª acababan de cargarse una de sus mejores vistas, la de los Cuatro Vientos, colocando un mamotreto que obstaculiza la visi¨®n. Al poeta Machado y a su mujer Leonor les gustaba ir all¨ª y contemplar el Duero desde lo alto, as¨ª que el Ayuntamiento, "en homenaje" al propio Machado, ha logrado que ya nadie pueda contemplar lo que sus ojos ve¨ªan. No pude por menos de escribir un art¨ªculo en el Heraldo local condenando el desprop¨®sito, lo cual provoc¨® m¨¢s reacciones de condena. Pero al cabo de unos d¨ªas el Ayuntamiento se reafirm¨® en la colocaci¨®n del armatoste con el argumento ?poco cre¨ªble e indemostrable, eso adem¨¢s? de que "a la gente le gusta y se hace fotos". ?Y? A la gente le gusta El c¨®digo Da Vinci, pero eso no lo convierte en un libro bueno; y Torrente, como le gustaba hace d¨¦cadas No desear¨¢s al vecino del quinto y otras espa?oladas que ya nadie recuerda; y Bisbal o Bebe, pero eso no hace de ellos los equivalentes de Elvis Presley o Bob Dylan. A "la gente" le gustan con frecuencia adefesios o disparates de gran brevedad. "Cien mil musulmanes", leo en el diario, "piden en Indonesia un macroestado panisl¨¢mico regido por la shar¨ªa y que unifique sus territorios, Espa?a incluida". Seguro que son millones, de hecho, los que exigen eso, luego "la gente" musulmana lo quiere. ?Y acaso ser muchos les da la raz¨®n? No, lamentablemente, "la gente" rara vez tenemos raz¨®n.
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