Agur, Nafarroa!
Considera el autor que, con la ¨²ltima propuesta de Ibarretxe, el PNV ha optado finalmente por la soberan¨ªa frente a la territorialidad
En la vor¨¢gine de reacciones que ha levantado el reciente anuncio de la consulta popular auspiciada por el lehendakari Ibarretxe he echado en falta un comentario sobre una cuesti¨®n capital, que merece m¨¢s atenci¨®n que la que se le ha dispensado. Me refiero, claro est¨¢, a Navarra.
Aparte de la ausencia de los representantes de casi la mitad de la poblaci¨®n, el aspecto m¨¢s cuestionable del Pacto de Lizarra era que consideraba como titular de derechos pol¨ªticos a la Vasconia de los siete territorios (Euskal Herria, en vascuence, que, dicho sea de paso, no es un invento ni de Sabino Arana ni de ETA). Lo cual resultaba un modo rimbombante de justificar la anexi¨®n de Navarra y las provincias vascofrancesas a un proyecto nacionalista, contra la voluntad mayoritaria de sus ciudadanos. Como he escrito en m¨¢s de una ocasi¨®n, la autodeterminaci¨®n vasca entendida as¨ª significa heterodeterminaci¨®n navarra.
Desprendida del lastre militarista e imperialista de ETA, la gran novedad de la propuesta de Ibarretxe es que el sujeto pol¨ªtico no es Vasconia en su conjunto, sino tan s¨®lo la Comunidad Aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco (Euskadi, en vascuence). El plan del lehendakari Ibarretxe podr¨¢ ser criticable por otros motivos, pero desde luego no se le puede achacar que no respete la voluntad de los navarros. Tal vez los que suelen acusar a las instituciones de la CAPV de injerencia en Navarra deber¨ªan dejar de injerirse en este asunto. Tras varias d¨¦cadas de indefinici¨®n, el nacionalismo vasco institucional se ha decidido por fin a concretar cu¨¢l es el sujeto que deber¨ªa autodeterminarse. Por un lado se renuncia a Navarra, el ¨²nico territorio que fue en efecto independiente, y por otro se niega a ?lava su capacidad de decisi¨®n, a pesar de que es ella, y no la comunidad aut¨®noma, la que es reconocida por la propia Constituci¨®n como "territorio foral" titular de "derechos hist¨®ricos", en los que dice basarse el lehendakari Ibarretxe. Pese a la jerga historicista que suele acompa?ar a todo debate en nuestro pa¨ªs, la Euskadi autodeterminada corre el riesgo de convertirse en un ente desestructurado y amorfo, privado de la historia por partida doble.
A la vista de los datos electorales, el nacionalismo vasco democr¨¢tico se ha visto forzado, como en 1932 y en 1979, a reconocer una vez m¨¢s que Navarra constituye por s¨ª sola un sujeto pol¨ªtico y que todo avance hacia la soberan¨ªa se har¨¢ sin ella. Ante la eterna disyuntiva soberan¨ªa o territorialidad, se ha decantado, por fin, por la primera. A pesar de que muchos acusan a Ibarretxe de cesi¨®n ante ETA y Batasuna, lo cierto es que la izquierda abertzale se va a encontrar ahora en una apor¨ªa. Por una parte, no va a querer ser impedimento para la llamada construcci¨®n nacional. Por otro, no puede abandonar a su suerte a los miles de navarros que le siguen votando a pesar de los impedimentos legales y policiales, ni renunciar al maximalismo que tan altos r¨¦ditos electorales le ha otorgado.
Resulta llamativo que la nueva renuncia formal a Navarra por parte del nacionalismo vasco coincida en el tiempo con el ¨¦xito, tal vez s¨®lo coyuntural, del vasquismo posibilista de la plataforma Nafarroa Bai, en la que participan elementos que no se identifican como nacionalistas. La posibilidad de un acercamiento entre Navarra y Euskadi desde el respeto mutuo se va a ver truncada una vez m¨¢s por la entente de hecho entre el navarrismo antivasco y la miop¨ªa abertzale.
La normalizaci¨®n de las relaciones entre Euskadi y Navarra deber¨ªa ser un objetivo b¨¢sico de todos los partidos que dicen defender los intereses de la naci¨®n vasca. Dif¨ªcilmente se avanzar¨¢ hacia ese objetivo con una propuesta como la que se nos presenta, sin entrar a juzgar su legalidad ni su legitimidad, que son cosas distintas. La cooperaci¨®n entre las dos comunidades forales precisa de un vuelco total en su concepci¨®n y sobre todo de una actitud realista, equidistante tanto del quijotismo de las instituciones de Vitoria como del victimismo lleno de complejos de las de Pamplona, que aqu¨¦l alimenta.
Mucho me temo que el a?o largo que nos queda hasta el 25 de octubre de 2008 va a ser pr¨®digo en lo uno y en lo otro.
Xabier Zabaltza es historiador, autor de Mater Vasconia. Lenguas, fueros y discursos nacionales en los pa¨ªses vascos (editorial Hiria, San Sebasti¨¢n, 2005).
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