No hay compasi¨®n con Marion
El deporte y la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos exigen a la atleta que devuelva las medallas
De Marion Jones siempre se dec¨ªa que c¨®mo una chica tan maja, tan limpia, tan sonriente, pod¨ªa elegir tan mal sus compa?¨ªas. C¨®mo, por ejemplo, hab¨ªa sido capaz de casarse con una bestia como C. J. Hunter, un lanzador de peso que deb¨ªa de pesar como media tonelada y que adem¨¢s dio positivo por consumo de anabolizantes. O c¨®mo tuvo su primer hijo con Tim Montgomery -a quien ahora llama simplemente el padre biol¨®gico de Monty-, un atleta muy r¨¢pido que no s¨®lo se implic¨® en asuntos de dopaje, sino tambi¨¦n en una banda que se dedicaba a falsificar cheques y a lavar dinero. O c¨®mo form¨® parte entre 1997 y 2002 del grupo de atletas llamado Capitol Sprint, el grupo entrenado por el jamaicano Trevor Graham, en cuyo historial figuraba gran n¨²mero de positivos.
El presidente de la IAAF la califica como "uno de los mayores fraudes en la historia"
Jones deber¨¢ testificar en noviembre en el juicio contra su ex entrenador Trevor Graham
Despu¨¦s de o¨ªrle confesar en las escaleras de los juzgados de Nueva York, l¨¢grimas corri¨¦ndole por las mejillas, que ella misma no s¨®lo se dop¨® para los Juegos de Sidney, sino que tambi¨¦n ingres¨® en su cuenta cheques falsos, quiz¨¢s lo extra?o sea que su ¨²ltima pareja, Obadele Thompson, velocista de Barbados, padre de su segundo hijo, no haya dado positivo a¨²n.
Marion Jones, la reina del atletismo, ya no es la chica ingenua y despistada maleada y enga?ada por amigos malvados, sino una mujer fr¨ªa y malvada capaz del mayor pecado que se pueda cometer en Estados Unidos, capaz de mentir a las autoridades y al p¨²blico. Una mujer que le habr¨ªa encantado a Fritz Lang para su Perversidad, por ejemplo. Una mujer que en el momento de su ca¨ªda despierta m¨¢s desprecio que compasi¨®n entre los mismos que en su momento la elevaron a lo m¨¢s alto.
Lamine Diack, el presidente de la Federaci¨®n Internacional de Atletismo (IAAF), que tiene que decidir si borra su nombre del historial de los Mundiales, la calific¨® como "uno de los mayores fraudes en la historia del deporte".
Y ni siquiera se cree que su confesi¨®n haya sido voluntaria, fruto del arrepentimiento espont¨¢neo. O que siquiera su decisi¨®n de cantar y dejar de mentir haya llegado por motivos ligados al caso Balco estrictamente. Seg¨²n fuentes de la investigaci¨®n y de la fiscal¨ªa, que trabajaron para ofrecerle un trato de un m¨¢ximo de seis meses de condena y una multa de un m¨¢ximo de 3.000 d¨®lares, el dato que cambi¨® el comportamiento de Jones fue que su firma figurara en un cheque falso y que hubiera m¨¢s pruebas de su implicaci¨®n en la banda de falsificadores. El miedo a una condena m¨¢s alta por ese caso, en el que su ex, Montgomery, ya hab¨ªa confesado, fue lo que la convenci¨® de aceptar la petici¨®n judicial de confesar tambi¨¦n que hab¨ªa aceptado por parte de Graham unas gotas sublinguales que no eran otra cosa que el anabolizante THG.
La ¨²ltima l¨ªnea del e-mail en el que Marion Jones contaba la pasada semana a sus amigos y familiares que iba a confesar sus pecados en un juzgado de Nueva York era una petici¨®n cristiana: "Por favor, tenedme presente en vuestras oraciones".
La respuesta del mundo del deporte y de la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos ha sido igualmente muy cristiana. No hay perd¨®n sin penitencia, le han recordado. Aparte de eso, nada. A la atleta perdida, que confes¨® el viernes ante el juez que se hab¨ªa dopado para ganar cinco medallas en los Juegos de Sidney 2000, no se le ha ofrecido ning¨²n tipo de cari?o. A su petici¨®n de perd¨®n se le ha respondido con varias exigencias previas. No habr¨¢ perd¨®n si no las cumple. Y ni siquiera.
La primera, expresada tanto en el New York Times como por el presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico de Estados Unidos (USOC), Peter Ueberroth, es que, de entrada, devuelva las medallas de Sidney. "Como resultado de las decisiones equivocadas que tom¨®, Jones ha enga?ado a su deporte, a sus compa?eros, a sus rivales, a su pa¨ªs y a ella misma", dijo Ueberroth; "ahora tiene la oportunidad de tomar una decisi¨®n muy diferente devolviendo sus medallas ol¨ªmpicas, valorando as¨ª los esfuerzos de la inmensa mayor¨ªa de los deportistas que eligen competir limpios".
La segunda penitencia es que participe en noviembre como testigo de la acusaci¨®n en el juicio que se le abrir¨¢ a Trevor Graham, tambi¨¦n acusado de falso testimonio y perjurio. Graham, el mismo que abri¨® la caja del caso Balco enviando en 2003, por despecho, cuando Jones y Montgomery lo abandonaron, a la Agencia Antidopaje de Estados Unidos una jeringa con unas gotas de THG, se encuentra tambi¨¦n atrapado por la investigaci¨®n que ¨¦l mismo puso en marcha.
Ambas exigencias p¨²blicas a Marion Jones son meramente simb¨®licas. Uno de los compromisos adquiridos por Jones para ver su pena reducida a un m¨¢ximo de seis meses -los dos delitos de falso testimonio sumados podr¨ªan haberle supuesto diez a?os de c¨¢rcel- es el de testificar contra Graham. Y antes de que el juez neoyorquino emita sentencia, que se espera que sea dentro de tres meses, el 11 de enero, el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), que ya le abri¨® expediente en 2004, cuando las primeras acusaciones llegadas de su primer marido y de Victor Conte, el due?o de los laboratorios Balco, ya se habr¨¢ reunido para oficialmente borrar su nombre de los Juegos de Sidney y desposeerla de las medallas fraudulentamente conseguidas.
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