El fin de la inocencia
La llegada al Gobierno ha acrecentado la urgencia de abrirse a la sociedad de la la fuerza pol¨ªtica gallega con militancia m¨¢s fiel y votantes m¨¢s vol¨¢tiles
Desde los ¨²ltimos a?os de la dictadura, el nacionalismo y la sociedad gallega mantuvieron una serie de escarceos, propios de la pol¨ªtica de la ¨¦poca, marcada por la efervescencia hormonal, la contundencia ideol¨®gica y las posturas altisonantes. Despu¨¦s de una considerable crisis en aquella relaci¨®n (la sociedad le hab¨ªa otorgado cuatro esca?os, de los que al final no fueron ocupados tres), el acto del 25 de septiembre de 1982 se considera que fue comenzar a sentar la cabeza. De hecho, comparando el mapa pol¨ªtico de entonces con el de ahora, en aquella ceremonia de Riazor naci¨® uno de los matrimonios m¨¢s estables de la democracia espa?ola. Una de las organizaciones pol¨ªticas m¨¢s longevas, si exceptuamos a todas las que ya exist¨ªan en la etapa republicana, y posiblemente una de las que m¨¢s han cambiado.
El t¨¦rmino bloqueiro sigue vigente, aunque sin la connotaci¨®n peyorativa de antes
Los apoyos electorales han dependido en exceso de factores externos e internos
El BNG ha sido una fuerza que se ha ido conformando interiormente como un asentamiento de placas tect¨®nicas, que en ocasiones originan movimientos s¨ªsmicos, mientras hacia el exterior ha proyectado desde siempre una n¨ªtida imagen de marca. Incluso en los rasgos idiom¨¢ticos. En buena medida, hasta en la radio es posible distinguir el discurso de un dirigente del Bloque, y por m¨¢s pistas que el uso del t¨¦rmino Galiza. Igualmente, el militante nacionalista -y aqu¨ª militante es un planeta que engloba a los afiliados, a los que lo fueron, a los simpatizantes, a los cr¨ªticos y a los esc¨¦pticos- es, en buena medida, exactamente eso: un militante y no un mero adscrito, y el resto de la sociedad as¨ª lo percibe. El t¨¦rmino bloqueiro sigue vigente, aunque aquella connotaci¨®n peyorativa de la que Fraga acostumbraba a echar mano est¨¦ cada d¨ªa m¨¢s deste?ida. Esa imagen caracter¨ªstica en publicidad es una ventaja, pero en pol¨ªtica no tanto, porque los posicionamientos nuevos corren el riesgo de ser juzgados con los esquemas de siempre.
En estos tiempos de partidos de cuadros, el BNG sigue siendo una organizaci¨®n de masas, con dos paradojas: la alta cualificaci¨®n media de los integrantes y lo reducido de su n¨²mero, unos 8.000. En t¨¦rminos empresariales, tambi¨¦n la de mayor productividad: en las ¨²ltimas elecciones locales, ha obtenido 40 votos por cada militante nacionalista, mientras el ratio votantes/afiliados -considerando toda Espa?a- en el PSOE es de 16,8 y en el PP de 11. El Bloque ha obtenido un concejal por cada 12 militantes, un porcentaje que se eleva en el PSOE a 19 militantes y a 30 en el caso del PP. Pero tambi¨¦n precisa toda esa capacidad: el BNG ha necesitado sumar 476 votos para obtener cada concejal, por 339 del PP y 322 del PSOE (a ERC le lleg¨® con 217, a CiU con 213 y al PAR, con 90). Es decir, el BNG es la formaci¨®n m¨¢s patrimonializada por sus militantes, y que, carente de otro tipo de apoyos, empresariales o medi¨¢ticos, m¨¢s depende de sus votantes.
Y sus votantes -su n¨²mero- son los m¨¢s vol¨¢tiles del espectro gallego. Dependen de factores externos (como la buena o mala marcha del PSOE), internos (la apertura a sectores y propuestas nuevas ha ido variando el target) o las dos cosas: las ideas galleguistas han obtenido una amplia mayor¨ªa social que, sin embargo, no se traduce en un apoyo electoral para quienes las promueven. En las pasadas municipales, el BNG logr¨® parar la continua ca¨ªda de votos iniciada las auton¨®micas de 2001 -obtuvo su segundo mejor registro en unos comicios locales y el quinto en toda su historia- y confirm¨® la p¨¦rdida progresiva del sufragio alternativo y antisistema, compensada por otro menos ideologizado. Est¨¢ por ver si la p¨¦rdida de la inocencia que ha supuesto la llegada al poder para la militancia y el universo nacionalista se compensa con las adhesiones que suscita ese mismo hecho. Y tambi¨¦n si el n¨²cleo duro que tuvieron que crear para sobrevivir en un ambiente hostil es compatible con la necesidad de abrirse a la sociedad. Toda relaci¨®n que llega a las bodas de plata tiene sus altibajos.
Quintana estaba en la 'mili'
Esta tarde, a la tribuna del Front¨®n de Riazor subir¨¢ una representaci¨®n no s¨®lo de la historia pol¨ªtica del BNG, sino de tambi¨¦n de ese universo propio en el que se ha movido. Estar¨¢ Encarna Otero, una de las que ya figuraban en aquella tribuna hace 25 a?os y ahora recuperada despu¨¦s de una etapa de ostracismo. Tambi¨¦n Francisco Rodr¨ªguez, que meses antes hab¨ªa sido elegido secretario general de UPG, uno de los art¨ªfices de la estrategia de constituir un amplio frente nacionalista que desde entonces ha tenido una trayectoria sin altibajos.
En una decisi¨®n que sorprender¨¢ a muchos, por poco frecuente en los ¨¢mbitos pol¨ªticos, tambi¨¦n intervendr¨¢ Xos¨¦ Manuel Beiras, cuyo liderazgo naci¨® en ese mismo recinto de Riazor y llev¨® al nacionalismo a las puertas del poder. Cerrar¨¢ las intervenciones pol¨ªticas Anxo Quintana, el primer nacionalista que forma parte de un gobierno que no sea en el exilio. Aquel 25 de septiembre de 1982 Quintana no pudo estar en Riazor. "Estaba cumpliendo una de las 145 guardias que hice en el cuartel de Paterna, en Valencia, en donde me hac¨ªan servir obligatoriamente a otra patria", record¨® ayer el vicepresidente de la Xunta.
Los otros que subir¨¢n al escenario son parte tambi¨¦n de la historia del nacionalismo. El cantante Miro Casabella, uno de los pioneros de Voces Ceibes, o el Mago Ant¨®n, que en los a?os 80 recorri¨® todos los caminos del pa¨ªs creando ilusi¨®n, risas y concienciaci¨®n con su mu?eco Facundo. La sociedad a la que el BNG quiere abrirse estar¨¢ entre el p¨²blico.
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