En ning¨²n lugar se est¨¢ como en casa
La historia de la pol¨ªtica de vivienda en Espa?a desde 2004 es desafortunada, aunque m¨¢s c¨®mica que tr¨¢gica. El primer Gobierno de Rodr¨ªguez Zapatero ven¨ªa con el diagn¨®stico correcto, a saber: era necesario desacelerar el crecimiento de los precios y fabricar un mercado de alquiler capaz de ofrecer una soluci¨®n a los grupos de poblaci¨®n poco afecta a la propiedad, bien por razones de renta o por razones de movilidad. Hay que entender bien que durante los ocho a?os de legislaturas de Aznar se fabric¨® una burbuja inmobiliaria manifestada en un crecimiento disparatado de la construcci¨®n y de los precios; que esta anomal¨ªa expuls¨® del mercado de la propiedad a los grupos de poblaci¨®n con las rentas m¨¢s bajas, sobre todo a los j¨®venes en ciernes de independizarse; y que la burbuja era extremadamente peligrosa porque hinch¨® el valor de los pisos en m¨¢s de un 30%. M¨¢s tarde o m¨¢s temprano el valor de mercado se hubiese corregido, quiz¨¢ en forma de crash inmobiliario.
Era el momento de presentar un paquete de medidas para incentivar la oferta de pisos en alquiler, m¨¢s que de estimular la demanda
Pero la aplicaci¨®n de las medidas correctoras fue vacilante. Puede apreciarse con claridad la falta de pulso en el evidente fracaso de las pol¨ªticas de alquiler. Despu¨¦s de tres a?os de agencias p¨²blicas, subvenciones, ayudas, acuerdos con las comunidades aut¨®nomas y otras iniciativas pol¨ªticas, el porcentaje de arrendamientos sigue siendo irrisorio respecto al mercado en propiedad. Tampoco se espera una aceleraci¨®n significativa de los contratos de alquiler durante los pr¨®ximos a?os, de forma que una parte de las pretensiones del Gobierno est¨¢n frustradas a fecha de hoy. ?sta es precisamente la hora en que se est¨¢n cruzando pol¨ªticas y estrategias muy confusas. La turbiedad se debe quiz¨¢ a que el Gobierno no parece entender con claridad el mecanismo econ¨®mico que hace funcionar el arrendamiento de pisos.
A precios competitivos con el desembolso mensual necesario para comprar una vivienda, la demanda de alquiler deber¨ªa crecer razonablemente, incluso sin est¨ªmulos. Pero el Gobierno ya deber¨ªa saber que el precio de un piso alquilado suele seguir fielmente el precio de compra, porque, al fin y al cabo, es una capitalizaci¨®n diferida. Si en el mercado existen expectativas de que suba el precio de la vivienda, el ciudadano se inclina f¨¢cilmente por la compra. Pero la coyuntura actual es justamente la contraria, de una cierta desaceleraci¨®n. Tambi¨¦n amaina la expectativa de rentabilidad en la inversi¨®n inmobiliaria. Era por tanto el momento de presentarse ante la opini¨®n p¨²blica con un programa de incentivos a la oferta de pisos en alquiler. O, al menos, con el cuadro completo de pol¨ªticas, las de est¨ªmulo de la demanda y las de est¨ªmulo a la oferta. Pero, en su lugar, el presidente del Gobierno apareci¨® con una nueva modalidad de ayuda directa: 210 euros al mes para los menores de 30 a?os y menos de 24.000 euros de renta anual. Sea una extensi¨®n de las ayudas anteriores aprobadas por Mar¨ªa Antonia Trujillo, sea una ampliaci¨®n calculada de los beneficiarios, sea una nov¨ªsima disposici¨®n incentivadora, el hecho es que se insiste en tratar el mercado de alquiler como si fuera un problema de ingresos de los posibles inquilinos cuando es tambi¨¦n, y quiz¨¢ sobre todo, un problema de propietarios dispuestos a alquilar. Dicho sea de paso, se utiliza un procedimiento de incentivo -las ayudas directas- que, en la versi¨®n Trujillo, no ha tenido ¨¦xito.
Pues bien, la pregunta es: ?tiene el Gobierno un plan articulado para conseguir que aparezca un n¨²mero significativo de viviendas en alquiler? Seguro que s¨ª. Pero son medidas menos agradables que poner dinero en mano de los j¨®venes. Incluir¨¢n probablemente desahucios m¨¢s r¨¢pidos, quiz¨¢ penalizaciones por impago, castigo fiscal a viviendas vac¨ªas... Parecen poco electorales. Pero para saber si la pol¨ªtica de alquiler del Gobierno tiene visos de efectividad, hay que conocer ambas l¨ªneas. Con detalle. Si se exhibe la receta agradable -210 euros en mano- y se difiere o se deja en penumbra la m¨¢s ¨¢cida, es l¨ªcita la presunci¨®n de electoralismo.
S¨ªntesis: los 210 euros en mano no van a estimular el mercado de alquiler, ni siquiera un poco; el quid est¨¢ en c¨®mo se convence a los propietarios para que alquilen los pisos y en c¨®mo, al mismo tiempo, se reduce el mercado negro de alquiler, calculado en casi un mill¨®n de arrendamientos no declarados; y no es conveniente mezclar recetas incentivadoras con tratamientos para compensar los efectos de la subida de tipos. Parece que el Gobierno est¨¢ confundiendo las causas... y los efectos.
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