Misi¨®n: gravedad cero
Una adivinanza: ?qu¨¦ es aquello que desde siempre condiciona nuestras vidas, pero que no se ve ni se oye, y cuyos efectos, estando en la Tierra, s¨®lo pueden dejar de sentirse los instantes en que, parad¨®jicamente, uno se abandona del todo a su poder, literalmente dej¨¢ndose caer...? S¨ª, claro, la gravedad, de la que, como descubri¨® Albert Einstein, s¨®lo es posible escapar en ca¨ªda libre. Eso si se est¨¢ en la Tierra. En el espacio no hace falta dar salto alguno. Y en eso reside parte de su fascinaci¨®n: el espacio permite atisbar c¨®mo ser¨ªa la vida sin las f¨¦rreas normas de la gravedad. El laboratorio Columbus, la principal aportaci¨®n europea a la Estaci¨®n Espacial Internacional, ayudar¨¢ a profundizar en esta cuesti¨®n. Con cinco a?os de retraso respecto a los calendarios iniciales, esta gran instalaci¨®n cient¨ªfica desarrollada por la Agencia Europea del Espacio (ESA) ser¨¢ lanzada en diciembre.
El laboratorio investigar¨¢ por qu¨¦, tras un viaje a Marte, los huesos de un astronauta se romper¨ªan como c¨¢scaras de huevo
Columbus es la mayor contribuci¨®n europea a la Estaci¨®n Internacional; Espa?a aporta un 2% del proyecto
La gravedad es un elemento esencial en la realidad a la que estamos acostumbrados. Somos producto de ella, evolucionamos bajo su yugo. Pero ?no interesa tambi¨¦n saber qu¨¦ ocurre cuando se elimina ese condicionante de base de la existencia?
La respuesta es un s¨ª rotundo. ?C¨®mo, si no, van a poder cumplirse alg¨²n d¨ªa los planes de establecer bases en la Luna, donde la gravedad es un sexto de la terrestre? Por no hablar de Marte, del que nos separan 18 meses de viaje sin gravedad. O del hotel espacial que proyecta el magnate Robert Bigelow, que ya ha puesto en ¨®rbita terrestre una estructura inflable experimental del tama?o de una casa de 4 metros de largo por 1,2 metros de ancho. Se puede ir m¨¢s lejos a¨²n, al sue?o de las colonias espaciales permanentes. ?Ser¨¢ posible concebir beb¨¦s sanos en el espacio? ?C¨®mo influye la gravedad en el desarrollo del embri¨®n? ?Y en el trazado de las conexiones entre neuronas en el cerebro? Bigelow ya ha dicho que quiere crear colonias de hormigas y escorpiones en el espacio, un tipo de estudios ya iniciados por Rusia hace tiempo.
Pero tampoco hace falta pensar en grandiosos objetivos para justificar la investigaci¨®n en los ambientes sin gravedad. En la Tierra todo cae, y eso es importante desde para formar cristales hasta para que crezcan las plantas. ?Se pueden crear materiales con propiedades nuevas en el espacio, donde no existe el concepto de caer? ?Y huertos espaciales, para que los astronautas se autoabastezcan y las agencias se ahorren los lanzamientos de suministros?
Todas ¨¦stas son preguntas que podr¨ªan responderse con la ayuda del laboratorio Columbus, que est¨¢ desde hace a?o y medio en el Centro Espacial Kennedy de la NASA, en Florida, prepar¨¢ndose para el lanzamiento. En octubre comienzan los ¨²ltimos preparativos, desde las comprobaciones de que no hay goteras en el sistema de refrigeraci¨®n y que la presurizaci¨®n funciona bien, hasta el simple encendido de los sistemas el¨¦ctricos. En diciembre, "no antes del d¨ªa 6", precisa un responsable de la ESA, partir¨¢ hacia la Estaci¨®n.
Ten¨ªa que haber sido lanzado en 2002, pero a los retrasos habituales de un proyecto tan complejo como la Estaci¨®n Espacial Internacional (ISS en sus siglas en ingl¨¦s) se sum¨® la tragedia del transbordador Columbia en febrero de 2003, y el laboratorio europeo, como otras piezas de la Estaci¨®n, se qued¨® compuesto y sin transbordador. Los transbordadores estadounidenses son las ¨²nicas naves capaces de subir al espacio los m¨®dulos de la Estaci¨®n; el que hayan estado en dique seco m¨¢s de tres a?os tras la explosi¨®n del Columbia -exceptuando un lanzamiento en 2005 donde se vio que el fallo que caus¨® el accidente segu¨ªa sin resolverse- destartal¨® todos los planes. La construcci¨®n de la ISS, que deb¨ªa haber acabado en 2004, qued¨® paralizada; su tripulaci¨®n permanente se redujo de tres a dos personas, y se lleg¨® a hablar de abandono total.
Pero la crisis se super¨®. Los transbordadores han vuelto a volar y el gran mecano que es la Estaci¨®n ha seguido sumando piezas, siempre habitada por al menos dos astronautas y dando una vuelta completa al planeta cada 90 minutos, a casi 400 kil¨®metros de altura. El pasado junio fueron instalados m¨¢s paneles solares, capaces de producir la energ¨ªa necesaria para encender mil bombillas y con una envergadura una vez desplegados de 73 metros, necesarios para alimentar precisamente al Columbus. As¨ª que las fotos de la ISS muestran un majestuoso p¨¢jaro mec¨¢nico con m¨²ltiples alas, que brillan en funci¨®n del Sol. Cuando est¨¦ terminada -la fecha oficial es 2010-, la Estaci¨®n tendr¨¢ unos 110 metros de largo por 90 de ancho, y una masa de aproximadamente 415 toneladas. La tripulaci¨®n ser¨¢ de seis astronautas.
Pese a todo, la Estaci¨®n Espacial no ser¨¢ exactamente lo que se dijo que ser¨ªa en 1998, cuando fueron lanzados los primeros m¨®dulos. Entonces, el proyecto era presentado como el gran laboratorio de la humanidad en el espacio, el lugar ansiado por los cient¨ªficos para investigar, ¨²til para sectores tan variados como el farmac¨¦utico o las telecomunicaciones. Ahora, en cambio, la NASA s¨®lo har¨¢ investigaci¨®n relacionada con la larga permanencia del hombre en el espacio.
Es una estrategia que encaja con los nuevos planes a largo plazo de la agencia estadounidense. La Visi¨®n de Exploraci¨®n Espacial anunciada hace tres a?os por el presidente Bush incluye volver a la Luna en 2020, construir una base permanente all¨ª y despu¨¦s lanzar la primera misi¨®n tripulada a Marte. Convertir en realidad esos sue?os exigir¨¢ mucha investigaci¨®n en gravedad cero, as¨ª que trabajo cient¨ªfico estadounidense para la ISS no deber¨ªa faltar, en teor¨ªa. Por ejemplo, si se quiere llevar astronautas a Marte, y que vuelvan, antes habr¨¢ que resolver la cuesti¨®n de la p¨¦rdida de masa ¨®sea: se estima que los astronautas pierden hueso diez veces m¨¢s r¨¢pido que las mujeres tras la menopausia, con lo que a la vuelta de un viaje al planeta rojo, sus huesos tendr¨ªan la fragilidad de la c¨¢scara de huevo. Tambi¨¦n pierden masa muscular, y adem¨¢s se desconocen los efectos de una exposici¨®n tan prolongada a la abundante radiaci¨®n en el espacio. Lo malo es que a pesar de las ambiciosas nuevas prioridades anunciadas para la NASA, Bush ha recortado 3.000 millones de euros al programa cient¨ªfico de esta agencia.
Europa -que aporta un 8% del presupuesto total de la ISS- s¨ª se ha mantenido firme en sus prioridades. El Columbus ha seguido siendo un laboratorio multiprop¨®sito. Visto desde fuera, este laboratorio europeo es un simple cilindro de 4,5 metros de di¨¢metro y 6,8 metros de largo, con un volumen habitable de 75 metros c¨²bicos. Su construcci¨®n ha estado a cargo de EADS Space Transportation y en ella han participado las empresas espa?olas CRISA, Sener, Alcatel Espacio, CASA Espacio, INDRA Espacio, Nuevas Tecnolog¨ªas del Espacio y Tecnalia (Espa?a aporta un 2% de la contribuci¨®n europea a la ISS).
Por dentro, el Columbus no se parece a los laboratorios terrestres. Nada de microscopios ni pipetas a la vista. Los experimentos se har¨¢n en 10 armarios del tama?o de una cabina telef¨®nica, cada uno con un equipamiento aut¨®nomo y especializado, separados en ¨¢reas. En el Biolab, por ejemplo, se experimentar¨¢ con microorganismos, c¨¦lulas y tejidos, e incluso con plantas e insectos peque?os. El M¨®dulo Europeo de Fisiolog¨ªa se destinar¨¢ a investigar los efectos sobre el cuerpo humano de las estancias largas en el espacio. En el laboratorio de Ciencias de Materiales se fundir¨¢n y solidificar¨¢n metales. En el de Ciencia de Fluidos se estudiar¨¢ el extra?o comportamiento de los l¨ªquidos cuando no hay gravedad.
El Columbus permitir¨¢ tambi¨¦n in-vestigar en las condiciones extremas del espacio exterior -alta radiaci¨®n, bruscos cambios de temperatura-, gracias a que los experimentos pueden instalarse fuera. "Expuestos al vac¨ªo del espacio y con una visi¨®n privilegiada de la Tierra y el espacio exterior, se puede investigar desde la capacidad de las bacterias para sobrevivir al impacto artificial de un meteorito hasta la actividad volc¨¢nica 400 kil¨®metros m¨¢s abajo, en la superficie terrestre", explica la ESA.
Que se hagan experimentos fuera del Columbus no significa que los astronautas deban salir a controlarlos cada poco al espacio. En realidad, tampoco los experimentos de dentro necesitar¨¢n la atenci¨®n constante de los tripulantes. "Se har¨¢ teleciencia", explica Ana Laver¨®n, directora del Centro de Operaciones y Soporte a Usuarios (USOC) espa?ol, instalado en el campus de Montegancedo de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid. Los armarios en el Columbus tienen sensores y el equipamiento necesario para detectar lo que pasa en los experimentos y hacerlos funcionar sin que ninguna mano los toque. Y las ¨®rdenes para activar dicho equipamiento llegan desde tierra, en concreto de los equipos en los USOC.
Hay nueve en toda Europa, organizados por ¨¢reas. El espa?ol se ocupa del laboratorio de Ciencia de Fluidos (FSL en sus siglas en ingl¨¦s), lo que significa que en Montegancedo se encuentran en estos momentos afilando cuchillos: uno de los experimentos en el vuelo de lanzamiento del Columbus es de su campo. Se llama GEOFLOW e investigar¨¢ el flujo de un fluido viscoso e incompresible entre dos esferas que giran en torno a un eje com¨²n.
"Esto es importante para problemas astrof¨ªsicos y geof¨ªsicos, como los flujos a gran escala en la atm¨®sfera, los oc¨¦anos y los n¨²cleos l¨ªquidos de los planetas", explica Eric Istasse, de la ESA, jefe cient¨ªfico de Columbus.
Otro de los experimentos en el primer vuelo del Columbus se llama WAICO y aspira a "observar el crecimiento en el espacio de las ra¨ªces de la planta arabidosis", prosigue Istasse. Las plantas crecer¨¢n durante dos semanas sobre una superficie de gel que hace de suelo. Las ra¨ªces desarrollar¨¢n distintos bucles y ondas en funci¨®n de la gravedad a la que est¨¦n sometidas -se compara con plantas que crecen simult¨¢neamente en tierra- y de sus genes. "Este experimento ayudar¨¢ a los cient¨ªficos a entender c¨®mo afecta la gravedad a determinados genes durante el crecimiento de la planta", se?ala el responsable de la ESA.
En noviembre de 2005, Alan Thir-kettle, uno de los responsables de la direcci¨®n de vuelos tripulados de la ESA, declaraba a la revista electr¨®nica Space.com: "Estamos desesperados por subir al Columbus. Tener m¨¢s de diez toneladas de hardware [de los experimentos] aparcadas en Bremen, o incluso en Florida, no sirve de mucho". Aunque Thirkettle tambi¨¦n admiti¨® que el retraso les permiti¨® cuidar al m¨¢ximo el acabado en vez de "hacer un apa?o y cruzar los dedos". La espera acabar¨¢ cuando despegue el transbordador Atlantis, tripulado por siete astronautas, entre ellos el alem¨¢n Hans Schlegel y el franc¨¦s L¨¦opold Eyharts, de la ESA, y con las casi 13 toneladas que pesa el Columbus y sus instrumentos. Schlegel deber¨¢ llevar a cabo dos paseos espaciales, para instalar y conectar el Columbus y para montar las dos plataformas externas con experimentos. Eyharts, que se quedar¨¢ dos meses en la Estaci¨®n, se ocupar¨¢ de los primeros experimentos.
Y el pr¨®ximo enero le tocar¨¢ el turno a otra de las principales contribuciones europeas a la ISS, la nave de carga ATV (veh¨ªculo autom¨¢tico de transferencia). A partir de 2008 se lanzar¨¢ cada a?o a la ISS una de estas naves cargada con 7,5 toneladas de material, y permanecer¨¢ seis meses atracada en la Estaci¨®n para volver cargada de residuos; en concreto, de 6,5 toneladas de residuos. Porque s¨ª, la ingravidez parecer¨¢ magia, pero no una magia lo bastante potente como para eliminar el universal y cotidiano problema de las basuras.
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