Turismo reemprende la batalla contra los furanchos ilegales
Los hosteleros de Pontevedra cifran en 1.200 los 'loureiros' que no pagan impuestos
El director general de Turismo, Rub¨¦n Lois, asegura que el decreto que regular¨¢ la actividad de los furanchos entrar¨¢ "en el pr¨®ximo Consello de la Xunta o en el siguiente". La normativa sacar¨¢ a la luz todas las tabernas de tapadillo que, cada vez m¨¢s, est¨¢n de moda en Galicia, fundamentalmente en la costa pontevedresa, donde la Federaci¨®n Provincial de Hosteler¨ªa calcula que existen unos 1.200 negocios de este tipo, 400 de ellos en las parroquias rurales del entorno de Vigo.
El decreto supondr¨¢ un golpe a una econom¨ªa sumergida de la que viven muchos jubilados. Hace un a?o, Rub¨¦n Lois terci¨® en la guerra de los furanchos, el enfrentamiento entre las asociaciones profesionales de hosteleros y los propietarios de las bodegas sin ley, prometiendo m¨¢s inspecciones y una reglamentaci¨®n que obligase a legalizar los tambi¨¦n llamados loureiros. El director general de Turismo anunciaba tambi¨¦n que implicar¨ªa en este fin a las conseller¨ªas de Medio Rural y de Sanidade, y los hosteleros, con este compromiso, templaron sus ¨¢nimos, al tiempo que los furancheiros, sin dejar de trabajar en la sombra, se volvieron m¨¢s discretos.
Sin embargo, bajo el tupido velo del disimulo, retirando de la carretera alg¨²n cartel se?alizador y limit¨¢ndose a presentarse con su r¨®tulo tradicional -la rama de laurel, o loureiro, que desde la Edad Media exhib¨ªan en la puerta las bodegas para anunciar el vino nuevo-, los furanchos no s¨®lo se mantuvieron, sino que se dispararon. Si durante en el verano de 2006 los profesionales estimaban que en Pontevedra hab¨ªa 700 loureiros, algo m¨¢s de 150 en el entorno de Vigo, en ¨¦ste que corre, la Federaci¨®n Provincial de Empresarios de Hosteler¨ªa ech¨® de nuevo la cuenta y sugiere que los furanchos pueden ser ya 1.200, 400 de ellos alrededor de la principal ciudad de Galicia.
Desde la propia entidad gremial se advierte de que esta cifra de establecimientos al margen de la ley no es m¨¢s que una aproximaci¨®n sujeta a constantes cambios, aunque siempre en aumento. Con el verano, seg¨²n un portavoz de la federaci¨®n, "han proliferado" y "se han puesto de moda varias rutas de los furanchos", unos negocios que despachan cuncas de barrantes a un euro con el aliciente de la clandestinidad y el atractivo de la expedici¨®n, porque hay que internarse en el laberinto parroquial para buscarlos.
"La novedad, este a?o, est¨¢ en que los furanchos han ido apareciendo donde eran menos habituales, como Redondela, Pazos de Borb¨¦n, Cangas o Vilagarc¨ªa", comentan desde la federaci¨®n, "el incremento ha sido notabil¨ªsimo a pesar, o quiz¨¢s gracias a, las normativas que existen en algunos municipios como Poio, Cangas o Redondela". Esos reglamentos les permiten abrir durante dos o tres meses, a elegir entre el primero de noviembre (en algunos ayuntamientos, desde enero) y el ¨²ltimo d¨ªa de mayo, para vender, exclusivamente, el excedente de su producci¨®n. Pero los locales abren todo el a?o -sobre todo a partir de mayo, con la temporada alta- y sirven caldos for¨¢neos adem¨¢s de todo tipo de viandas.
"Se sienten amparados por estas ordenanzas que, pr¨¢cticamente, nadie cumple" y no suelen pagar, ni siquiera, la tasa municipal correspondiente a la actividad comercial para la que, en sus or¨ªgenes, nacieron y ten¨ªan permiso estos locales: la venta del vino y el aguardiente sobrante, de la cosecha que no es capaz de consumir la propia familia.
Estos furanchos, desde Catoira hasta A Guarda -pero sobre todo en O Saln¨¦s, donde puede haber unos 80, O Morrazo (unos 100) y la comarca de Vigo-, empezaron despachando vino en garrafas y han terminado convirti¨¦ndose en aut¨¦nticos restaurantes especializados.
Algunos ya organizan bodas
Los furancheiros no tienen carn¨¦ de manipulador de alimentos, pero su carta es cada vez m¨¢s completa y elaborada. Algunos de los furanchos pontevedreses se animan, incluso, a organizar bodas y comuniones y ofrecen, seg¨²n un portavoz de la federaci¨®n de hosteleros, "verdaderas maravillas" para un d¨ªa tan especial. Y lo mejor de todo: solucionan el banquete por menos de la mitad de precio.
Muchos realizan su actividad clandestina a cielo abierto. Otros bajan las persinas. A veces, para atravesar el tramo emparrado, hasta llegar a la casa, hay que echarle valor. Un perro amarillo, en ocasiones blanco y negro, suele salir a recibir al visitante con cara de pocos amigos. Pero no hay que perder los nervios, porque detr¨¢s, a una prudente distancia, acostumbra venir el amo. Un ser que, en principio, se muestra igual de desconfiado que el can.
Con pocas palabras, el furancheiro introduce al cliente en la bodega, el garage o esa simple planta baja de casa elefanti¨¢sica de pueblo que se hizo por si acaso. Y dentro, mesas corridas, sillas desparejadas, barriles y, casi siempre, una barra esquinada.
En una dependencia aleda?a suele haber una cocina donde faenan las mujeres de la casa. En muchos furanchos, los clientes pueden entrar en la estancia de los fogones e incluso preparar sus propios platos. Cuando no se encarga la furancheira de ofrecer comidas caseras y tapas, invita a entrar a los visitantes y, los unos y la otra, mano a mano, preparan las viandas que ellos han tra¨ªdo en bolsas del supermercado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.