Universidad, arquitectura y calidad
La calidad de la Universidad est¨¢ indisolublemente ligada a la de su Arquitectura. Esto es demostrable con una mera revisi¨®n hist¨®rica, cultural y psicol¨®gica. Por ello, ?no es tiempo de dedicar la atenci¨®n necesaria al espacio f¨ªsico de la Universidad, desde todas las esferas? Una de esas esferas -decisiva en la coyuntura actual- debe ser la ministerial.
Ni la Ley Org¨¢nica de Universidades ni el Informe Universidad 2000 elaborado por la CRUE hacen menci¨®n expresa a la Arquitectura. Un inexplicable vac¨ªo que debe rellenarse. Es por tanto tiempo de innovar: invito a que el texto legal recoja como m¨ªnimo la conveniencia de potenciar la calidad urban¨ªstico-arquitect¨®nica.
Las autoridades educativas han de promover la excelencia de la Universidad y de su relaci¨®n con la Ciudad (lo que es sin¨®nimo de relaci¨®n con la sociedad). No hacerlo supone una carencia tan desafortunada como absurda, puesto que el espacio f¨ªsico es parte esencial de la educaci¨®n desde hace m¨¢s de diez siglos. Ya en el siglo XIII, las Siete Partidas alfonsinas subrayaban la importancia del lugar donde desarrollar el Estudio General: "De buen aire e de fermosas salidas debe ser la Villa do quisieren establecer el Estudio".
El modelo universitario medieval se identifica con el claustro; la Universidad europea tradicional, con los conjuntos polic¨¦ntricos insertos en los cascos urbanos; el paradigma norteamericano del campus lo hace con el ideal de ciudad autosuficiente, etc¨¦tera... No ha habido a lo largo de la Historia ning¨²n modelo acad¨¦mico y vivencial que no se haya acompa?ado de un espacio ad hoc.
Pero regresemos al presente. Utilizamos el espacio, lo alabamos o -las m¨¢s de las veces- lo denostamos cual si fuera el fruto de decisiones ajenas. No deben ser ajenos, sino propios e intencionados los argumentos que lo planifiquen y estructuren. De la oportunidad de fijarlos con rango de ley nacer¨ªa una l¨ªnea vanguardista que a¨²n no se ha explotado.
Algunos campus espa?oles ya est¨¢n comprometidos con la planificaci¨®n. Hay magn¨ªficos ejemplos de Arquitectura y de ensamblaje Universidad-Ciudad, desgraciadamente escasos, apareciendo como islotes de trascendencia en un oc¨¦ano de improvisaci¨®n.
Apunto otro rumbo: la ANECA se encarga de parametrizar todos aquellos elementos a los que debe exigirse la cualificaci¨®n m¨ªnima que dicta la excelencia en general y la convergencia europea en particular. ?Por qu¨¦ no incluir aspectos urban¨ªstico-arquitect¨®nicos? (Un proceso europeo, por cierto, que por s¨ª solo va a obligar a una profunda reestructuraci¨®n de todas las infraestructuras acad¨¦micas).
Coincidiendo con el debate de la LOU en el Senado, le¨ª hace poco que la ley "fortalece la apertura de las universidades hacia la sociedad, al tiempo que mejora la calidad de las mismas y la relaci¨®n entre estudiantes y profesores". Pues no hay m¨¢s que retomar este d¨ªptico ideol¨®gico y extrapolarlo al ¨¢mbito de la Arquitectura y la Ciudad. No hay Universidad que pueda "abrirse" al contexto social sin las sinergias generadas por la integraci¨®n geogr¨¢fica de la Universidad, y no hay relaci¨®n profunda y formativa entre alumnos, profesores (y PAS) sin el contacto que posibilita la Arquitectura.
Soy consciente de la autonom¨ªa de las administraciones e Instituciones de Ense?anza Superior en materia de gesti¨®n de sus espacios, pero lo entiendo compatible con que desde el ministerio se oriente y exhorte a todas las Universidades a revisar y planificar sus implantaciones.
Me declaro enemigo del llamado "campus virtual". Vivimos tiempos de cambio, donde se ensalzan las virtudes de la telecomunicaci¨®n como paradigma educativo. Fatal error. La formaci¨®n integral (misi¨®n de toda Universidad) est¨¢ umbilicalmente ligada a la relaci¨®n humana, y ¨¦sta se desenvuelve solamente en marcos construidos, que propician el verdadero encuentro. Y ah¨ª es donde se descubre el imprescindible papel de la Arquitectura, como factor que estimula la transmisi¨®n del conocimiento. Ya lo apuntan los te¨®ricos que han indagado en la percepci¨®n psicol¨®gica: "Los edificios moldean el comportamiento" (Rudolph Arnheim).
La buena Arquitectura debe acompa?ar a cualquier actividad (residencia, trabajo, esparcimiento...), pero resulta crucial en la formaci¨®n: la Arquitectura puede ser did¨¢ctica en s¨ª misma, educando el consciente y el subconsciente, y sirviendo de catarsis colectiva para que los seres humanos identifiquen en ella un ideal est¨¦tico y de cohesi¨®n social.
La mayor¨ªa de ciudadanos seleccionamos cuidadosamente nuestra vivienda, eligiendo aquella que mejor cumple ciertos requisitos de calidad: ubicaci¨®n geogr¨¢fico-urbana, orientaci¨®n solar, altura, distribuci¨®n interior, materiales, texturas, etc¨¦tera. Nuestro bienestar depender¨¢ en buena medida del marco arquitect¨®nico donde permaneceremos a?os o d¨¦cadas. Siendo esto tan f¨¢cilmente comprensible, ?no deber¨ªan los responsables de la Ense?anza Superior dedicar un tiempo y una atenci¨®n equivalente al espacio por el que transitar¨¢n generaciones y generaciones de j¨®venes durante un periodo tan cr¨ªtico en su vida como el de la formaci¨®n integral?
Las futuras generaciones nos agradecer¨¢n, al menos, el haberlo intentado.
Pablo Campos es doctor en arquitectura.
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