Memoria de ley
En el ¨²ltimo momento, el Gobierno se ha asegurado los apoyos para aprobar la Ley de Memoria Hist¨®rica. La larga negociaci¨®n del borrador que empezar¨¢ a discutirse el pr¨®ximo mi¨¦rcoles no se ha limitado a introducir cambios en el articulado, sino que ha transformado la naturaleza original de la norma. El borrador es un listado de actuaciones diversas, no un texto legal que pretenda fijar el pasado.
M¨¢s de tres d¨¦cadas despu¨¦s de la muerte del dictador, muchos de los s¨ªmbolos de su r¨¦gimen est¨¢n intactos y siguen existiendo fosas comunes donde yacen en el anonimato centenares, tal vez miles, de ajusticiados por el aparato de represi¨®n franquista. Para hacer frente a esa realidad inaceptable, la Ley de Memoria Hist¨®rica s¨®lo era un camino entre otros posibles, que seguramente no exig¨ªan la aprobaci¨®n de una nueva norma. Bastaba la voluntad pol¨ªtica para cambiar el nombre de las calles o retirar los monumentos en homenaje al dictador. En su estricta caracterizaci¨®n jur¨ªdica, las fosas son enterramientos ilegales que el franquismo ocult¨® y con los que la democracia tuvo que transigir en los primeros tiempos. De acuerdo con las disposiciones ya en vigor, el Estado est¨¢ obligado a garantizar que los cad¨¢veres son identificados y enterrados en los cementerios, sin excepci¨®n alguna para los muertos de la guerra y la represi¨®n posterior. En cuanto a las indemnizaciones para las v¨ªctimas y los represaliados, el Consejo de Ministros pod¨ªa aprobarlas sin necesidad de una nueva ley.
La acertada pretensi¨®n del Gobierno de buscar el mayor acuerdo posible para una norma tan excepcional, del que s¨®lo se han excluido el PP y ERC, ha provocado, sin embargo, que algunas disposiciones resulten extra?as desde el punto de vista jur¨ªdico, como la declaraci¨®n de ilegitimidad sin efectos de los juicios del franquismo o la derogaci¨®n expresa de los bandos de guerra, como si estas disposiciones siguiesen en vigor despu¨¦s de la Constituci¨®n de 1978. Tambi¨¦n que algunas soluciones parezcan timoratas, como la prevista para el Valle de los Ca¨ªdos.
El franquismo priv¨® a las v¨ªctimas de su vida o de su libertad, en ning¨²n caso de su dignidad. Fueron Franco y sus correligionarios quienes renunciaron a la suya levant¨¢ndose contra un r¨¦gimen constitucional, asesinando a quienes lo defendieron con la ley en la mano y tambi¨¦n a quienes, aprovechando la indefensi¨®n de la Rep¨²blica, se lanzaron a una revoluci¨®n cuyos m¨¦todos no difer¨ªan de los que empleaban los facciosos. Dif¨ªcilmente se puede devolver la dignidad a unas v¨ªctimas que no la perdieron.
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