?Nos discriminan!
Galicia fue oprimida y discriminada hist¨®ricamente, pero le hemos cogido el gusto a la cosa y, si nos falta, la extra?amos. Excepto el PP, faltar¨ªa, todos los partidos creen que estos son los Presupuestos del Estado que mejor tratan a Galicia. Son mejorables con unos millones m¨¢s por aqu¨ª y por all¨ª (y un huevo duro), pero son los mejores de nuestra historia. Y eso es un logro. Un logro nuestro, que conseguimos imponer pol¨ªticamente nuestra existencia y nuestros problemas sobre la mesa, y un logro tambi¨¦n de nuestros partidos pol¨ªticos. Pero un logro.
Y resulta que en vez de verlo y de felicitarnos repasamos nuestros agravios empapados de localismo y victimismo, en cada ciudad se hace balance de lo que no nos concedieron. En Vigo, no les dieron esto, vaya. En A Coru?a, les negaron eso otro, tremendo. En Santiago, falta aquello, ya me dir¨¢n. En Lugo, ya se sabe. En Ourense, qu¨¦ les voy a contar. Y en Ferrol, en fin. Pero es que en Pontevedra...Tenemos los mejores Presupuestos de la historia, ?pero cada ciudad y cada comarca est¨¢ discriminada! ?Estamos oprimidos, expoliados!
Nos va la marcha. La autocompasi¨®n. La imagen de nosotros como v¨ªctimas, snif, ya ha entrado en nuestro interior y es parte de nuestra identidad. Snif. Tendremos que quitar el c¨¢liz de nuestro escudo y poner directamente a un crucificado. Nos puede pasar como al pastor del cuento, que cuando vino el lobo de verdad nadie le crey¨®. Si nos quejamos siempre, por todo y sin raz¨®n, perderemos el respeto, el cr¨¦dito y la raz¨®n misma. Ese modo acomplejado de vivir nos confunde, pues hoy Galicia es una sociedad din¨¢mica y en un buen momento. Nos deber¨ªamos ver en esa Zeltia que, aprovechando los propios recursos del mar, consigue un anticancer¨ªgeno. La utilizaci¨®n de nuestros recursos, el conocimiento y el trabajo son rentables. Pero si seguimos refugi¨¢ndonos en la enga?osa autocompasi¨®n, s¨®lo nos haremos da?o. Ahora que el Estado nos empieza a tratar de modo justo, a uno lo que le duele es que nos mintamos de un modo tan infantil. De quien debemos cuidarnos no es del opresor for¨¢neo, es de nosotros mismos: a quien hay que vigilar es a los gallegos.
Necesitamos al inspector Matute para que nos vigile. Me refiero a esos 90 inspectores contratados por la denominaci¨®n R¨ªas Baixas. Es una gran noticia para quienes bebemos y para quienes deseen que nuestros vinos tengan el reconocimiento y el ¨¦xito que merecen. El trabajo de esos 90 inspectores no va a ser velar para que no lleguen ladrones de fuera, sino vigilar a los propios cultivadores y bodegueros para que no defrauden, para que no traigan uva for¨¢nea, para que no nos den matute por vino leg¨ªtimo. Esa vigilancia es una garant¨ªa para un vino tan valioso y para los que lo bebemos. Ojal¨¢ la mantengan, porque desgraciadamente es necesaria. Debemos preguntarnos donde est¨¢n los inspectores del vino del Ribeiro, ese vino blanco que cuando es leg¨ªtimo es tan exquisito.
La historia del Ribeiro es la de la m¨¢xima degradaci¨®n de un vino, y de sus productores. Es la triste historia de unas uvas exquisitas, la treixadura nombradamente, que acabaron siendo identificadas con el famoso "vino turbio" que beben como ribeiro por Madrid y Barcelona. "Confieso que he bebido", podr¨ªan decir muchos pensando en las tazas de vino turbio que destrozaron paladares, est¨®magos e h¨ªgados. Los que adem¨¢s de beberlo lo hemos despachado nos hemos preguntado a veces qu¨¦ turbia alquimia era aquella. Fue la ignorancia, la incuria, la codicia lo que destruy¨® la reputaci¨®n y el valor de mercado de esa denominaci¨®n. Los cosecheros que ahora ofrecen vinos excelentes con esa etiqueta tienen por delante un trabajo enorme,
Fuimos los gallegos quienes m¨¢s da?o nos hicimos. Por ejemplo nuestra pesca, nuestra sardina. Cada noche las explosiones en nuestra costa reventando el mar. Es nuestra culpa. Lo que necesitamos es menos echar balones fuera y m¨¢s inspectores que nos vigilen.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.