Los militares abren fuego contra los monjes
La oposici¨®n birmana denuncia que la represi¨®n de las protestas causa cinco muertos y 100 heridos
Cientos de monjes acompa?ados por miles de civiles desafiaron ayer el toque de queda impuesto por la Junta Militar de Myanmar (antigua Birmania), que gobierna con pu?o de hierro desde hace 45 a?os. La respuesta de las fuerzas de seguridad fue muy dura: disparos al aire, bastonazos, cargas y lanzamiento de botes de humo. El Gobierno reconoci¨® un muerto, el primero desde que comenzara hace 10 d¨ªas una protesta pac¨ªfica contra el precio de los carburantes y que ha sacado a la calle a decenas de miles de personas. Fuentes de la disidencia en Londres elevan el n¨²mero de fallecidos a cinco, dos de ellos religiosos. Se trata del mayor desaf¨ªo a la Junta desde hace 19 a?os, cuando la dictadura aplast¨® un movimiento similar y mat¨® a m¨¢s de 3.000 personas.
"El Ej¨¦rcito no es rival para nosotros. Continuaremos con la lucha", dicen los monjes
Las fuerzas de seguridad sellaron la pagoda de Shwedagon, en la antigua capital, Yangon, uno de los templos m¨¢s sagrados del budismo en Myanmar, y convertido desde hace 10 d¨ªas en el epicentro de la mayor protesta contra la Junta Militar desde 1988. Para evitar el paso de los manifestantes, polic¨ªas equipados con m¨¢scaras antig¨¢s quemaron tiras pl¨¢sticas colocadas alrededor del edificio con el objetivo de generar un humo ¨¢cido e irrespirable.
Cerca de 200 monjes fueron detenidos cuando trataban de romper el cerco. Cerca de Shwedagon se produjeron los primeros incidentes del d¨ªa. Decenas de civiles se enfrentaron a las fuerzas de seguridad para liberar a los monjes detenidos que eran introducidos en camiones militares.
Agentes del Gobierno recorr¨ªan las calles de Yangon, meg¨¢fono en mano, advirtiendo a la poblaci¨®n de las graves consecuencias de cualquier manifestaci¨®n y de que estaban prohibidas todas las concentraciones de m¨¢s de cinco personas. Pese a ello y pese al fuerte desligue de antidisturbios en el centro (vigilaban los alrededores de seis templos considerandos rebeldes), unos 500 monjes lograron marchar hacia la pagoda de Sule, s¨ªmbolo de la represi¨®n de agosto de 1988 cuando los militares abrieron fuego contra una protesta similar y mataron a m¨¢s de 1.000 personas. La represi¨®n posterior triplic¨® la cifra.
A la marcha de los monjes budistas de ayer, menos numerosa que las de los ¨²ltimos d¨ªas, se sumaron miles de civiles, la mayor¨ªa estudiantes. La polic¨ªa, parapetada detr¨¢s de la pagoda, les atac¨® con dureza ayud¨¢ndose de bastones. Varios testigos explicaron que algunos monjes sangraban por la cabeza y que se escucharon disparos. La situaci¨®n era tensa y hab¨ªa una enorme confusi¨®n sobre el n¨²mero de muertos. S¨®lo uno, seg¨²n la versi¨®n oficial de la Junta Militar, y cinco, seg¨²n fuentes disidentes desde Londres. La agencia France Presse, que cita fuentes hospitalarias en Yangon, asegura que m¨¢s de 100 personas resultaron heridas, 20 de ellas de bala.
La Liga Nacional para la Democracia (LND), la ¨²nica formaci¨®n opositora que resiste a la presi¨®n del r¨¦gimen y que lidera la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, calific¨® las agresiones sufridas por los monjes budistas de "la mayor afrenta en la historia" cometida por la Junta Militar.
Suu Kyi, de 62 a?os, que cumpl¨ªa arresto en su domicilio de Yangon, situado a escasa distancia de los puntos de la ciudad en los que ayer se produjeron incidentes, fue trasladada en la madrugada del mi¨¦rcoles a la prisi¨®n de alta seguridad de Insein, donde estuvo una temporada en 2003.
A pesar de la represi¨®n, los manifestantes aseguraron que no ceder¨¢n ante las intimidaciones del r¨¦gimen y continuar¨¢n con sus protestas callejeras, las m¨¢s importantes contra los generales. "No tememos las amenazas de los militares. No son un rival para nosotros. Continuaremos con nuestra lucha", indic¨® ayer a la agencia Efe el portavoz de la asociaci¨®n de monjes U Adipati.
Las primeras protestas comenzaron en agosto, cuando el Gobierno duplic¨® los precios de algunos combustibles, convirtiendo el transporte en un lujo inalcanzable para la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Un ataque de unos soldados contra unos bonzos y la tibia respuesta de sus mandos ante ese abuso fue la espoleta que ha sacado a las calles a miles de monjes.
"?ste es un pulso entre las dos ¨²nicas instituciones del pa¨ªs con poder para movilizar a la gente", asegura Bradley Babson, que trabaj¨® durante a?os en Birmania con el Banco Mundial. "De esas dos instituciones, una se romper¨¢. (...) El uso de la violencia contra los monjes budistas por parte de los militares tiene el riesgo de levantar a la poblaci¨®n contra ellos".
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