?Soy republicano?
Supongo que como me ha pasado a m¨ª, les habr¨¢ pasado a muchos lectores de la carta de Miguel Bueno Blasco (?Soy mon¨¢rquico?, EL PA?S, 3-10-2007). El texto, sin propon¨¦rselo, transpira el aroma de aquel famoso consejo de Franco a sus ministros: "Haga como yo y no se meta en pol¨ªtica". En una palabra, Miguel Bueno se decanta casi por el pol¨ªtico criado al amparo de la instituci¨®n que est¨¢ por encima del bien y del mal, que no tiene partido, que no es responsable ante ninguna organizaci¨®n, ni siquiera ante el pueblo porque su vocaci¨®n es eterna y su cargo est¨¢ por encima de las debilidades humanas, y de las turbulencias pol¨ªticas, claro, los genes se encargan de ir pasando el encargo de generaci¨®n en generaci¨®n, con el apellido correspondiente certificado por el notario y el aplauso del pueblo. Nada de urnas por medio.
Pues no, los hay que citando al autor de la carta que comentamos nos quedamos, precisamente, con todas las imperfecciones humanas, incluido el riesgo que lleva las relaciones con los diferentes sectores pol¨ªticos de otros partidos y del suyo propio, y que al mismo tiempo tuviera que armonizarse con los cargos electos de otras comunidades aut¨®nomas diferentes a la suya. No lo ha podido definir mejor el autor de dicha carta. A los que pensamos as¨ª no nos produce ninguna desaz¨®n insoportable ese papel, al rev¨¦s, ese es el papel que nos gustar¨ªa ver en un jefe de Estado, en un presidente de la Rep¨²blica que se sabe elegido por un plazo, que sus hijos y su familia no heredar¨¢n sus privilegios ni su destino eterno.
Cre¨ªa que iba a tener que hacer un gran esfuerzo en contestar a esta carta, pero el mismo texto que acabo de leer me ha facilitado lo que quer¨ªa decir. Me quedo con las limitaciones humanas, y me gustar¨ªa que dieran la posibilidad de elegir, y equivocarme, por supuesto. Como dec¨ªa un conocido republicano, la Rep¨²blica no es s¨®lo una forma de gobernar, es otra cultura. En su ra¨ªz est¨¢ el principio m¨¢s elemental: la igualdad de derechos y deberes de todos los que nos consideramos humanos. Si todos podemos elegir, todos tenemos que tener la posibilidad de ser elegidos, ya sea el concejal del pueblo m¨¢s peque?o de Espa?a, ya sea el jefe del Estado.
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