Para una buena novela
Quiz¨¢ lleg¨® demasiado tarde, o quiz¨¢ daba igual el momento en que llegase, pero la expectativa frustrada de figurar como miembro de la tribu literaria de la democracia maltrat¨® los ¨²ltimos a?os de la vida de Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n (Plasencia, C¨¢ceres 1940-Madrid, 1993). La luz en esa etapa la puso una gran novela, Muchos a?os despu¨¦s, que obtuvo en Colombia el importante Premio Eduardo Carranza en 1991, y es lo ¨²nico que consigue romper el orden cr¨®nico de la angustia: "El gozo no le dej¨® tiempo a la angustia ni para que hiciera aparici¨®n un solo segundo" en los ocho d¨ªas de celebraci¨®n en Colombia del premio. La sombra la puso todo lo dem¨¢s, y eso era mucho para un neur¨®tico considerable, tal como se desvela en Diarios 1980-1993, que no es el diario de un escritor sino el diario de una enfermedad.
DIARIOS 1980-1993
Jos¨¦ Antonio Gabriel y Gal¨¢n
Editora Regional de Extremadura. C¨¢ceres, 2007
222 p¨¢ginas. 15 euros
Todo aqu¨ª empieza por el
diagn¨®stico de un c¨¢ncer que acabar¨¢ con su vida en 1993 (la ¨²ltima anotaci¨®n es de agosto de 1992) y sigue con complicaciones adicionales a esa enormidad. La dependencia psicol¨®gica y afectiva del juego es cada vez m¨¢s acusada, con p¨¦rdidas millonarias, arrebatos culpables, envilecimiento y miedo (los lectores de Muchos a?os despu¨¦s lo saben bien). El tratamiento psiqui¨¢trico y la da?ina aguja del rencor o el resentimiento por no ser bastante ante los dem¨¢s, por no estar en las listas, por faltarle el reconocimiento que ans¨ªa patol¨®gicamente, es una herida incurable y progresiva, objeto de an¨¢lisis minuciosos y culpables, l¨²cidos pero invencibles en su misma candidez: "El resentimiento narcisista est¨¢ funcionando a tope", escribe, sin saber ni poder ni aspirar a regularlo o a neutralizarlo en su misma naturaleza destructiva, quejumbrosa o lastimera. Las culpas siempre son ajenas, los descuidos no son suyos, la responsabilidad propia es una noci¨®n difusa y m¨®vil, dictada por la conveniencia (o la urgencia afectiva, la necesidad de compasi¨®n) antes que por la lucidez anal¨ªtica: la angustia puede causarla hasta el dolor insoportable el hecho de ser candidato a un premio nacional y no ganarlo, y desde entonces y vengativamente decidir que aplicar¨¢ un nuevo criterio en la revista que dirige, que fue la hermosa El Urogallo: "Se han terminado las bulas, la sacralidad", desde luego tambi¨¦n se ha terminado la amistad "como eximente" y, por fin, tras la traici¨®n de los amigos, siente la libertad de poder "proceder con justicia y equidad" en la p¨¢gina de cr¨ªtica literaria, seg¨²n escribe en abril de 1989.
De esas reacciones y esas angustias hablaba tambi¨¦n Muchos a?os despu¨¦s y creo que estos diarios s¨®lo debieron ser materiales auxiliares de aquella buena y amarga historia de corrupci¨®n biogr¨¢fica y desenga?o pol¨ªtico, y s¨®lo con ella, y a su lado, y frente a ella, como para iluminarla mejor, adquieren un sentido propio. De otro modo, le¨ªdos por s¨ª mismos, abren las tripas de un hombre que supo novelarlas con calidad literaria e intenci¨®n m¨¢s alta que la mera documentaci¨®n de una enfermedad incurable y una dolorosa inmadurez afectiva.
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