La aplastante l¨®gica del sistema de pensiones
Seg¨²n los planes del Gobierno respecto a los Presupuestos Generales del Estado para 2008, las pensiones m¨ªnimas subir¨¢n por encima de la inflaci¨®n y de las pensiones medias, para asegurar una vida digna a nuestros mayores que sufren m¨¢s estrecheces. Sin embargo, parece que el umbral de vida digna no es ¨²nico: los m¨ªnimos de las pensiones contributivas (PC) subir¨¢n entre un 6,5% y un 5%, mientras que las pensiones no contributivas (PNC) subir¨¢n un 3%. Y el a?o pasado sucedi¨® exactamente lo mismo. A primera vista cuesta imaginar por qu¨¦ ha de acrecentarse la distancia, respecto a las dem¨¢s personas mayores, de las 269.546 personas beneficiarias de PNC de jubilaci¨®n que viven actualmente con un m¨¢ximo de 312,43 euros mensuales, cantidad incompatible con todo tipo de rentas. Dif¨ªcil es pensar en un argumento de restricci¨®n presupuestaria, ya que aplicar una subida de un 6,5% a todas las PNC solamente supondr¨ªa un importe adicional de 5 millones de euros. Resulta tambi¨¦n llamativa la aquiescencia de los sindicatos y el silencio de la oposici¨®n.
?Qu¨¦ tienen estas personas para que sus necesidades resulten tan invisibles? Muy sencillo: que no han llegado a los 15 a?os de cotizaci¨®n necesarios para acceder a una pensi¨®n contributiva. En el acuerdo conocido como Pacto de Toledo se conviene en potenciar el principio de contributividad, para lo cual se establece expl¨ªcitamente que las cuant¨ªas m¨ªnimas de las PC deben ser superiores a las PNC. Tambi¨¦n se prev¨¦ el aumento progresivo del periodo de cotizaci¨®n necesario para acceder a las contributivas; y unas reglas de c¨¢lculo de los importes que penalizan cada vez m¨¢s a las carreras profesionales incompletas. Se intenta, pues, incentivar la continuidad de cotizaciones durante toda la vida hasta la edad de jubilaci¨®n. En este sentido, conceder los mismos derechos a las personas que no han trabajado, o se han negado a cotizar, acarrear¨ªa comportamientos indeseables. Visto as¨ª, el sistema parece l¨®gico. Pero ampliemos el zoom para ver qu¨¦ queda fuera de este sistema, es decir, qui¨¦nes son las personas que se ven abocadas a vivir de una pensi¨®n no contributiva y qu¨¦ otros incentivos les han conducido a esa situaci¨®n.
El 82% de las personas perceptoras de las PNC son mujeres. Se trata, en su gran mayor¨ªa, de mujeres que han estado una parte de su vida dedicadas al trabajo dom¨¦stico y de cuidados. Entre las causas de que se hayan encauzado por este camino, que tan funestas consecuencias les acarrea, est¨¢n la educaci¨®n, la presi¨®n social, la falta de otras alternativas o la no implicaci¨®n de los hombres en el cuidado, y en todos estos fen¨®menos inciden las pol¨ªticas p¨²blicas. Pero es que, adem¨¢s, el propio sistema de impuestos y prestaciones es responsable de ello. El IRPF mantiene la opci¨®n por la tributaci¨®n conjunta, que desincentiva el trabajo asalariado de las mujeres casadas. Las crecientes facilidades para la retirada del mercado de trabajo por raz¨®n de cuidados, como la prestaci¨®n prevista en el art¨ªculo 18 de la Ley de Dependencia, alejan de su profesi¨®n a muchas otras. En definitiva, la inmensa mayor¨ªa de las perceptoras de PNC no han llegado a esa situaci¨®n por haberse negado a trabajar y/o cotizar, sino por haber asumido trabajos de cuidado y dom¨¦sticos en un sistema de organizaci¨®n social que les aboca a ello.
La aparente l¨®gica del sistema encierra, pues, una contradicci¨®n: mientras se incentivan las carreras de contribuci¨®n ininterrumpidas en general, ¨¦stas se desincentivan en particular para el caso de las mujeres en situaci¨®n de potenciales cuidadoras. Sin embargo, cuando el periodo de cuidados se termina, ni hay prestaciones para ex cuidadoras ni se les garantiza un trabajo ni se les considera como cotizados los periodos de desempleo subsecuentes. La interacci¨®n de estos mecanismos con la l¨®gica del sistema de pensiones, y su inecuaci¨®n M¨ªnimos de PC>PNC, conduce a la paradoja de que, por cuidar a nuestros dependientes, estamos potenciando la existencia futura de personas mayores en situaci¨®n desamparada.
Es posible salir de este c¨ªrculo vicioso, y para ello se requieren reformas en tres direcciones. Por un lado, deben eliminarse todos los desincentivos al trabajo asalariado de las mujeres, particularmente la tributaci¨®n conjunta en el IRPF y todas las prestaciones para el cuidado incompatibles con el trabajo asalariado. En segundo lugar, junto con pol¨ªticas educativas, deben reconocerse a los hombres los derechos sociales necesarios para que puedan asumir sus tareas de cuidado en pie de igualdad con las mujeres, empezando por un permiso de paternidad intransferible, de la misma duraci¨®n que el de maternidad y con la misma parte obligatoria. Por ¨²ltimo, y no menos importante, es necesario conceder importancia prioritaria a los sistemas p¨²blicos de educaci¨®n infantil y de atenci¨®n a la dependencia.
Existen evidencias cient¨ªficas de que estas reformas aumentar¨ªan la eficiencia econ¨®mica y contribuir¨ªan a la soluci¨®n de la crisis de fecundidad, tan importante para la supervivencia del sistema de pensiones, entre otras cosas. Las autoridades nacionales e internacionales as¨ª lo reconocen, y pa¨ªses que han emprendido esa v¨ªa ocupan hoy los primeros puestos en competitividad econ¨®mica.
Sin embargo, estas reformas no se producir¨¢n a golpe de medidas presionadas por la situaci¨®n pol¨ªtica del momento. Al contrario, exigen una visi¨®n a medio plazo y, como en su d¨ªa los Pactos de Toledo, una colaboraci¨®n de los agentes sociales. Tambi¨¦n exigen, de manera singular, la sensibilidad social hacia todas las mujeres que, hoy por hoy, son sacrificadas en aras de una organizaci¨®n social cuya sola raz¨®n de existir es el mantenimiento del statu quo patriarcal.
Mar¨ªa Pazos Mor¨¢n es investigadora del Instituto de Estudios Fiscales.
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