Adi¨®s apasionado
Hay personas que no deber¨ªan morirse nunca, dec¨ªamos ayer. En la capilla ardiente instalada en La Nau de Valencia hab¨ªa que mirar dos veces el f¨¦retro para acabar de creerse que Matilde estaba all¨ª tumbada, quieta. "Ya ves, aqu¨ª de cuerpo presente en la Universidad", habr¨ªa dicho con sorna y al tiempo con gratitud, "yo que no fui ni a la escuela". Matilde autodidacta, curiosa, inteligente, peque?a y fuerte hasta los ¨²ltimos meses de una vida que acab¨® suavemente ayer. Matilde maestra exigente, jubilada correntona, ubicua, no se perd¨ªa una. Todo le interesaba en el arte. No s¨®lo la m¨²sica, sino tambien la pintura, la escultura, la literatura... Todo le apasionaba en la vida: la familia, mimar y conservar las amistades... a veces incluso haciendo un tit¨¢nico esfuerzo para que no se interpusieran creencias e ideolog¨ªas.
Ten¨ªamos un encargo de Rosa Serrano, as¨ª que compartimos muchas horas durante d¨ªas, semanas, meses... bastantes tazas de caf¨¦ vaciadas y cintas de casetes llenas de recuerdos, comentarios y confidencias. Por eso s¨¦ muy bien cu¨¢nto le pudieron llegar a doler ciertos cambios de rumbo que realizaron amigos del alma en lo que afecta a su amado pa¨ªs, a su querida lengua. Matilde se neg¨® a renegar de las personas, pero despu¨¦s de tantos a?os pude comprobar que la herida nunca se cerr¨® del todo. "Lo importante son los amigos, lo dem¨¢s son s¨®lo garambaines que vienen y van".
Demasiado fiel a sus or¨ªgenes y a sus principios, me consta que la ciudadana Matilde Salvador permaneci¨® proscrita (o al menos non grata) durante mucho tiempo, incluso en mandatos socialistas. En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, le hab¨ªan llovido los reconocimientos, como habr¨¢n le¨ªdo en las columnas de arriba. Al principio, alg¨²n t¨ªmido homenaje sin pol¨ªticos ni autoridades. Luego, ya cumplidos los 80, distinciones y medallas por doquier. Todas eran agradecidas sinceramente, las de palacio y las de la m¨¢s modesta sociedad musical. Le gustaban, desde luego, pero nunca le atisb¨¦ ni un ¨¢pice del engolamiento que los honores pod¨ªan haber insuflado en otro tipo de persona. Creo que tiene mucho que ver su condici¨®n de mujer pionera, su enorme sentido del humor. En nuestras apasionadas conversaciones para T¨¤ndem de la Mem¨°ria no escatim¨® autocr¨ªtica ni an¨¦cdotas sobre su obra musical o pl¨¢stica.
Estaba cerca de los 90 y s¨®lo un progresivo debilitamiento consigui¨® recluirla en casa, tras aquellos ventanales desde donde pese al cemento en el horizonte todav¨ªa se atisban las monta?as de Castell¨®n.
"Me piden que descanse, pero ya descansar¨¦ cuanto est¨¦ muerta". Seguro que hoy, en el Ayuntamiento de su querida ciudad de nacimiento, alguien comentar¨¢ que los artistas no se van, que permanecen en su obra.
Pero no s¨®lo eso. Las personas como Matilde Salvador tampoco se van del todo mientras podamos guardar algo de su fuerza, de su insobornable honestidad. Mientras algunos privilegiados podamos recordar que hemos disfrutrado de su afecto.
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