Fraude maldito
El esc¨¢ndalo parece el sino inevitable del grupo aeron¨¢utico europeo EADS, fabricante del avi¨®n Airbus. La autoridad francesa de los mercados financieros ha remitido a la Fiscal¨ªa y a los tribunales un informe preliminar en el que acusa a dirigentes de EADS y de Airbus de delitos de informaci¨®n privilegiada: a sabiendas de las dificultades que iban a retrasar la entrega de las primeras unidades del A380, vendieron en Bolsa entre noviembre de 2005 y junio de 2006 m¨¢s de 10 millones de acciones y obtuvieron plusval¨ªas de m¨¢s de 90 millones de euros. El informe se?ala a una veintena de directivos y accionistas de la compa?¨ªa, entre ellos los que fueron copresidentes de EADS, No?l Forgeard y Thomas Enders, o los copresidentes del Consejo, Thomas Bishoff y Arnauld Lagard¨¨re.
Las imputaciones del regulador financiero franc¨¦s tienen gran alcance. No se trata de que un grupo de accionistas individuales o directivos cometieran un delito de iniciados para engordar sus cuentas corrientes, hecho que, por supuesto, ser¨ªa grave; sino de que las compa?¨ªas Daimler Chrysler y Lagard¨¨re, accionistas de referencia de EADS, vendieron importantes paquetes de acciones en el momento en que alcanzaban su cotizaci¨®n m¨¢s elevada, con el visto bueno del entonces ministro de Econom¨ªa, Thierry Breton, poco antes de que el valor se desplomara en m¨¢s del 25%. Si los tribunales ratifican las acusaciones, nos encontrar¨ªamos ante una empresa que no puede confiar en algunos de sus principales accionistas y con una responsabilidad, al menos nominal, del Gobierno franc¨¦s en los manejos fraudulentos de accionistas privados a costa de una firma en la que hay capital p¨²blico -la SEPI espa?ola tiene el 5,48%- y que tiene un valor estrat¨¦gico decisivo para Europa.
La justicia francesa tiene que llegar al fondo de este fraude, especialmente intrincado por el car¨¢cter pol¨ªtico y dual de la gesti¨®n de la compa?¨ªa, un tablero en el que disputan los Estados alem¨¢n y franc¨¦s. EADS ya tiene que cargar con la pesada tarea de recuperar la credibilidad de los clientes, deteriorada por los retrasos en la entrega de sus aviones. Si, adem¨¢s, ha de soportar las consecuencias de una p¨¦rdida de prestigio y de cotizaci¨®n en el mercado a causa de delitos financieros cometidos por ejecutivos y socios, sus planes de reestructuraci¨®n pueden ser insuficientes para remontar el vuelo. Pocas empresas pueden soportar los efectos combinados de una mala gesti¨®n y una conducta presuntamente delictiva de sus responsables.
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