?D¨®nde est¨¢n los huesos del Che?
La comparaci¨®n del informe forense cubano con los datos de la autopsia en Bolivia pone en duda que los restos exhumados en 1997 pertenezcan al asesinado guerrillero
En el mausoleo de Santa Clara todo es genuino. Menos, tal vez, los huesos del Che. Miles de personas acuden estos d¨ªas en peregrinaci¨®n hasta este gigantesco edificio de piedra para conmemorar el 40? aniversario de la muerte de Ernesto Guevara. Cuenta la historia oficial que un equipo de forenses cubanos hall¨® su esqueleto en el oriente de Bolivia y lo repatri¨® en julio de 1997. Diez a?os despu¨¦s, sin embargo, empiezan a aparecer los primeros indicios que ponen en duda esta versi¨®n.
Tres expertos europeos -el doctor Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez, director de la Escuela de Medicina Legal de la Complutense de Madrid; su colega Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa-Andrade, de la misma universidad, y un m¨¦dico franc¨¦s especializado en antropolog¨ªa y arqueolog¨ªa forense- han analizado la documentaci¨®n t¨¦cnica utilizada por los cubanos. Dos de ellos han detectado contradicciones irreconciliables entre la descripci¨®n del esqueleto llevado a Cuba y la autopsia realizada 30 a?os antes al cad¨¢ver del Che. El tercero cree que las deficiencias de los informes impiden llegar a una conclusi¨®n sobre la compatibilidad de los dos cuerpos.
Seg¨²n el general Vargas, seis de los siete guerrilleros muertos estaban en una sola fosa
La Operaci¨®n Che fue dirigida personalmente por los dos hermanos Castro
En la investigaci¨®n hist¨®rica realizada por los cubanos, el Che hab¨ªa sido enterrado sin su ropa
Bl?ssl estaba ah¨ª cuando los cubanos abrieron la fosa y, al ver la cazadora, intuy¨® que hab¨ªa algo raro
"Haza?a cient¨ªfica". As¨ª calific¨® La Habana el hallazgo de la osamenta del Che, realizado por el equipo que dirig¨ªa el forense cubano Jorge Gonz¨¢lez. Estaba inhumado con otros seis guerrilleros -tres cubanos, dos bolivianos y un peruano- en una fosa a pocos metros de la pista de aviaci¨®n de Vallegrande, un pueblo de 6.000 habitantes cercano a La Higuera, la aldea donde el argentino fue asesinado por el Ej¨¦rcito boliviano el 9 de octubre de 1967.
La llegada triunfal del ata¨²d a La Habana, el 13 de julio de 1997, dio al Gobierno comunista una gran victoria pol¨ªtica cuando los cubanos pasaban hambre a ra¨ªz del derrumbe de la URSS, su principal aliado y nodriza. La capacidad de sacrificio del guerrillero, que hab¨ªa fracasado en su intento de crear "varios Vietnam" en Am¨¦rica Latina, era el ejemplo que todo cubano deb¨ªa seguir para aguantar las dificultades. El momento del hallazgo de la tumba no pudo ser m¨¢s oportuno: a pocos d¨ªas de la fecha m¨¢s emblem¨¢tica de la revoluci¨®n cubana, el 26 de julio, y a unas semanas del V Congreso del Partido Comunista y del 30? aniversario de la muerte del "Guerrillero Heroico".
La Operaci¨®n Che fue dirigida personalmente por los dos hermanos Castro a trav¨¦s de sus hombres de m¨¢xima confianza Ramiro Vald¨¦s, Jorge Bola?os y el general Fernando Vecino Alegret. El propio Fidel Castro pidi¨® directamente al presidente boliviano, Gonzalo S¨¢nchez de Lozada, que confiara toda la responsabilidad de la operaci¨®n a un amigo com¨²n, Franklin Anaya, Panka, entonces embajador de Bolivia en Cuba. En un encuentro que tuvimos en su casa de La Paz, Panka se vanaglori¨® del asunto mientras me ense?aba una carta del presidente cubano dirigida a S¨¢nchez de Lozada, quien hab¨ªa aceptado gustosamente la propuesta de su "amigo Fidel".
En su af¨¢n por desmoralizar a la guerrilla, los militares sol¨ªan enterrar a los rebeldes en tumbas secretas. Se sab¨ªa que la mayor¨ªa de los 36 guerrilleros muertos, de una tropa que nunca rebas¨® los 50, hab¨ªan sido inhumados en la periferia de Vallegrande. A finales de 1995, el general Mario Vargas Salinas, que hab¨ªa combatido a la insurgencia, rompi¨® el silencio y dijo que el cuerpo del Che estaba cerca de la pista de aviaci¨®n. No conoc¨ªa el lugar exacto. El encargado de dar sepultura a los guerrilleros, el teniente coronel Andr¨¦s Selich, se hab¨ªa llevado el secreto a su propia tumba cuando fue asesinado en 1973. "Al Che lo enterr¨® separado de los dem¨¢s", asegura la viuda del oficial desde su casa de Asunci¨®n (Paraguay).
Seg¨²n Vargas, seis de los siete guerrilleros muertos en La Higuera estaban en una sola fosa, lo que confirmar¨ªa que el argentino hab¨ªa sido sepultado aparte. Sin embargo, cuando los cubanos, supervisados por la "comisi¨®n especial" dirigida por Panka Anaya, dieron por fin con la tumba, el 28 de junio de 1997, encontraron siete esqueletos. No quedaba tiempo para disquisiciones. El doctor Jorge Gonz¨¢lez, en ese entonces director del Instituto de Medicina Legal de La Habana, asign¨® al Che una de las siete osamentas antes de someterla a cualquier prueba cient¨ªfica.
"Desde el mismo 29 de junio est¨¢bamos convencidos de que el E-2 era el esqueleto del Che", relataban el doctor Gonz¨¢lez y su colega H¨¦ctor Soto al diario oficial Granma. "Yo le digo a Soto que revise para ver si hab¨ªa manos [el Ej¨¦rcito se las hab¨ªa amputado al Che para cotejar sus huellas digitales con la polic¨ªa argentina]. ?l me responde: 'Negativo el interesado', que es un lenguaje policiaco que nosotros utilizamos. Y efectivamente, no hab¨ªa manos". Algo, sin embargo, nubl¨® la alegr¨ªa del doctor Gonz¨¢lez. El propio m¨¦dico acept¨® en la entrevista con Granma que se qued¨® "preocupado" cuando vio una chamarra y un cintur¨®n sobre el esqueleto E-2. Y es que, seg¨²n la investigaci¨®n hist¨®rica realizada por los cubanos y confirmada por otras fuentes, el Che hab¨ªa sido enterrado sin su ropa, que le fue quitada antes de practicarle la autopsia.
Lo ¨²ltimo que pod¨ªa esperar el doctor Mois¨¦s Abraham es que el pasado le persiguiera hasta su refugio en la ciudad mexicana de Puebla. Abraham era director del hospital de Vallegrande en 1967 y fue el encargado de amputarle las manos al Che, despu¨¦s de hacerle la autopsia. La visita del historiador cubano Froil¨¢n Gonz¨¢lez no debi¨® de hacerle mucha gracia. "Fue sorpresivo, no se lo imaginaba", recuerda el historiador. "Sin embargo, el trato fue cort¨¦s". Corr¨ªan los a?os ochenta. Froil¨¢n Gonz¨¢lez estaba inmerso en la misi¨®n de buscar las osamentas de los guerrilleros y rescatar la historia de la insurgencia. Sus pesquisas le hab¨ªan llevado desde Bolivia hasta Puebla.
?Qu¨¦ quer¨ªan los cubanos? Dos cosas: el testimonio del m¨¦dico sobre su experiencia con el cad¨¢ver del Che y, lo m¨¢s importante, convencerle de entregar a Cuba la chamarra del guerrillero. Sobre el primer punto no hubo problema, aunque "no dio autorizaci¨®n para publicar sus declaraciones hasta despu¨¦s de su muerte". En cambio, no hubo acuerdo sobre el otro tema: "Puso condiciones inaceptables", asegura Froil¨¢n Gonz¨¢lez. ?Qu¨¦ condiciones? Dinero, mucho dinero. En una visita a Puebla, donde Abraham tiene su consulta de cirug¨ªa oncol¨®gica, pude confirmarlo. Esta vez, el trato no fue tan amable. A la defensiva, arisco, el m¨¦dico boliviano s¨®lo quiso hablar de plata: "?Cu¨¢nto me va a pagar?".
En cualquier caso, Froil¨¢n Gonz¨¢lez no lleg¨® a un acuerdo con Abraham. Por eso los cubanos se quedaron "preocupados" cuando abrieron la fosa de Vallegrande y vieron una chamarra sobre el esqueleto E-2. El equipo forense decret¨® con aplomo que era la del Che porque nadie, aparte de ellos, sab¨ªa que esa cazadora estaba en posesi¨®n del m¨¦dico boliviano. Nadie, salvo un ciudadano alem¨¢n, Erich Bl?ssl, que hab¨ªa llegado a Vallegrande en los a?os sesenta, como ingeniero agr¨®nomo, antes de comprarse un restaurante. Bl?ssl era amigo de Musa, como llama al doctor Abraham.
"Musa se hab¨ªa quedado con la chamarra del Che, toda ensangrentada. Me la ense?¨®", cuenta el alem¨¢n. "Ten¨ªa la cremallera rota, y estaba amarrada con una cuerda, exactamente como en las fotos que tomamos todos. Hab¨ªa varios orificios de bala. Se la llev¨® para M¨¦xico cuando se fue a finales de los setenta".
Testigo de excepci¨®n, Bl?ssl estaba ah¨ª cuando los cubanos abrieron la fosa y, al ver la cazadora, intuy¨® que hab¨ªa algo raro. "Marcos Tufi?o, el viceministro comisionado por Panka Anaya para supervisar las excavaciones, lleg¨® a mi restaurante y me pregunt¨® sobre la chamarra. Le contest¨¦ que no era la del Che. Insisti¨® en que fuera a verla de nuevo y me entreg¨® un salvoconducto para que los soldados me dejaran pasar. Fui de nuevo. Ah¨ª estaba Tufi?o. Baj¨¦ a la fosa y le confirm¨¦ que no era la chamarra del Che. Era una capa de agua, tipo poncho, como las del Ej¨¦rcito".
Despu¨¦s de practicar varias pruebas a los siete esqueletos en el hospital Japon¨¦s de Santa Cruz de la Sierra, las autoridades bolivianas autorizaron la salida de los restos de los guerrilleros rumbo a La Habana.
?Qu¨¦ dec¨ªa el informe forense de la osamenta adjudicada al Che? En el hospital Japon¨¦s no queda rastro del documento. Cuando se le pidi¨® una copia al Equipo Argentino de Antropolog¨ªa Forense (EAAF), que hab¨ªa colaborado en la exhumaci¨®n en Vallegrande, su presidente, Luis Fondebrider, dijo que s¨®lo los cubanos pod¨ªan facilitarlo. Jorge Gonz¨¢lez no contest¨® a la solicitud. Quedaba Celso Cu¨¦llar, el doctor boliviano que hab¨ªa firmado tambi¨¦n ese documento. "Los cubanos se llevaron todos los papeles. Yo s¨®lo me qued¨¦ con esta copia del informe final", cuenta Cu¨¦llar, que se especializ¨® en cirug¨ªa en Madrid y en medicina forense en La Habana. "Ellos ten¨ªan informes pre-mortem del Che, su historia odontol¨®gica y la autopsia del 67, y yo los dej¨¦ trabajar. No hab¨ªa motivo para la desconfianza".
Una comparaci¨®n entre el informe forense redactado por cubanos y argentinos en 1997 y la autopsia practicada al Che en el momento de su muerte resulta desconcertante para los tres m¨¦dicos consultados en Madrid y Par¨ªs. Jos¨¦ Antonio S¨¢nchez, director de la Escuela de Medicina Legal de la Complutense, detecta heridas concordantes y otras no, pero considera que los documentos son insuficientes para llegar a una conclusi¨®n. En cambio, para sus dos colegas hay elementos esclarecedores. "Se trata de dos cuerpos diferentes y por tanto corresponden a dos personas distintas", asegura Jos¨¦ Antonio Garc¨ªa-Andrade, con una larga trayectoria en la medicina forense. Tanto ¨¦l como el experto franc¨¦s, que de momento prefiere mantener el anonimato para no perjudicar su propia investigaci¨®n sobre este tema, se?alan las mismas discrepancias. "El informe de 1997 describe las fracturas de la 2? y 3? costilla izquierda. Esas fracturas no figuran en la autopsia de 1967, que se?ala, en cambio, una lesi¨®n entre la 9? y la 10? costilla izquierda, inexistente en el otro informe", indican ambos.
Adem¨¢s, el cad¨¢ver analizado en 1967 presentaba "lesiones en las dos clav¨ªculas", mientras que el esqueleto hallado en 1997 tiene "¨²nicamente una lesi¨®n en la clav¨ªcula derecha", puntualiza el especialista franc¨¦s. Lo mismo sucede con los f¨¦mures: el Che no mostraba la herida en el f¨¦mur derecho "en sacabocado de 11 por 13 mil¨ªmetros" que s¨ª aparece en el esqueleto de 1997. Garc¨ªa-Andrade a?ade que tampoco "las lesiones vertebrales son concordantes".
Los dos expertos han notado tambi¨¦n discrepancias en el an¨¢lisis de la boca. Al Che le faltaba un "premolar inferior izquierdo", seg¨²n la autopsia de 1967. El informe de 1997 no se?ala este detalle, pero indica, en cambio, la presencia de un "tercer molar superior izquierdo" (muela del juicio), que no ten¨ªa el cad¨¢ver del Che. Tanto al m¨¦dico franc¨¦s como al doctor S¨¢nchez les sorprende sobremanera la ausencia de referencias al corte quir¨²rgico de las manos realizado por el doctor Abraham al cuerpo de Guevara. "Esta operaci¨®n siempre deja marcas visibles y, sin embargo, no lo se?alan", dice el catedr¨¢tico de la Complutense. Cabr¨ªa sospechar que los huesos de las manos fueron retirados cuando se exhum¨® el esqueleto, agrega el m¨¦dico franc¨¦s.
En esas circunstancias, concuerdan los expertos, s¨®lo un an¨¢lisis gen¨¦tico habr¨ªa permitido la identificaci¨®n "certera" de los restos atribuidos al Che. Pero un an¨¢lisis independiente y fiable, condiciones que no cumple la supuesta prueba de ADN que Cuba dice ahora, repentinamente, haber realizado. "Yo propuse no hacer el ADN, y la decisi¨®n fue consensuada", explicaba en marzo Alejandro Inchaurregui, uno de los antrop¨®logos forenses argentinos que estuvieron en Vallegrande. "Sobraba evidencia. ?l se hizo una ficha antropom¨¦trica y ficha odontol¨®gica antes de salir de Cuba, a fin de ser identificados sus restos si mor¨ªa".
Ahora bien, ?la documentaci¨®n presentada por La Habana correspond¨ªa realmente a Ernesto Guevara, o pertenec¨ªa a otro de los guerrilleros cubanos enterrados en Bolivia? En una conversaci¨®n telef¨®nica grabada en septiembre, Inchaurregui se enfureci¨® cuando se le hizo esta pregunta. "Usted es un miserable por sostener que la identificaci¨®n de los restos del Che es una falsedad. Claro, yo soy tan est¨²pido que los cubanos me llevaron de las narices y yo termino firmando un documento que dice que son los restos del Che cuando en realidad no lo son". El antrop¨®logo forense, que ya no trabaja para el EAAF, concluy¨® nuestra conversaci¨®n as¨ª: "?D¨®nde est¨¢s vos?". En Madrid... "En Madrid, ?qu¨¦ l¨¢stima! Porque si no, te matar¨ªa".
Obviamente, Inchaurregui no es "tan est¨²pido", pero s¨ª que parece partidario de m¨¦todos expeditivos para resolver los problemas. El Che ten¨ªa que estar en La Habana antes del 26 de julio de 1997 para celebrar en grande el regreso a casa del hijo pr¨®digo y dar un poco de moral a los cubanos. Era la orden de Fidel Castro. Que no fuera el verdadero, ser¨ªa, despu¨¦s de todo, un mal menor.
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